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LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO, SUS PELIGROS Y ALCANCES

jueves, 29 de mayo de 2008

El gnosticismo es un fenómeno religioso parasitario

El reciente “hallazgo” (el papiro en realidad se había conseguido en el mercado negro de antigüedades arqueológicas) de un fragmento del llamado Evangelio de Judas, un antiguo escrito gnóstico, ha vuelto a suscitar interés por el gnosticismo. Se sabe que las primeras herejías del cristianismo eran de signo gnóstico, una corriente que hoy en día inspira películas y novelas, y llena los escaparates de librerías esotéricas. Sin embargo, ¿qué es en realidad el gnosticismo? Son más bien pocos quienes conocen bien de qué se trata.

Con el nombre de gnosticismo se conoce a una miríada de grupos religiosos con varios rasgos comunes. La denominación ya da una pista importante: proviene de gnosis, conocimiento. Y, efectivamente, el elemento central es el conocimiento, pero no un conocimiento cualquiera de verdades religiosas, sino uno especial, reservado a una élite privilegiada que tiene acceso a él. En el Evangelio de Judas, éste es el único gnóstico entre los apóstoles, el único que ha captado la auténtica realidad por encima de lo aparente. Por eso, Jesús le dice: “Se te ha dicho todo. Levanta la mirada y mira la nube y la luz en ella, y las estrellas alrededor. La estrella que indica la vía es tu estrella”. Así, con su traición permitirá a Jesús liberarse despojándose de una vez por todas del revestimiento humano que ha tenido que adoptar para tender un cable a los selectos gnósticos repartidos por el mundo. Para los gnósticos de signo cristiano, los evangelios canónicos y la doctrina que contienen están destinados al vulgo ignorante; lo que hay detrás, la verdadera realidad, sólo es accesible a esa iluminada minoría.

Son dos las principales características del gnosticismo. La principal ya ha quedado mencionada: la salvación –la vía hacia la inmortalidad- viene dada por la gnosis. No se trata de un conocimiento racional, ni hay nada parecido a una teología gnóstica. Se trata de un conocimiento intuitivo, de una iluminación, reservada a espíritus privilegiados, y normalmente accesible mediante ritos iniciáticos: el gnosticismo es un esoterismo.

El segundo rasgo distintivo, aunque no exclusivo, es el dualismo. El espíritu y la materia son opuestos. Y, mientras que lo espiritual es valioso, lo material tiene siempre una valoración negativa; de hecho, se considera que no procede del “Grande” –el nombre más habitual del Dios supremo-, sino de un ser inferior, una especie de Demiurgo. En esto hay una semejanza con el platonismo y el maniqueísmo, fuentes ambas de inspiración para el gnosticismo, junto con las diversas mitologías de las religiones antiguas. De todas formas, puede afirmarse que la principal influencia hoy viene de las religiones orientales, más cercanas a la iluminación que a la razón y más propensas al desprecio de lo material, a la liberación del espíritu de su condición material para fundirse con el infinito cósmico.

A partir de aquí, el gnosticismo ha desplegado un innumerable mosaico de fantasías de todos los colores, y grupos que las sostienen. Hay gnosticismos de claro signo oriental, de matriz cristiana, emparentados con el platonismo, con la teosofía, etc. En nuestros días, junto a los anteriores, no puede faltar alguno entroncado con la mentalidad New age. Como ejemplo, existe la llamada Iglesia Gnóstica Universal, que abarca diversas “hermandades gnósticas”, entre las que se encuentran la “Hermandad druídica gnóstica” o la “Hermandad chamánica gnóstica”, junto con la “Hermandad gnóstica cristiana”, la “Hermandad de yoga gnóstico”, la “Hermandad de la sabiduría” y la “Hermandad gnóstica valentiniana”. Cada grupo gnóstico tiene su ritual propio, que suelen guardar celosamente y sólo conocen los iniciados. Y, en cuanto a la moral, su desprecio por lo material suele hacerles oscilar entre extremos, desde un ascetismo riguroso hasta un desenfreno que en algunos casos puede llegar a la orgía ritual.

En cuanto a la extensión, en tiempo y espacio, se constata la fuerte tendencia a la dispersión. Al depender de maestros, cada uno con su visión propia, cuando desaparecen éstos el grupo que han formado se disgrega, o bien se escinde por ser más de un discípulo quien reivindica ser el auténtico heredero del gurú gnóstico. A la vez, es fácil entender que unos grupos dependan estrechamente de otros, y que las sectas gnósticas hereden gran parte de su contenido de otras anteriores. El resultado es un número considerable de grupos gnósticos que se han sucedido a lo largo de la historia. Sin embargo, esto es compatible con el hecho de que el gnosticismo es, por su propia naturaleza, una religión minoritaria.

El gnosticismo ayer y hoy

Parece tratarse de una casualidad, pero el hecho es que la época más floreciente del gnosticismo coincide en el tiempo con la primera difusión del cristianismo, o sea, se encuentra en el siglo II. Del mismo modo que las abundantes gnosis de la época habían tomado elementos del platonismo, del estoicismo y de las diversas religiones –incluida la judía-, enseguida intentaron parasitar también el cristianismo. Conocemos los nombres de los principales creadores de grupos gnósticos “cristianos”: Basílides, Valentín, y, sobre todo, Marción, el primero en fundar una “iglesia gnóstica cristiana”. Proliferaron escritos gnósticos, algunos de ellos bajo la forma de nuevos evangelios, como el mencionado Evangelio de Judas o el Evangelio de Tomás. Tuvieron el suficiente éxito como para alarmar a la comunidad cristiana, no tanto por el número como por la posición de sus adeptos: el prurito de tener un conocimiento por encima del de la gente vulgar parece que resultaba atractivo. El caso es que las principales cabezas cristianas les dedicaron atención. El título completo del Adversus haereses de San Ireneo es Exposición y refutación del falso conocimiento (gnosis), y Tertuliano dedica una obra a refutar a Marción. Estos dos autores son las principales fuentes de conocimiento del gnosticismo primitivo. También tuvo auge el gnosticismo no cristiano, pero acerca de ello sólo tenemos referencias aisladas en obras de los neoplatónicos, que lo detestaban, y en comedias romanas que lo satirizaban.

El denominador común de este gnosticismo antiguo es, junto a las características generales mencionadas arriba, la contraposición del Antiguo y el Nuevo Testamento. El dios que describe el primero sería un demiurgo o divinidad inferior, del cual ha venido Jesús, un Dios superior enviado por el Supremo, a librar a los hombres, o al menos a quienes por él reciben la gnosis. A esto hay que unir unas cosmogonías que no tienen nada que envidiar a las de Plotino; algunas, por el contrario, son aún más fantasiosas.

El gnosticismo fue mucho más discreto en los siglos posteriores. Se nota su influencia en fenómenos como la Kabbala judía o las herejías cátaras y albigenses, que indican que siempre ha subsistido algún círculo gnóstico. Pero su resurgir hay que situarlo en la Edad Moderna, donde, por algún parecido formal se ha confundido a menudo con otros grupos como la masonería. Pero, mientras esta última nace en Gran Bretaña y se expande sobre todo por Francia e Italia, el principal caldo de cultivo del gnosticismo fue el misticismo alemán, y, aunque sobre ello se ha investigado poco, el ruso.

El siglo XIX ha supuesto un auge en Europa para el gnosticismo. El romanticismo promovió el interés por religiones antiguas y orientales, y en general por expresiones religiosas ajenas a lo racional. Conforme avanzaba el siglo, esta mentalidad fue recogiendo viejos mitos –antiguos así como otros más recientes, como los supuestos secretos de los templarios- y cuajando en pequeñas organizaciones. Entrado ya el siglo XX, entran en escena los Estados Unidos y, más tarde, Latinoamérica, con lo que aumenta el impulso creador de grupos gnósticos.

Los rosacruces

De entre los numerosos grupos existentes en nuestros días, destaca por su importancia el llamado gnosticismo rosacruciano, impulsado sobre todo por las que han venido a ser las dos mayores entidades gnósticas: la Fraternidad rosacruciana (Rosicrucian Fellowship), creada en 1911 por el norteamericano Max Heindel (pseudónimo de Carl Louis Grasshoff), que cuenta con 126 centros esparcidos por el mundo; y, sobre todo, la Antigua y Mística Orden de la Rosa Cruz (Antiquum et Mysticum Ordo Rosæ Crucis), más conocida por sus siglas AMORC, subdividida en unos 300 grupos con local propio (otras fuentes hablan de hasta 1.500), a la que se le calculan unos 250.000 miembros. La fundó el también norteamericano H. Spencer Lewis en 1915. El nombre “rosacruz” hace referencia al legendario viajero alemán del siglo XIV Christian Rosenkreutz, del que se declaran sucesores quienes lo adoptan.

Los seguidores de AMORC no pretenden ser cristianos, ni lo son, aunque reivindiquen un entronque con el cristianismo. Es debido a un trasfondo sincretista propio de Oriente, ya que su doctrina tiene clara impronta oriental, sobre todo india. Como es moneda común en el gnosticismo, hablan del hombre dual, de forma que con la muerte el alma se reintegra en la Gran Alma Universal, concepto estrechamente vinculado al del alma cósmica que se encuentra frecuentemente en las enseñanzas de los gurúes panteístas hindúes. La muerte rosacruciana es liberadora, pero es una liberación que debe ser ganada en este mundo. Se trata de lograr ser “Maestro del Templo Sagrado” –el cuerpo- y “Trabajadores del Laboratorio Divino” –el mundo-. Si con ello se purifica el alma, se produce la liberación; si no, el espíritu se reencarna con la carga negativa heredada que debe ser purificada: el karma hindú. Su simbología no es, empero, oriental, sino que está mayoritariamente tomada del antiguo Egipto. Afirman que tienen origen en la época del faraón Tutmosis III.

La Fraternidad Rosacruz de Heindel es algo distinta. Se autodenomina “sabiduría occidental” y reivindica el cristianismo, aunque también es sincretista y, sobre todo, gnóstica: “en esta hermandad oculta –afirman-, que aún subsiste, solamente son admitidos los hombres altamente evolucionados”. La Fraternidad se encarga “de preparar el mundo para la próxima Era del Acuario, y de proporcionarle así la futura religión de la Humanidad”. Su cristianismo es como el de los antiguos gnósticos del siglo II: Cristo es sólo una pieza –importante, eso sí- en el camino hacia la gnosis. A la vez, también creen en el karma, aunque aquí en doble sentido: según haya sido la vida conforme o no con las leyes naturales, se sube o se baja de nivel en la siguiente vida. A esta Ley de Retribución se le ha de sumar la Ley de Epigénesis, que, según afirman, “establece que, dado que el hombre es un dios en formación, posee el germen de la actividad creadora y, por tanto, utilizándola con su libre albedrío, puede crear y cambiar el curso de la evolución, propia o ajena y, en resumen, alterar el equilibrio del universo”. Jesucristo aportó, para estos gnósticos, dos leyes más: la del Perdón de los Pecados y la del Amor. Queda alguna más: las de Polaridad, Afinidad, Analogía y Evolución.

Otros gnosticismos

De entre la proliferación de grupos gnósticos, se pueden también destacar los de quienes reivindican la herencia espiritual de los antiguos templarios. En realidad, esta corriente comenzó en París en 1805, cuando un tal Bernard-Taymond Fabre-Palaprat creó en París la Orden del Temple. Al parecer, la antigua Orden del Temple –extinguida a principios del siglo XIV a instancias del rey francés Felipe el Hermoso- ha despertado una aureola de misterio con su final trágico, especialmente en Francia, que ha constituido el epicentro de este tipo de grupos. De hecho, cuando un grupo gnóstico contiene en su denominación la palabra “templo”, no se suele referir a un edificio religioso sino a la Orden del Temple. Hay poca uniformidad dentro de la tradición templaria. En un extremo, encontramos la Orden del Templo Solar, fundada por los franceses Luc Jouret, que procedía de la Orden Renovada del Temple, y Joseph di Mambro, un antiguo miembro de AMORC. Se hizo tristemente célebre por su trágica extinción, pues sus 57 miembros murieron violentamente, asesinados o por suicidio. En el mensaje que dejaron sus cabecillas, se podía leer, tras en anuncio de la inminente destrucción del mundo conforme a las directrices de una “Orden Superior Universal”, que “La Gran Logia Blanca de Sirio ha decretado la llamada de los últimos que portan la Sabiduría Ancestral”.

En el otro extremo podemos encontrar una organización deseosa de dejar de ser un grupo esotérico y parecerse más a una entidad cristiana, como sucede con la llamada Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén. Adoptan aires de orden militar –en realidad no tienen reconocimiento canónico alguno-, celebran las mismas fiestas que los antiguos templarios –San Miguel, la Candelaria, etc., liturgia incluida-, y procuran mantener distancias con los masones. Se les puede considerar cristianos, pero es algo más difícil afirmar que son católicos; más bien pretenden situarse por encima de la división en confesiones cristianas, con una especie de humanitarismo de fondo. Esto no es muy gnóstico, pero en sus orígenes sí que se encuentra presente la tradición gnóstica.

En medio, se han ido sucediendo una gran cantidad de grupos efímeros que, bajo la máscara templaria, han resucitado las viejas historias del gnosticismo pseudo-cristiano, añadiendo actualizaciones y fantasías. Aquí se halla la principal cantera inspiradora de leyendas de ocultos santos griales, escritos de Jesucristo, círculos ocultos de sabios (entre los que no suele faltar la inclusión de Leonardo, Galileo, Descartes o Newton) que han mantenido durante los siglos la antigua sabiduría gnóstica y la verdad sobre Cristo escondida para el vulgo. La explotación comercial de todo esto se ha hecho últimamente patente.

Del área hispano parlante podemos destacar, entre otras razones por su relativamente alta implantación en España, el llamado Movimiento Gnóstico Cristiano Universal. Lo creó en 1954 el colombiano afincado en México Víctor Manuel Gómez Rodríguez, que se hizo llamar “Venerable Maestro Samael Aun Weor”, afirmando que su alma había pasado por distintas reencarnaciones desde el comienzo del mundo, y correspondía realmente al Arcángel Samael. No se sabe mucho de sus ritos para los niveles avanzados –juran mantenerlos en secreto-, pero sí de sus doctrinas, pues el mismo Gómez escribió cinco libros. Encontramos ahí los elementos típicos del gnosticismo, aderezados con elementos tomados de todos lados. Su “cristianismo” es más que peculiar: Cristo no sería una persona, sino una fuerza impersonal inteligente que está latente en cada partícula de universo, y que a cada uno toca potenciar, pasando del “cuerpo lunar” al “cuerpo solar”, a través de prácticas como el yoga, la meditación, el estudio gnóstico y la llamada Sahaja Maithuna, una magia sexual de dudoso gusto. De todas formas, sería inútil buscar una coherencia en sus enseñanzas, pues han tenido variaciones con los años. Sobre el tono de sus enseñanzas, podemos hacernos una idea con su respuesta a la pregunta de cuándo alcanzará la piedra filosofal: “En 1978 se me entregará el Carbuncio Rojo, Afortunadamente, con ese carbuncio podemos ayudar mucho a la humanidad. A este Carbuncio Rojo también se le denomina Diamante Precioso, con el cual se cincelaron las paredes que constituyeron el templo de Salomón. No es cosa fácil llegar a poseer los Vehículos Superiores del Ser y nada fácil poseerlos si antes no se elimina el Mercurio Seco de la Filosofía. El Mercurio Seco no es otra cosa que los “agregados psíquicos inhumanos”, viva personificación de nuestros errores, de nuestros defectos psicológicos”.

Sin embargo, a pesar de la profecía, falleció a finales de 1977. Poco antes declaró que su alma pasaba a su seguidor Joaquín Amórtegui Balbuena, el “Venerable Maestro Rabolú”. Hubo conflictos de sucesión, y al final parece que ha sido su viuda, fallecida en 1998, la que más ha propagado la secta de Gómez, que está extendida por varios países.

El gnosticismo en España

¿Cuántos gnósticos hay en España? Debido a la naturaleza de los grupos y a su dispersión, resulta muy difícil dar una cifra. Podemos aventurar el número de cinco mil; de todas formas, se trata de una estimación de los gnósticos en un momento dado, pues la cifra aumenta considerablemente si se cuentan quienes se han sentido interesados el algún momento por un grupo gnóstico y ha seguido sus enseñanzas en mayor o menor grado.

El mayor porcentaje se lo llevan los rosacrucianos, con una particularidad. Consiste en que el mayor grupo, AMORC, sufrió una escisión en 1988 por parte de un canario, Ángel Martín Velayos, que fundó en Las Palmas su propio grupo, la Orden Rosacruz. Tuvo cierto éxito, lo que ha motivado que ya se haya establecido –con logias o talleres, según el tamaño- en al menos diez ciudades españolas. AMORC, cuya sede española está en Barcelona, reivindica dos mil adeptos en ese país, lo que posiblemente incluya a quienes reciben sus enseñanzas por correspondencia, aunque no hayan pasado por el rito de iniciación. La Fraternidad Rosacruz sólo está implantada en Madrid y Barcelona, con pocos miembros. Más numerosa en España es otra entidad, la Escuela Internacional de la Rosacruz de Oro –registrada como Fundación Rosacruz-, con centros en doce ciudades. También hay alguna representación del llamado Instituto Filosófico Hermético.

Entre los demás, destaca el mencionado Movimiento Gnóstico Cristiano Universal, que supera el millar de seguidores.

Consideraciones finales

Este breve panorama nos permite concluir que el gnosticismo es un fenómeno religioso parasitario. Por una parte, necesita de una sabiduría “inferior” para poderse proclamar la superior. Por otra, sus elementos no suelen ser originales. Aparte de tomarlos unos grupos de los precedentes, y de los prestados de la religión parasitada, son sacados de religiones y mitologías consideradas exóticas. En el alto imperio romano, lo exótico venía de Egipto y Persia principalmente; desde los viajes de la Baja Edad Media, ha pasado a ser el Extremo Oriente, sobre todo la India. Todo esto permite ver que considerar el gnosticismo “cristiano” como una herejía, como ha sucedido respecto a las doctrinas de Marción o Basílides, es algo equívoco. No se trata de una desviación, sino más bien de tomar prestados elementos cristianos para construir un gnosticismo.

Una religión planteada como un club de selectos –el gnosticismo, y en general, cualquier esoterismo, lo es- siempre será, por definición, una religión de minorías. Sin embargo, aquí no estamos ante captaciones de pobres desdichados sin cultura. Los adeptos suelen pertenecer a las clases más favorecidas. Es gente con pretensiones. Por eso puede ejercer su fascinación algo que se presenta como una sabiduría superior, cuando eso mismo, visto con un poco más de distancia y de sentido común, aparece como el producto de una fantasía desbordante predicado por unos iluminados que no parece que puedan gozar de buena salud mental si de verdad creen lo que dicen. En todo caso, se trata de algo regido por la visión y no por la lógica, por lo que ésta difícilmente puede hacer entrar en razón a quienes se escudan en el prurito de ser una mente superior.

En otro orden de cosas, conviene distinguir el gnosticismo propiamente dicho del uso comercial o literario que se ha derivado o se ha inspirado en el mismo. En general, los escritores de ficción siempre han buscado inspiración en fantasías de todo tipo, y es evidente que el gnosticismo constituye un buen filón. De ahí que se hayan inspirado en el gnosticismo novelas, cuentos, y en nuestros días también películas. Aquí vale sencillamente todo lo que vende, y en un mundo desorientado como el nuestro hay avidez de novedades extrañas, como las había en el Areópago cuando llegó San Pablo, y al final resulta que no es pura coincidencia el que también en aquellos momentos el gnosticismo estuviera en auge. El fenómeno gnóstico es permanente, pero a la vez florece más en sociedades en las cuales la religión pasa por un periodo de confusión, ambigüedad o escepticismo.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Estilo de vida homosexual reduce más años de vida... que fumar

Recientes estudios (2007) demuestran que el hábito de fumar reduce la esperanza de vida de una persona entre 1 y 7 años; mientras que el estilo y la conducta homosexual en Noruega y Dinamarca la disminuye... hasta en 24 años.

Así lo indicaron los doctores Paul y Kirk Cameron en la convención anual de la Eastern Psychological Association (EPA) de Estados Unidos, realizada el 2007.

"¿Qué justificación existe para condenar el hábito de fumar y aceptar la homosexualidad? Hoy, en todo el mundo occidental, los niños en el colegio aprenden que deben aceptar la homosexualidad y rechazar el tabaco", indica el Dr. Paul Cameron, quien también pertenece a la organización pro-vida Family Research Institute.

En Dinamarca, el país con la más larga historia en cuanto al "matrimonio" homosexual se refiere, entre 1990 y 2002, los hombres heterosexuales casados morían a la edad promedio de 74 años, mientras que los homosexuales varones "casados" lo hicieron a la edad promedio de 51 años.

En Noruega, los heterosexuales casados morían a los 77, en promedio; mientras que los homosexuales morían a los 52. En el caso de las mujeres la diferencia es similar: las casadas morían en promedio a los 78, mientras que las lesbianas en unión homosexual legal lo hacían a los 56.

"La reducción en la esperanza de vida para quienes viven la homosexualidad es significativa", explica el Dr. Cameron. "El mismo patrón de muerte temprana puede verse si miramos los obituarios en Estados Unidos".

"Dada la gran reducción de la esperanza de vida en los homosexuales, las escuelas deberían advertir fuerte y consistentemente a los niños, incluso más que como se hace con el tabaco. Las escuelas que están introduciendo una currícula pro-gay necesitan volver a pensar sus prioridades", concluyó el experto.

martes, 27 de mayo de 2008

Drogas, violencia y vandalismo "coronan" desfile homosexual en Sao Paulo

La edición número 12 de la llamada "Parada Homosexual" de Sao Paulo estuvo marcada por robos, actos de violencia y vandalismo, además de consumo de drogas en la vía pública.

Según denunciaron varios medios de prensa, hubo incluso una tentativa de invasión a la zona reservada para los periodistas por parte de unos cien manifestantes debido a la saturación de la Avenida Paulista. Como si fuera poco, uno de los carros alegóricos atropelló a un hombre y el puesto de emergencias atendió a unos 200 manifestantes, la mayoría víctimas de consumo excesivo de alcohol y drogas como éxtasis.

La estudiante paulista Marina Gonçalves de 25 años, fue una de las víctimas de los asaltos. "Este año la violencia estuvo peor que nunca. Se llevaron mi celular y mi cámara fotográfica. Tenía dos policías cerca y ni llegaron a ver el robo. Yo no vuelvo más", indicó.

Según informó la Guardia Civil, se registraron al menos 50 casos de robos, pero solo se detuvo a una persona.

El tradicional desfile homosexual es financiado cada año con fondos públicos y auspiciadores que son empresas del Estado. El estado paulista gastó 450 mil reales (unos 225 mil dólares) en la marcha y Petrobrás donó 200 mil reales (unos cien mil dólares). Es como si todos los contribuyentes fueran homosexuales y pagaran impuestos para financiar sus gustos.

Anuario Estadístico de la Iglesia

Ciudad del Vaticano, 27 de mayo de 2008 (Vatican Information Service).- La Librería Editora Vaticana acaba de publicar una nueva edición del Anuario Estadístico de la Iglesia, en el que se recogen datos sobre los principales aspectos relativos a la acción de la Iglesia católica en los diferentes países en el período 2000-2006.

A lo largo de estos siete años, la presencia de católicos en el mundo se mantiene estable, en torno al 17,3% de la población mundial. A pesar de que Europa cuenta con el 25% de la comunidad católica mundial, su crecimiento es inferior al 1%. En América y en Oceanía los fieles bautizados crecen respectivamente un 8,4% y un 7,6%. Sin embargo, el continente asiático se mantiene estable en 2006 en cuanto a proporción de fieles con respecto al total de la población. En África, con un crecimiento dos veces superior al de los países asiáticos, el número de bautizados pasa de 130 millones en 2000 a 158,3 millones en 2006.

Por lo que respecta al número de obispos en el mundo, se ha pasado de 4.541 en 2000 a 4.898 en 2006, con un aumento del 7,86%.

La población sacerdotal, tanto diocesana como religiosa, muestra un ligero crecimiento a lo largo de estos siete años (con un aumento del 0,51% a nivel mundial), pasando de 405.178 en 2000 a 407.262 en 2006. Si en África y Asia aumentan (respectivamente un 23,24% y un 17,71%), América se mantiene estable, mientras Europa y Oceanía disminuyen un 5,75% y un 4,37%.

Los sacerdotes diocesanos aumentan un 2%, pasando de 265.781 en 2000 a 271.091 en 2006. Por contraste, los sacerdotes religiosos se hallan en constante disminución (-2,31%), llegando a ser 136.000 en 2006. Los sacerdotes disminuyen claramente solo en Europa: si en 2000 representaban más del 51% del total mundial, en 2006 decrecen al 48%. Sin embargo, Asia y África juntas suponían en 2006 el 21% del total, mientras en 2000 el porcentaje era del 17,5%. América se mantiene alrededor del 30% del total y Oceanía representa poco más del 1%.

En cuanto a los religiosos no sacerdotes, si en 2000 eran 55.057, en 2006 alcanzan la cifra de 55.107. Comparando los datos por continentes, en Europa se percibe una neta disminución (-12,01%) y en Oceanía (-16,83%), manteniéndose establemente en América y aumentando en Asia (+30,63%) y en África (+8,13).

Las religiosas son casi el doble que los sacerdotes y 14 veces los religiosos, pero actualmente están disminuyendo. Han pasado de 800.000 en 2000 a 750.000 en 2006. En cuanto a su distribución geográfica, el 42% reside en Europa, el 28,03% en América y el 20% en Asia. En términos generales, las religiosas han aumentado en los continentes más dinámicos, África (+15,45%) y Asia (+12,78%).

El Anuario Estadístico de la Iglesia también recoge la evolución del número de estudiantes de filosofía y de teología en los seminarios diocesanos y religiosos. A nivel global han aumentado, pasando de 110.583 en 2000 a más de 115.000 en 2006, con un incremento del 4,43%. Mientras en África y en Asia los candidatos al sacerdocio han evolucionado positivamente, en Europa se percibe una reducción del 16%.

lunes, 26 de mayo de 2008

Los contribuyentes pagan por la ruptura de las familias

La desintegración de la vida familiar está costando una gran parte de los impuestos. Un informe publicado en abril calcula el coste anual en 112 mil millones de dólares, sólo en Estados Unidos.

"El coste de los impuestos del divorcio y de criar a los hijos fuera del matrimonio: primeras estimaciones para la nación y otros 50 Estados", ha sido publicado por cuatro organizaciones: el Institute for American Values, el Georgia Family Council, el Institute for Marriage y la Public Policy and Families Northwest.

"Este estudio documenta por primera vez que el divorcio y el criar a los hijos fuera del matrimonio - ambas cosas malas para los niños - también están costando un montón de dinero a los contribuyentes", afirmaba David Blankenhorn, presidente del Institute for American Values, en una nota de prensa que acompañaba el informe.

El matrimonio es más que una institución moral o social, observa el mismo estudio. Es una institución económica, y cuando se rompe los costes para los gobiernos locales, estatales y federales son muy altos.

El informe calcula en 112 mil millones de dólares el coste anual -o más de 1 billón de dólares en la pasada década-, algo que los autores consideran una estimación mínima. El gobierno federal soporta la carga más pesada, 70 mil millones de dólares, seguido por los estados con 33 mil millones, y 8mil 500 millones a nivel local.

Estos costes vienen de diversas fuentes: aumento de los gastos provenientes de impuestos para los programas contra la pobreza, la justicia penal y los programas de educación, y una aportación menor a los impuestos por parte de individuos que, como adultos, ganan menos debido a la reducción de oportunidades, resultado de haber crecido con más probabilidad en la pobreza.

El estudio sostiene que el apoyo del gobierno al matrimonio y a la familia sería una política económica inteligente. Sólo una ligera reducción de la tasa de divorcios podría ahorrar miles de millones de dólares al año.

Algunos estados se han dado cuenta de esto y el informe cita el ejemplo de Texas, que aprobó recientemente dedicar 15 millones de dólares en los próximos dos años para educación matrimonial y otros programas. El estudio explica que si esto trae consigo un descenso de menos del 1% en las rupturas matrimoniales, tendrá un resultado real para los contribuyentes tejanos.

El estudio presenta una visión general de los enormes cambios de la vida familiar en las últimas décadas:

- Entre 1970 y el 2005, la proporción de niños que viven con sus dos progenitores casados ha descendido del 85% al 68%.

- Más de un tercio de los niños de Estados Unidos nacen actualmente fuera del matrimonio: el 25% de los bebés blancos no hispanos, el 46% de los hispanos, y el 69% de los afro americanos.

- En el 2004, casi un millón y medio de niños nacieron de madres no casadas.

- Ha habido un ligero descenso en el número de divorcios desde 1980, no obstante esto se ha compensado por el aumento del número de niños criados por parejas no casadas, por lo que el porcentaje de niños que viven con un único progenitor ha aumentado sin descanso de 1970 a 1998, con una pequeña disminución después de 1998.

- El informe admite que un tema crucial es verificar hasta qué punto hay una relación causal entre la fragmentación familiar y los costes económicos para el gobierno.

- Los autores prosiguen mostrando evidencias de diversas fuentes que prueban su afirmación. Existe una amplia documentación, observan que el divorcio contribuye a la pobreza infantil.

- El análisis sugiere que prácticamente todo el aumento en la pobreza observado entre las madres divorciadas tiene su causa en el mismo divorcio, indica el informe citando un reciente estudio.

También se han investigado con profundidad los efectos en los niños del divorcio y de ser criados por un solo progenitor. El estudio cita investigaciones académicas en las que se indica cómo el vivir estas situaciones lleva a índices de criminalidad más alto y a problemas de delincuencia.

Las evidencias de otros países respaldan el informe de Estados Unidos. En Inglaterra, entre 1991 y 1997, el descenso medio de los ingresos de una madre tras la separación fue del 30%, informaba un estudio publicado por el Institute for Social and Economic Research de la Universidad de Essex.

El periódico Guardian observa que en los últimos años este descenso se ha suavizado de forma sustancial. Entre 1998 y el 2004, el descenso de renta fue sólo del 12%.

No obstante, los investigadores atribuían parte de esta mejora a un incremento en el nivel de apoyo económico del estado.

Los hogares rotos también crean problemas para los colegios, informaba el 19 de marzo de 2008 el periódico Telegraph. El declive de la familia tradicional está creando un "círculo vicioso" de fracaso escolar, pobreza y crimen, según la Association of Teachers and Lecturers, una organización de más 160 mil miembros.

El Telegraph indicaba que se ha manifestado esta preocupación precisamente en el momento en que se publicaban las cifras oficiales de madres solteras en Gran Bretaña que han aumentado en la pasada década en 250 mil, llegando hasta casi los dos millones.

Otra consecuencia para los niños en medios de las rupturas familiares es una salud mental más pobre. El 24 de abril, el Times de Londres informaba que, según un estudio encargado por Children's Society, más del 25% de los jóvenes de menos de 16 años se sienten deprimidos por las tensiones de la vida familiar, las amistades y el colegio.

Miles de niños tomaron parte en el estudio y, para muchos de ellos, la ruptura familiar era el problema.

Europa también está sufriendo grandes cambios en la vida familiar, como apuntaba un estudio reciente publicado por la agencia de noticias FIDES, la agencia misionera del Vaticano. En un dossier titulado "La Crisis de la Familia en Europa", la agencia reunía información de varios estudios y organizaciones.

La población de Europa pronto empezará a disminuir y ya está envejeciendo rápidamente, advertía FIDES. Cada 25 segundos hay un aborto en los 27 países miembros de la Unión Europea, indicaba el informe, mientras que, al mismo tiempo, se cierran 3 escuelas al día debido a la escasez de niños.

Tanto hombres como mujeres posponen el matrimonio, y en el 2005, casi dos millones de niños nacieron fuera del matrimonio. En algunos países cerca de la mitad de todos los nacimientos se atribuyen a madres solteras o a parejas de hecho. El número de divorcios sigue aumentando, con millones de niños afectados.

En medio de estas tendencias, FIDES indicaba también que, del 27% de producto interior bruto que Europa destina a gastos sociales, sólo un parte muy pequeña se dirige a apoyar a las familias, que, según parece, no se consideran una prioridad.

De hecho, el informe establece que "las instituciones y la legislación europeas consideran la familia como un legado histórico, en vez de una institución que pueda formar parte del futuro".

Por ello, añadía, los gobiernos no apoyan de forma activa a la familia basada en el matrimonio estable entre un hombre y una mujer y, a la contra, apoyan diversas formas de cohabitación.

También hay medidas que permiten la adopción de niños por solteros, en lugar de por parejas casadas, así como permitir la adopción a las parejas de hecho y a las del mismo sexo.

Benedicto XVI, consciente de la calamitosa situación de la familia, suele expresarse pidiendo a las autoridades públicas que apoyen el matrimonio. El respeto a la familia basada en el matrimonio es "imperativo", decía el Papa el 10 de enero al dirigirse a los representantes del gobierno local de Roma y de la región del Lacio.

"Lamentablemente, cada día constatamos cuán insistentes y amenazadores son los ataques y las incomprensiones con respecto a esta realidad humana y social fundamental", comentaba el Papa.

"Por consiguiente, es muy necesario que las Administraciones públicas no secunden esas tendencias negativas, sino que, por el contrario, ofrezcan a las familias un apoyo convencido y concreto, con la certeza de que así contribuyen al bien común", concluía.

El 16 de mayo, el Papa comentaba que muchas familias están reclamando ayuda a las autoridades civiles. Benedicto XVI hizo estas afirmaciones sobre la familia durante una audiencia con los representantes del Foro de Asociaciones Familiares y de la Federación Europea de Asociaciones Familiares Católicas, reunidos en Roma para una conferencia.

"Existe la necesidad urgente de un compromiso común para apoyar a las familiares con todos los medios disponibles, sea desde el punto de vista social y económico, como del jurídico y espiritual", afirmaba el Papa.

El Santo Padre alababa la iniciativa de movilizar a la gente para apoyar políticas fiscales de apoyo a la familia. Una iniciativa dolorosamente necesaria en muchos países del mundo.

sábado, 24 de mayo de 2008

Los mitos sobre las Cruzadas

Mito número 1: Las cruzadas eran guerras de agresión no provocadas contra un mundo musulmán pacífico.

Esta afirmación es completamente errónea. Desde los tiempos de Mahoma, los musulmanes habían intentado conquistar el mundo cristiano. E incluso habían obtenido éxitos notables. Tras varios siglos de continuas conquistas, los ejércitos musulmanes dominaban todo el norte de África, Oriente Medio, Asia Menor y gran parte de España.

En otras palabras, a finales del siglo XI, las fuerzas islámicas habían conquistado dos terceras partes del mundo cristiano. Palestina, la tierra de Jesucristo; Egipto, donde nace el cristianismo monástico; Asia Menor, donde san Pablo había plantado las semillas de las primeras comunidades cristianas. Estos lugares no estaban en la periferia de la cristiandad sino que eran su verdadero centro.

Y los imperios musulmanes no acababan allí. Siguieron expandiéndose hacia Occidente, hacia Constantinopla y más allá llegando hasta los mismos confines de Europa. Las agresiones provenían por tanto de la parte musulmana. Llegados a un cierto punto, la parte que quedaba del mundo cristiano no tenía más remedio que defenderse, si no quería sucumbir bajo la conquista islámica.

Mito número 2: Los cruzados llevaban crucifijos pero lo único que les interesaba era conquistar riquezas y tierras. Sus intenciones piadosas eran sólo una cobertura bajo la que se escondía una avidez rapaz.

Hace tiempo, los historiadores afirmaban que en Europa se había producido un aumento demográfico que llevó a un número excesivo de nobles segundones, adiestrados en las artes de la guerra caballeresca pero privados de la herencia de tierras feudales. Las cruzadas por tanto eran vistas como una válvula de escape que impulsaba a estos hombres guerreros a salir de Europa, hacia tierras por conquistar a expensas de otros.

La historiografía moderna, con la ayuda de la llegada de las bases de datos computarizadas, ha destruido este mito. Hoy sabemos que eran más bien los primogénitos de Europa los que respondieron al llamamiento del Papa en 1095 y a la consiguiente Cruzada.

Ir a una cruzada era una operación muy costosa. Los señores se veían obligados a vender o hipotecar las propias tierras para conseguir los fondos necesarios. Muchos de ellos, además, no tenían interés en constituir un reino de ultramar. Más o menos como los soldados de hoy, los cruzados medievales se sentían orgullosos de cumplir con su deber, pero al mismo tiempo deseaban volver a casa.

Tras los éxitos espectaculares de la primera cruzada, con la conquista de Jerusalén y de gran parte de Palestina, prácticamente todos los cruzados volvieron a casa. Sólo una mínima parte se quedó para consolidar y gobernar los nuevos territorios.

Asimismo el botín era escaso. Aunque los cruzados hubieran soñado con grandes riquezas en las opulentas ciudades orientales, prácticamente casi ninguno logró ni siquiera recuperar los gastos. Sin embargo, el dinero y la tierra no eran el motivo para lanzarse a la aventura de una cruzada. Iban a expiar los pecados y ganarse la salvación mediante las buenas obras en una tierra lejana.

Afrontaban gastos y fatigas porque creían que, yendo a socorrer a sus hermanas y hermanos cristianos en Oriente, habrían acumulado riquezas donde ni el orín ni la polilla las corroen.

Eran bien conscientes de la exhortación de Cristo, según la cual, quien no toma su cruz no es digno de Él. Recordaban también que «nadie tiene un amor más grande que quien da la vida por los amigos».

Mito número 3: Cuando los cruzados conquistaron Jerusalén, en 1099, masacraron a todos los hombres, mujeres y niños de la ciudad, hasta inundar las calles de sangre.

Esta es una de las historias preferidas por quien quiere demostrar la naturaleza malvada de las cruzadas.

Ciertamente es verdad que muchas personas en Jerusalén encontraron la muerte después que los cruzados conquistaran la ciudad. Pero este aspecto se debe considerar en el contexto histórico.

El principio moral aceptado en todas las civilizaciones europeas o asiáticas premodernas era que una ciudad que se había resistido a la captura y había sido tomada por la fuerza, pertenecía a los vencedores. Y esto no incluía sólo los edificios y los bienes, sino los habitantes. Por esta razón, cada ciudad o fortaleza tenía que sopesar cuidadosamente si podía permitirse resistir a los sitiadores. Si no, era más sabio negociar los términos de la rendición.

En el caso de Jerusalén, se intentó la defensa hasta el último momento. Se calculaba que las formidables murallas de la ciudad habrían detenido a los cruzados hasta la llegada de una fuerza proveniente de Egipto. Pero estaban en un error. Y cuando la ciudad cayó, fue saqueada. Se dio muerte a muchos habitantes pero otros muchos fueron rescatados o liberados.

Según el criterio moderno, esto puede parecer brutal. Pero un caballero medieval podría hacer notar que un número mucho mayor de hombres, mujeres y niños inocentes mueren cada día mediante las modernas técnicas de guerra, comparados con el número de personas que podían caer bajo la espada durante uno o dos días. Hay que observar que en las ciudades musulmanas que se rindieron a los cruzados, la gente no fue atacada. Se incautaban sus propiedades y se les dejaba libres de profesar la propia fe.

Mito número 4: Las cruzadas eran una forma de colonialismo medieval revestido de oropeles religiosos.

Es importante recordar que, en la Edad Media, Occidente no era una cultura poderosa y dominante que se aventuraba en una región primitiva y retrasada. En realidad quien era potente, acomodado y opulento era el Oriente musulmán. Europa era el Tercer Mundo.
Los Estados Cruzados, fundados tras la primera cruzada, no eran nuevos asentamientos de católicos en un mundo musulmán, semejantes a las colonizaciones británicas en América. La presencia católica en los estados cruzados era siempre muy reducida, en general inferior al 10% de la población. Eran gobernantes y magistrados, comerciantes italianos y miembros de las órdenes militares. La gran mayoría de la población de los estados cruzados era musulmana.

No eran por tanto colonias en el sentido de plantaciones o fábricas, como en el caso de la India. Eran puestos de avanzadilla. La finalidad última de los estados cruzados era defender los santos lugares en Palestina, especialmente Jerusalén, y proporcionar un ambiente seguro para los peregrinos cristianos que visitaban aquellos lugares.

No había un país de referencia de los Estados cruzados con el que pudieran mantener relaciones económicas, ni los europeos obtenían beneficios económicos de estos estados. Por el contrario, los gastos de las cruzadas para mantener el Oriente latino gravaban fuertemente sobre los recursos europeos. Como posiciones de vanguardia, los Estados cruzados tenían un carácter militar.

Mientras los musulmanes combatían entre ellos, los estados cruzados estaban a salvo pero, cuando los musulmanes se unieron, fueron capaces de derrumbar las fortificaciones, tomar las ciudades, y en 1291 expulsar completamente a los cristianos.

Mito número 5: Las cruzadas se hicieron también contra los judíos.

Ningún Papa ha lanzado jamás una cruzada contra los judíos. Durante la primera cruzada, una numerosa banda de malhechores, no pertenecientes al ejército principal, invadieron las ciudades de Renania y decidieron depredar y asesinar a los judíos que allí residían. Esto se produjo en parte por pura avidez y en parte por una errónea concepción por la que los judíos, en cuanto responsables de la crucifixión de Cristo, eran objetivos legítimos de la guerra.

El Papa Urbano II y los Papas sucesivos condenaron enérgicamente estos ataques contra los judíos. Los obispos locales y los otros eclesiásticos y laicos trataron de defender a los judíos aunque con poco éxito. De modo parecido, durante la fase inicial de la segunda cruzada, un grupo de renegados asesinó a muchos judíos en Alemania, antes de que San Bernardo lograra alcanzarlos y detenerlos.

Estas desviaciones del movimiento eran un indeseado subproducto del entusiasmo de las cruzadas pero no eran el objetivo de las cruzadas. Para usar una analogía moderna, durante la segunda guerra mundial algunos soldados estadounidenses cometieron crímenes mientras se encontraban en ultramar. Fueron arrestados y castigados por tales crímenes pero el motivo por el que habían entrado en guerra no era el de cometer crímenes.

La Inquisición y la brujería

Antes de entrar de lleno en el tema del Santo Oficio y la persecución de brujas en Europa, permitan que haga una breve introducción de la creencia en la brujería como un viejo fenómeno universal. Porque la creencia en las brujas, no fue -como mucha gente cree, y como puede leerse por ejemplo en la Enciclopedia de la brujería y demonología de Robbins (1959, 1992)- invención de la Iglesia.

La creencia en las brujas rebosa de elementos animistas, que revelan su antigüedad: Cuando la bruja se "come" a un ser humano no es la carne sino el "espíritu" de la carne lo que devora. Pero esto se cree suficiente para que la víctima se consuma y muera.

Parece que nos hallamos ante un único e idéntico complejo de tradiciones, difundido por todo el viejo mundo. Puede comprobarse lo mucho que tienen en común las creencias brujeriles europeas, asiáticas y africanas. Las ideas, por ejemplo, de juntas secretas de brujas, que en sus "aquelarres" nocturnos celebran banquetes a base de la carne de sus propios parientes; y la de que la brujería sea un poder innato para dañar a otros, transformarse en animales y volar por los aires, las comparten los tres continentes. Incluso algo tan específico como es el dejar en la cama un cuerpo fingido, en lugar del propio mientras la bruja acude al aquelarre, lo encontramos tanto en Asia, como en África y Europa. Son especialmente asombrosas las similitudes entre las creencias en brujas de Europa y la India, las cuales, en ambos casos, se remontan a la temprana Antigüedad (Henningsen 1997).

Para una mente teológica, la brujería, tal como lo concebía el pueblo, resultaba absolutamente inaceptable. Por eso la Iglesia desechó desde un principio estas creencias como supersticiones paganas.

De ello tenemos ejemplo en Dinamarca. En el año 1080 escribió el papa Gregorio VII al rey Harald de Dinamarca quejándose de que los daneses tuviesen la costumbre de hacer a ciertas mujeres responsables de las tempestades, epidemias y toda clase de males, y de matarlas luego del modo más bárbaro. El papa conminaba al rey danés para que enseñase a su pueblo, que aquellas desgracias eran voluntad de Dios, la cual deberían complacer con penitencias y no castigando a presuntas autoras.

La sabiduría de esta postura se refleja también en una crónica eclesiástica, al referir el caso de tres mujeres, quemadas por envenenadoras y perdedoras de personas y cosechas en 1090, cerca de Munich, diciendo de ellas, que murieron mártires.

De acuerdo con esta postura de la Iglesia no encontramos nada sobre las brujas en los más antiguos manuales del Santo Oficio. En el más antiguo, escrito por el inquisidor Bemard Gui, refiriéndose al año 1324, bajo el título "De sortilegis et divinis et invocatoribus demonorum" se citan diversas prácticas mágicas y de adivinación, junto con algunos conjuros al demonio. Lo más que se acerca a las brujas es al comentar sobre "fatis mulieribus quas vocant ´bonos res´ que, ut dicunt, vadunt de nocte" (Hansen 48). Las hadas que la gente con un eufemismo llamaba "la cosa buena" parece referirse a lo que en otro lugar se denomina "el aquelarre blanco" (Henningsen 1991).

El manual de Eymeric de 1376 tampoco entra en el terreno de las brujas, pero reproduce la condena que el Canon episcopi (incluido en el Decreto de Graciano, 1140) hace de aquellas mujeres que se creen capaces de volar por las noches en el cortejo de la diosa Diana. Por añadidura, dicho manual de Eymeric incluye el decreto del papa Juan XXII, de 1326, contra diversas formas de culto al demonio.

En la versión comentada que Francisco Peña publicó en 1578 del manual de Eymeric, se habla bastante sobre la conjuración al demonio y la relación que con éste tienen los magos; pero la mención del aquelarre sigue brillando por su ausencia. En todos esos manuales es notorio que el sortilegio ocupa el último lugar en la jerarquía de las herejías (Bethencourt 1994:180 f.).

Por desgracia, la sabia postura de la Iglesia cambia alrededor de 1400, al ser reinterpretada la noción popular de la brujería, de modo que ésta resultaba también posible desde el punto de vista teológico. Los detalles sobre lo que se consideraba una nueva secta de brujos los encontramos por primera vez en dos tratados escritos a mediados de la década de 1430. El uno: “Ut magorum et maleficiorum errores”, por Clode Tholosan, juez seglar en la provincia de Dauphine. El otro: “Formicarius”, por el dominico Juan Nider. Con ambos se inicia la interminable serie de tratados demonológicos de los siglos XV, XVI y XVII.

No es mi intención dar un repaso a esta literatura ahora. En su lugar voy a hacer una breve comparación entre la creencia popular en las brujas y la teoría demonológica, fundada en los principios teológicos de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, los cuales se mantuvieron casi sin modificación durante todo el periodo.

El concepto popular de la brujería como poder natural innato de la persona, se seguía rechazando. Sin embargo se admitía la existencia de brujas. Mas dichas brujas para poder obrar tenían necesariamente que haber pactado con el demonio. Del mismo modo se redefinió el don brujeril de transformarse en animales. Que el alma humana pudiera meterse en un animal -desde un punto de vista teológico- era imposible. Si la bruja se creía capaz de algo así, se lo debía al arte ilusorio del demonio.

"A nadie le hagan creer, que un ser humano realmente pueda transformarse en animal", dice el Compendium maleficarum de Guazzo de 1608. A continuación siguen refinadas explicaciones de cómo el demonio puede inducir a una bruja a creerse transformada en lobo. Por ejemplo, puede el demonio del simple aire crear una forma de lobo e introducirse él dentro de la misma, para hacer luego todo tipo de descalabros. Mientras tanto yace la bruja en su cama y experimenta su apariencia de lobo como un hecho absolutamente real. En caso de que alguien consiguiese herir al ilusorio lobo, el demonio procuraría herir a la bruja del mismo modo y en la misma parte del cuerpo, de modo que la bruja, al despertar, crea firmemente que todo ha ocurrido en realidad (Guazzo 1929:51).

Un problema especial representaba para los teólogos el supuesto vuelo de las brujas. Según la noción popular, el alma humana abandona el cuerpo, dejando a este yacer como sin vida. Mas esta explicación era inaceptable para los teólogos. En tanto una persona no esté muerta, el alma y el cuerpo son inseparables. Si el demonio fuese capaz de extraer el alma del cuerpo de la bruja y devolverla luego a éste, sería un milagro -y no un milagro cualquiera-, sería comparable al milagro de la Resurrección.

La explicación ortodoxa demonológica surgió de la necesidad de resolver el problema. Para ello hubo que admitir que la presencia de las brujas en el aquelarre, a veces era real (en cuyo caso era siempre también corporal), mas otras veces, sería irreal (cf. Clark 1997:191).

La creencia de que las brujas se juntaban en asambleas nocturnas, como anteriormente se ha dicho, databa de muy antiguo. Pero la idea de que ocurriese bajo los auspicios del demonio, era innovación de los demonólogos. Del mismo modo, la idea de que las brujas formasen parte de una secta, era totalmente ajena al concepto popular de la brujería. Probablemente debamos semejante sutilidad a la creatividad inquisitorial.

Es hora ya de que contemplemos la revisión cronológica que se ha hecho de la persecución de brujas en Europa. No hace mucho tiempo que los historiadores coincidían en culpar a la Inquisición del surgimiento de dicha persecución. Según Joseph Hansen la primera quema de una bruja habría tenido lugar en 1275, cuando la Inquisición de Toulouse condenara a una tal Angela de la Barthe por haber comido carne de niños y tenido relaciones con el demonio. A lo largo del siglo siguiente, o sea, durante todo el siglo XIV, de acuerdo con dicha gran autoridad alemana, cientos de hombres y mujeres, acusados de brujería, habrían sido quemados por las Inquisiciones de Toulouse y Carcasonne.

A partir de Hansen se sugiere también la seductora idea de que la Inquisición, tras haber exterminado a cataros y valdenses, se volcó sobre las brujas para no quedarse inactiva. La investigación más reciente ha demostrado algo totalmente distinto. Todos los datos sobre la sangrienta caza de brujas en el sur de Francia se remontan a un libro de divulgación escrito por el novelista francés Lamothe-Langon (1829). A mediados de 1970 un historiador inglés y otro americano demostraron, independientemente uno de otro, que las fuentes medievales presentadas por Lamothe-Langon jamás existieron, sino que las había inventado él para sazonar su relato (Cohn 1975; Yieckhefer 1976).

A raíz de este descubrimiento, la cronología se ha retrasado como casi cien años, nueva imagen que se perfila se puede resumir como sigue: Los primeros aunque escasos informes datan de 1360. O sea, un siglo después de la supuesta quema en Toulouse. No fue la Inquisición quien inició la persecución sino la justicia civil en Suiza y Croacia. Resulta interesante ver cómo la Inquisición de Milán no sabía qué hacer con dos caminantes nocturnas, que en 1384 y 1390 confesaron haber participado en una especie de aquelarre blanco en el que el hada Madonna Oriente les instruía en la forma de ayudar a la gente a combatir la brujería.

Parece ser que la legalización de la caza de brujas tuvo su origen en las exigencias del pueblo, que presionaba a los tribunales civiles. Poco a poco, la Iglesia también hubo de adaptarse a esta corriente; pero la Inquisición no aparece involucrada en ese tipo de persecuciones con anterioridad al siglo XV.

Con el fin de obtener una idea más exacta de la participación del Santo Oficio en la caza de brujas, se han examinado la relación de procesos hecha por Richard Kieckhefer, y se ha podido comprobar que los procesos por brujería propiamente dicha -en tanto cuanto estos puedan diferenciarse de los procesos por magia- están repartidos entre tribunales civiles, episcopales y de Inquisición.

De un cálculo aproximado de 1,000 causas, el 63% fue juzgado por las autoridades civiles; el 17% corresponde a tribunales episcopales, mientras que el 20% corresponde a la Inquisición. La mitad de las 200 causas de que se trata, se debieron al inquisidor Heinrich Institoris, cuya persecución de brujas en el año 1484 había sido autorizada por una bula del papa Inocencio VIII.

Teniendo en cuenta la gran inseguridad que los cálculos nos ofrecen, a causa del material perdido y de la escasez de información sobre las cifras de las víctimas, todo parece indicar que la Inquisición no jugó tan importante papel, como invariablemente se le adjudica, en la persecución de brujos durante la Edad Media.

Bueno, eso en cuanto a la Edad Media, pero ¿qué puede decirse de la Inquisición y la Edad Moderna?

Para el año 1525 aproximadamente, los tribunales inquisitoriales de Europa se habían extinguido y la Era del Santo Oficio medieval había tocado su fin. Entre tanto, una nueva forma de Inquisición había visto la luz del día. Se trata de una Inquisición "moderna", instituida sobre bases nacionales. La primera de este tipo se estableció en España, en 1478, con bula papal. A la Inquisición española, le siguieron la portuguesa (1531), y la "romana" (1542).

Antes de seguir adelante con la participación del Santo Oficio en los procesos contra las brujas en los siglos posteriores a la Edad Media, vamos a detenernos unos momentos para ver en cuánto se estima hoy, basándose en los resultados más recientes de investigación, el coste en vidas humanas de las modernas persecuciones. Se calcula que hubo cerca de 100,000 causas de brujería en Europa, de las cuales, la mitad, o sea, unas 50,000 personas acabaron en la hoguera. Pero, como podemos ver, la intensidad de las persecuciones varió mucho de país a país.

La ejecución de brujas en Europa: Portugal 7, España 300, Italia 1,000, Países Bajos 200, Francia 4,000, Inglaterra y Escocia 1,500, Finlandia 115, Hungría 800, Bélgica y Luxemburgo 500, Suecia 350, Islandia 22, Chequía y Eslovaquia 1,000, Austria 1,000, Dinamarca y Noruega 1,350, Alemania 25,000, Polonia y Lituania 10,000, Suiza 4,000, Liechtenstein 300.

La mitad de las quemas de brujas se produjeron como vemos en los estados alemanes, donde fueron ejecutadas 25,000 personas. Más poniendo el número de ejecuciones en relación con el de habitantes, vemos que Liechtenstein es el lugar donde más cruda fue la persecución: 300 quemas con relación a 3,000 habitantes, corresponde a un 10 % de la población. A la cabeza del extremo opuesto de la escala, con una intensidad de una fracción de unidad por mil, encontramos a Portugal, España e Italia, los únicos países que conservaron la Inquisición, adaptándola a su nueva base nacional.

La documentación correspondiente a la primera parte de la Edad Moderna, que es la época que nos interesa, es tan abundante, que nos permite con gran seguridad decir cuántas de las quemas de brujas registradas se debieron a la Inquisición.

Las cifras, por inesperadas, resultan asombrosas: para Portugal es 1, para España, 27 y para Italia, 8. El resto de un total de casi 1,300 ejecuciones, repartidas entre los tres países, se debieron a los tribunales civiles y episcopales de los mismos.

En ya anticuados estudios encontramos a menudo la suposición de que en España, Portugal e Italia, el Santo Oficio tenía tanto que hacer persiguiendo a judíos, mahometanos y protestantes, que no le quedaba tiempo para perseguir también a las brujas. La revisión sistemática de los archivos inquisitoriales nos demuestra algo muy distinto. Calculo que la Inquisición en los países católicos del Mediterráneo llevó a cabo entre 10,000 y 12,000 procesos de brujería, que, no obstante, fueron sentenciados con penas menores o absolución.

Es importante subrayar que las teorías demonológicas no fueron asunto exclusivo de la Teología. Filósofos, matemáticos y físicos debatían seriamente dichas especulaciones en el seno de las universidades europeas más prestigiosas. Y el debate duró hasta principios del siglo XVIII. Todo lo contrario de lo que generalmente se cree, la demonología fue una precursora de la ciencia moderna.

La explicación al hecho de que la Inquisición prestase tan poco interés al aspecto demonológico, nos la da un catedrático de la Universidad de Salamanca. Raphael de la Torre observa a principios del siglo XVII, que mientras los especialistas en Derecho Romano y los teólogos, normalmente opinaban que el aquelarre era un hecho real, coincidían casi todos los canonistas en rechazarlo como producto de la imaginación.

Notemos que precisamente era a canonistas, a quienes la Inquisición solía dar empleo. Esto podría explicar por qué este sector seguía aferrado a la tradición medieval del Canon episcopi.

La cuestión del inexplicable escepticismo inquisitorial merece ser examinada a la luz de un amplio contexto histórico-teológico. Expondré aquí brevemente hasta qué punto el escepticismo inquisitorial repercutió en la situación de las brujas en España.

Al principio España siguió a la zaga de otros países. De 1498 a 1522, el Santo Oficio condenó a once brujas a la hoguera. Mas en 1526, la élite de teólogos española se reunió en Granada para elaborar unas nuevas instrucciones con respecto a la brujería. Dichas instrucciones no tuvieron su igual en otras partes.

¿Dónde en el resto de Europa encontramos paralelos a ordenanzas como las siguientes?:

- Cualquier bruja que voluntariamente confiese y muestre señales de arrepentimiento, será reconciliada sin confiscación de bienes, y recibirá penas salutarias para sus almas.

- Nadie será arrestado en base de las confesiones de otras brujas.

- Los Jueces averiguarán si las personas por ellos detenidas, ya han sido anteriormente sometidas a tortura por otras justicias.

- Preguntando a los demás residentes de la casa os enteraréis de si dichas personas, en la noche que aseguran haber asistido a la junta de brujas, realmente se ausentaron de casa, o si, por el contrario, estuvieron en ella toda la noche sin salir.

Las instrucciones contenían también un párrafo, según el cual, todos los casos referentes a tan complicada materia, deberían siempre ser remitidos al Inquisidor General y su Consejo.

Con las instrucciones de 1526, se consiguió librar a España de la quema de brujas durante la mayor parte del siglo XVII.

Influida por Francia, en 1610, la Inquisición española volvió a introducir en el norte de España la pena de la hoguera. En total 7,000 personas fueron acusadas de brujería. Todo ello podría haber terminado en un auténtico holocausto. Más, por suerte, el inquisidor Salazar, encargado de las pesquisas, se había comprometido a conseguir pruebas sobre la existencia de la temida secta diabólica.

En su informe al Inquisidor General, Salazar concluye: "No hubo brujos ni embrujados hasta que se empezó a hablar y escribir de ellos". Dicha investigación contribuyó a la definitiva abolición de las quemas de brujas en todo el Imperio Español.

Permítanme referir un par de puntos del memorial de este, injustamente, aún poco reconocido abogado de las brujas. Oponiéndose a sus dos colegas del tribunal -quienes hallándose totalmente convencidos de la existencia de las brujas, deseaban acabar con ellas en el fuego- Alonso de Salazar expuso: “Mis colegas están perdiendo el tiempo al mantener que solamente los brujos alcanzan a entender aquello más dificultoso y especulativo, ya que han de sentenciarlo acá jueces que no son brujos” (doc. 14.28). “Ni tampoco mejoramos nada con averiguar que el demonio pueda hacer esto y aquello, repitiendo a cada paso la teoría de su naturaleza angélica, y porque den también los doctores por asentadas aquellas cosas, ya que sólo sirve de fastidio inútil pues nadie las duda. La cuestión es si en el caso concreto, ha pasado como lo dicen los brujos... porque ni ellos han de ser creídos, ni el juez dará sentencia mas que en lo que exteriormente sea verdad y de igual modo perceptible para cuantos las oyeren” (doc. 14.29).

En otras palabras, Salazar sostenía, que el aspecto demonológico era irrelevante en los casos concretos de brujería. Sobre tal revolucionario postulado reposaba todo su método protopositivista, como muy bien podríamos llamarlo, puesto que el positivismo, como filosofía, nació más tarde.

De esta exposición histórica podemos sacar las siguientes conclusiones:

1.- Mientras que la Inquisición solía mostrarse dura y tajante con judíos, mahometanos y protestantes, se mostró inusitadamente blanda en cuanto al castigo de la brujería y otras formas de delitos mágicos. Tan blanda, que considerado con los ojos de un europeo del norte o del centro de Europa, debió resultar un escándalo.

2.- La Inquisición podía haber causado un holocausto de brujos en los países católicos del Mediterráneo -mas la historia nos demuestra algo muy diferente- la Inquisición fue aquí la salvación de miles de personas acusadas de un crimen imposible.

viernes, 23 de mayo de 2008

La Inquisición Protestante

Un punto del que no se ha hablado es que los Protestantes también tuvieron una Inquisición totalmente sometida al poder político de la Época. Los historiadores solo tienen dedos para señalar la Inquisición católica guardando un silencio hipócrita sobre lo acaecido en los territorios protestantes.

Los primeros protestantes no se distinguieron por ser los campeones de la “libertad de opinión” como nos lo han hecho creer… ellos que clamaban por libertad religiosa en los países católicos que en sus territorios la primera medida que tomaban era la suspensión total de la Misa y el obligar a los ciudadanos por ley a asistir obligatoriamente a los cultos reformados, la destrucción de Iglesias católicas, de imágenes junto al asesinato de Obispos, Sacerdotes y religiosas marcaron estos territorios mucho mas que lo que ocurría en su contraparte católica.

Para citar solo algunos ejemplos (ya que todas las fuentes investigadas solo hablan de la Inquisición Católica y ni una de la Protestante):

- Se recuerda la masacre de los monjes de la Abadía de San Bernardo de Bremen cuyos monjes fueron asesinados, desollados y se les hecho sal en la carne viva siendo después colgados del campanario por turbas protestantes en el siglo XVI.

- El ahorcamiento de seis monjes cartujos y del Obispo de Rochester en la Inglaterra Protestante en 1535.

- La quema de miles de católicos y anabaptistas por Enrique VIII en el siglo XVI siendo su hija católica Maria la que heredó el título de “Maria la sanguinaria”.

- La quema en la hoguera de Juan Server, el descubridor de la circulación de la sangre, en Ginebra por orden de Calvino, sin embargo solo se recuerda el “caso Galileo” y que no fue ajusticiado.

- Cuando Enrique VIII comenzó la persecución católica en Irlanda existían mas de 1,000 monjes Dominicos, de los cuales solo DOS sobrevivieron la persecución.

- En la época de la protestante Isabel Tudor alrededor de 800 católicos eran asesinados por año.

- El historiador protestante Henry Hallam dice: “La tortura y la ejecución de los Jesuitas en el reinado de Isabel Tudor fue caracterizado por el salvajismo y el prejuicio”.

- Un acto del Parlamento Inglés decretó en 1652 que “cada sacerdote romano debe ser colgado, decapitado y desmembrado y después quemado y sus cabezas expuestas en un poste en lugar público”.

- En la Alemania Luterana los Anabaptistas era cosidos en sacos y echados en los ríos.

- En la Escocia Presbiteriana de Juan Knox, en un periodo de seis años, se quemaron más de 1,000 mujeres acusadas de hechicería.

- En las ciudades tomadas por el Protestantismos, los católicos tenían que abandonarlas dejando en ellas todas sus posesiones o convertirse al Protestantismo, si se les descubría celebrando la misa eran castigados con la muerte.

Es un mito que la táctica de la tortura fue un arma católica de la Inquisición.

Janssen, un escritor de esta época, cita a un testigo el cual dice “el teólogo protestante Meyfart describe la tortura que el personalmente presenció: Un español y un Italiano fueron los que sufrieron esta bestialidad y brutalidad. En los países católicos no se condena a un asesino, a un incestuoso o a un adúltero a mas de una hora de tortura, pero en Alemania la tortura se mantiene por todo un día y una noche y hasta por dos días… algunas veces hasta por cuatro días después de los cuales se comienza de nuevo… es una historia exacta y horrible que no pude presenciar sin aún estremecerme”.

El mismo Janssen nos da este dato: “en Augsburg en el año 1528 cerca de 170 Anabaptistas de ambos sexos fueron puestos en prisión por orden del ayuntamiento, muchos de ellos fueron quemados vivos, otros fueron marcados con hierros candentes en la mejilla o sus lenguas fueron cortadas.

En Aubsburg el 18 de enero de 1537 el consejo municipal publicó un decreto donde se prohibía el culto católico y se les daba 8 días para que los católicos abandonaran la ciudad, pasado ese término se envió a los soldados a perseguir a los que no aceptaron la nueva fe; se tomaron las Iglesias y monasterios se destruyeron las estatuas y los altares.

Frankfurt emitió una ley parecida y la total suspensión del culto católico se extendió a todos los estados alemanes y después se tacha a la Iglesia Católica de intransigente.

En 1530 en sus comentarios al Salmo 80 Lutero aconsejaba a los gobiernos que aplicaran la pena de muerte a todos los herejes.

En el distrito de Thorgau (Suiza) un misionero Zwingliano al frente de una turba protestante saqueó, masacró y destruyó el monasterio local.

Erasmo se aterró de ver a piadosos fieles excitados por sus predicadores protestantes: “salir de la Iglesia como posesos con la ira y la rabia pintadas en el rostro, como guerreros animados por un general”. El mismo Erasmo le comenta en una carta a Pirkheimer lo siguiente: “Los herreros y obreros quitaron las pinturas de las Iglesias y lanzaron tales insultos a las imágenes de los santos y al mismo crucifijo que es harto sorprendente que no hubiese un milagro. No quedó ni una estatua en Iglesias ni monasterios... todo lo que podía arder fue arrojado al fuego y el resto reducido a fragmentos, nada se salvó”.

En la Zurich Protestante se ordenó quitar todas las imágenes religiosas, reliquias y adornos de las Iglesias y hasta el órgano fue desterrado, la catedral quedó desnuda como lo está hasta hoy. A los católicos se les inhabilitó para ocupar cargos públicos, la asistencia a Misa se castigaba con una multa la primera vez y penas mas severas a los reincidentes.

En Leiphein el 4 de Abril de 1525, más de 3,000 campesinos guiados por un ex sacerdote tomaron la ciudad, saquearon la Iglesia, asesinaron católicos e hicieron sacrilegios en el altar con profanación de los sacramentos.

Un hecho que totalmente pareciera que nunca hubiera ocurrido si no estuviera bien documentado fue el Saqueo de Roma, ni siquiera los católicos saben que este hecho ocurrió.

¿Qué fue el saqueo de Roma?

El saqueo de Roma fue uno de los episodios más sangrientos del renacimiento. El día 6 de Mayo de 1527 los miembros de las legiones luteranas del ejército Imperial de Carlos V se sublevaron y tomaron por asalto la ciudad de Roma, unos 18,000 Lansquenetes se lanzaron durante semanas a la más viciosa de las represiones generando una orgía de sangre por la que pasan los historiadores alegremente sin prestar atención.

Un texto veneciano dice de este saqueo “El infierno no es nada si se le compara con la visión de la Roma actual”. Los soldados Luteranos declararon a Lutero “Papa de Roma”, esto son los algunos resultados ante los cuales la historia de algunos “eruditos” calla cobardemente:

- Todos los enfermos del Hospital Espíritu Santo fueron masacrado en sus camas.

- De los 55,000 habitantes que contaba Roma solo sobrevivieron 19,000.

- Las pedidas fueron de 10 millones de Ducados, suma astronómica en la época.

- Los Palacios fueron volados a cañonazos con sus habitantes dentro.

- Las cabezas de los Apóstoles San Juan y San Adres sirvieron para jugar las tropas

- El río llevaba cientos de cadáveres de religiosas, laicas y niñas violadas, y con lanzas incrustadas en su sexo.

- Las Iglesias y San Pedro fueron convertidos en establos y misas profanas con prostitutas que se parodiaban con la soldadesca.

Dice Gregoribus al respecto: “Algunos soldados borrachos pusieron a un asno unos ornamentos sacerdotales y obligaron a un sacerdote a darle la Comunión. El desventurado sacerdote engullo la forma y sus verdugos le dieron muerte con horribles tormentos”.

Cuenta P. Mexía: “Y tras esto, sin hacer diferencias de lo sagrado ni lo profano fue toda la ciudad robada y saqueada, sin quedar casa ni templo alguno que no fuera robado, ni hombre alguno que no fuese preso y rescatado”.

Erasmo de Rótterdam dice de este acto: “Roma no solo era la fortaleza de la religión cristiana, la sustentadora de los espíritus nobles y el mas sereno refugio de las musas; era también la madre de todos los pueblos. Porque para muchos Roma era más querida, más dulce, más bienhechora que sus propios países. En verdad el saqueo de Roma no constituyo solo el ocaso de esta ciudad, sino de todo el mundo”.

Nadie habla de este horror brevemente expresado y que pueden verificar en cualquier libro de historia. El mundo calla, como calla hoy ante el asesinato de miles de católicos por fundamentalistas musulmanes e hindúes.

Es elegante hablar mal de la Iglesia de Cristo, los católicos solo contamos para las noticias de escándalos.

LA OPINION DE LOS GRANDES REFORMADORES PROTESTANTES SOBRE EL USO DE LA VIOLENCIA.

Una de las bases de la Reforma Protestante, las Indulgencias, si se hace un estudio sincero e imparcial se darán cuenta de que eran mal interpretadas por los Reformadores o por el pueblo sin preparación religiosa.

En 1518 el Papa Leon X emitió una Bula Pontificia donde aclaraba las indulgencias y su uso. En esta se rechazaba mucho de los méritos atribuidos a éstas; las Indulgencias NO perdonaban los pecados ni las culpas, sino solo las penitencias terrenales que la Iglesia (no un gobernante secular) había impuesto; en cuanto a librar las almas del Purgatorio, el poder del Papa se limitaba a las plegarias en que suplicaba a Dios que aplicara al alma de un difunto el excedente del mérito de Cristo y los Santos (La Reforma en Alemania, Will Durant).

De nada sirvió, la Reforma siguió su curso. La forma de pensar de los Reformadores fue extremadamente violenta y muchas veces fue un llamado al crimen, así vemos que Lutero en el 1520 escribía en su “Epitome”: “Si Roma así lo cree y enseña, a sabiendas de papas y cardenales, declaro francamente que el verdadero Anticristo esta entronizado en el templo de Dios y reina en Roma (la empurpurada Babilonia) y que la Curia es la Sinagoga de Satanás…Si la furia de los romanistas no cesa, no quedará otro remedio sino que los emperadores, reyes y príncipes rodeados de fuerza y armas, ataquen a esa plaga del mundo y resuelvan el asunto no ya con palabras, sino con la espada... Si castigamos a los ladrones con la horca, a los salteadores con la espada, A LOS HEREJES CON LA HOGUERA porque, con mayor razón, no atacamos con las armas a estos maestros de perdición, a esos cardenales, a esos papas, a toda esa cima de la Sodoma romana, que ha corrompido perpetuamente a la Iglesia de Dios y nos lavamos las manos en su sangre”.

En un folleto llamado “Contra el falsamente llamado orden espiritual del Papa y los Obispos” en Julio de 1522 dijo: “Seria mejor que se asesinase a todos los Obispos y arrásese a todas las fundaciones y claustros que no se destruyese un alma sola, para no hablar ya de que todas las almas se perdiesen para salvar sus indignos fraudes e idolatrías. ¿Qué utilidad tiene los que así viven en la Iujuria, alimentándose con el sudor y la sangre de los demás?”


En su folleto “Contra la horda de campesinos que roban y asesinan” Lutero decía a los príncipes: “Empuñad rápidamente la espada, pues un príncipe o señor debe recordar en este caso que es el ministro de Dios y servidor de su ira (Romanos XIII) a quien se entregó la espada para emplearla contra tales hombres…Si puede castigar y no lo hace (aunque el castigo consista en privar de la vida y derramar sangre) es culpable de todos los asesinatos y todo el mal que esos hombres cometan“.

Lutero escribía en Julio de 1525 en su “Carta abierta sobre el libro duro contra los campesinos”: “Si creen que esta respuesta es demasiado dura y que su solo fin es hacerles callar por la violencia, respondo que esto es verdad. Un rebelde no merece que se le conteste con razones, porque no las acepta. El que no quiere escuchar la Palabra de Dios cuando se le dice con bondad ha de escuchar al verdugo cuando este llega con su hacha. No quiero oír ni saber nada de misericordia”.

Sobre los judíos decía en sus famosas “Charlas de sobremesa”: “Arrójeles quien quiera que pueda azufre y alquitrán, si uno pudiera echarles fuego del infierno tanto mejor... y esto debe hacerse en honor a Nuestro Señor y del cristianismo. Sean sus casas astilladas y destruidas…Séanles quitados sus libros de oraciones y Talmudes y también toda su Biblia; prohíbase a sus rabinos la enseñanza so pena de muerte de ahora en adelante. Y si todo esto fuera poco, sean expulsados del país como perros rabiosos”.

Y aún se acusa a la Iglesia católica de antisemitismo y se tacha las palabras de perdón del Papa de flojas...

¿Quién de la Iglesia Luterana ha pedido perdón a los judíos?

Willibald Pirkheimer dijo en 1529 sobre la Reforma: “No niego que al principio todos los actos de Lutero no parecían ser vanos, pues a ningún hombre podían complacer todos aquellos errores e imposturas que se habían acumulado gradualmente en el cristianismo. Por ellos esperaba yo, junto con otros, que podría aplicarse algún remedio a tan grandes males; pero fui cruelmente engañado. Pues antes que se extirparan los errores anteriores, se introdujeron otros muchos más intolerables, comparados con los cuales los otros parecen juegos de niños. Las cosas han llegado a tal punto que los bribones papistas parecen virtuosos al lado de los evangélicos. Lutero con su lengua desvergonzada e ingobernable, debe de haberse vuelto loco o debe estar inspirado por un espíritu maligno”.

Pensamiento y obra de otros padres de la Reforma:

Tampoco Calvino fue un dechado de caridad, vemos que en sus “institutos”: “Personas que persisten en las supersticiones del anticristo romano deben ser reprimidas por la espada”:

- En 1547 James Gruet se atrevió a poner una nota criticando a Calvino y fue arrestado, torturado en el potro dos veces al día por un mes y finalmente sentenciado a muerte por blasfemia, se le clavaron los pies a una estaca y se le cortó la cabeza.

- Los hermanos Comparet en 1555 fueron acusados de libertinos y fueron ejecutados y desmembrados para exhibir sus partes en diferentes sitios de Ginebra.

Melanchton, el Teólogo de la Reforma aceptó ser el presidente de la Inquisición Protestante que persiguió a los Anabaptistas. Como justificación dijo: “¿Porque tenemos que tener con esa gente mas piedad que Dios?”, esto lo dijo convencido de que los Anabaptistas arderían en el infierno.

La Inquisición Luterana se implantó con sede en Saxon, con Melanchton como presidente. Al final de 1530 este presentó un documento donde defendía el derecho a reprimir por la espada a los Anabaptistas, Lutero escribió de su mano una nota que decía: “esto es de mi agrado”.

Zwinglio, en 1525 comenzó la persecución de los Anabaptistas en Zurich, las penas iban desde ahogamiento en el lago o en los ríos hasta la hoguera.

John Knox, padre del Presbiterianismo como dijimos quemó en la hoguera a mil mujeres acusadas de brujas en Escocia.

Rosseau dijo de la Reforma: “la Reforma fue intolerante desde su cuna y sus autores se cuentan entre los grandes represores de la humanidad”. En su “Filosofía Positiva” decía: “La intolerancia del Protestantismo con certeza no fue menor que la del catolicismo y ciertamente mas reprobable”.

La violencia no solo se ejerció con los Católicos, los Reformadores fueron entre si enormemente violentos, veamos la opinión que se merecían entre si:

- Lutero dijo de “Oecolampaius y Calvino y otros herejes similares tienen demonios sobre demonios, corrompido el corazón y la boca mentirosa”.

Lutero, a la muerte de Zwinglio (1531) dijo: “Esta bien que Zwinglio haya muerto en el campo de batalla, que clase de triunfo y que bien Dios lleva sus negocios”. También dijo: “Zwinglio esta muerto y condenado y se lo merece por ladrón y rebelde y por llevar a otros a seguir sus errores”.

Zwinglio no se quedó atrás y decía de Lutero: “el demonio se ha adueñado de Lutero a tal grado que hasta nos hace creer que lo tiene en total posesión, cuando se le ve entre sus seguidores totalmente parece que una legión lo ha poseído”.

SUSPENCION SISTEMATICA DEL CATOLICISMO EN AREAS PROTESTANTES

En Zurich la presencia en sermones católicos conllevaba penas y castigos físicos. Aún fuera de los perímetros de la ciudad a los sacerdotes se les prohibía celebrar la Misa y bajo orden de “severas penas” se prohibía tener cuadros religiosos e imágenes en las casas particulares.

En Zurich la Misa fue proscrita en 1525, esto fue seguido de quema de Monasterios y destrucciones masivas de Iglesias, los Obispos de Constanza, Basilea, Lausana y Ginebra fueron obligados a abandonar sus ciudades y el territorio. Un observador, Willian Farel dejó escrito: “El Sermón de Calvino en la antigua iglesia de San Pedro fue seguido de desórdenes donde se destruyeron imágenes, cuadros y tesoros antiguos de las Iglesias”.

En Estrasburgo, en 1529, el Consejo de la Ciudad ordenó la destrucción de los altares, imágenes y cruces, además de las Iglesias y conventos. Igual sucedió en Frankfurt.

En la Convención de Hamburgo, en Abril de 1535 los Concilios de los pueblos de Lubeck, Bremen, Hamburgo, Luneburgo, Stralsund, Rostock y Wismar votaron por que se ahorcaran a los Anabaptistas, se azotaran a los Católicos y a los Zwinglianos.

Escocia, John Knox, padre del Presbiterianismo prohibió la Misa con penas de confiscación de bienes y azotes públicos, la segunda vez que se cometiera, la pena era la muerte del individuo.

Mucho se podría seguir hablando, mucho es el material existente, pero creo que basta esta muestra para demostrar que la Reforma Protestante no fue pacifista, ni los reformadores víctimas inocentes. La intolerancia y la violencia primaron en sus vidas y yo les pregunto a quienes lean estas humildes páginas y que han oído sermones de Iglesias Evangélicas en este Siglo XXI, o conocen familiares que se han ido a ellas: ¿Si estas gentes tuvieran el poder total hoy en día, que hicieran de los católicos y de la Iglesia?

jueves, 22 de mayo de 2008

Defender el derecho a la fe ante nuevos mandamientos del laicismo

Los diez mandamientos del laicismo publicados en España son una barrera para excluir al cristianismo de todo lo que sea vida social, a continuación se exponen con respectivos comentarios:

1. Educarás en igualdad.

Se entiende, en la igualdad impuesta del laicismo, sin ninguna referencia a Dios ni a religión alguna, ni siquiera a la trascendencia del ser humano.

2. No sermonearás fuera del púlpito.

Que quiere decir, las manifestaciones religiosas sólo se pueden tolerar dentro de las Iglesias. Hay que eliminar la enseñanza de la religión en las escuelas.

3. No impondrás tus símbolos al Estado.

Los actos oficiales tienen que ser estrictamente laicos. Excluyen los funerales de Estado y hasta las bodas católicas de la familia real.

4. No mezclar lo terreno con lo celestial.

Ni himnos ni banderas ni autoridades en las ceremonias religiosas, ni signos religiosos en nada oficial.

5. No acaparar las fiestas del calendario.

Pretenden quitar fiestas religiosas y hacer festivas las conmemoraciones civiles.

6. No invadir las instituciones públicas.

Fuera los capellanes de hospitales, los castrenses, la existencia del Arzobispado Castrense.

7. Apropiarse del patrimonio.

Que la Iglesia reconozca la propiedad pública de Catedrales, Museos, Monasterios.

8. Facilitar la apostasía.

No necesita explicación.

9. No aparecer en los medios públicos.

Hay que eliminar los programas religiosos en los medios de comunicación estatales.

10. Ni un duro para la Iglesia.

Ni siquiera es aceptable el sistema de poner la cruz en la declaración de la renta española.

A partir de estos postulados la Iglesia, los católicos, la religión cristiana no merece la consideración ni la ayuda que merecen el deporte, o el cine, o los concursos de belleza. Solo les falta pedir que nos pongan una multa por ser católicos.

Ante estas agresiones, los ciudadanos tenemos perfecto derecho a vivir y actuar religiosamente en todos los ámbitos de nuestra vida, personal, familiar y social, según nuestra conciencia y a medida de nuestros deseos. Ninguna autoridad humana nos lo puede prohibir justamente.

La autoridad civil, cuya razón de ser es el servicio de la sociedad, está obligada a proteger y favorecer la libertad de los ciudadanos, también en el ejercicio de su vida religiosa y moral tal como de acuerdo con su conciencia decidan hacerlo.

Además los ciudadanos católicos, como los demás, tenemos pleno derecho a intervenir en la vida pública en cuanto tales y tenemos el deber y el derecho de aportar al patrimonio común los bienes culturales y sociales que provienen de nuestra experiencia religiosa.

Detrás de las pretensiones laicistas hay una concepción totalitaria del Estado. Según esta mentalidad, el Estado es una especie de Ser Supremo que viene sobre nosotros y nos dicta cómo tenemos que vivir. Pero la realidad no es así, es el Estado el que tiene que ajustarse al ser de la sociedad a la que tiene que servir, y no al revés. Esto es la esencia de la democracia. Y lo contrario es dictadura y totalitarismo.

En el caso de la religión, el Estado lo único que tiene que hacer, que no es poco, es proteger la libertad de los ciudadanos para que cada uno pueda ejercitar y manifestar libremente su propia religión, según su propia conciencia, sin molestar ni atentar contra la libertad ni los legítimos derechos de nadie. De manera que la recta laicidad, lo mismo que la no confesionalidad, consiste en que el Estado proteja la libertad religiosa de la sociedad y de los ciudadanos para practicar la religión que quieran, sin beligerar en cuestiones religiosas que quedan fuera de su competencia.

Si los católicos queremos seguir siendo libres y responsables, tendremos que comenzar a tomar en serio estas cuestiones. No es un asunto de los Obispos, sino que es algo que concierne directamente a toda la sociedad y a todos los ciudadanos. Lo que está en juego no son los privilegios de los curas, sino la libertad de los ciudadanos para vivir libremente según su conciencia.

El Estado es laico no para suprimir la religión, sino para facilitar el que los ciudadanos puedan ser religiosos o no según su conciencia y puedan profesar tranquilamente la religión que mejor les parezca, con todas las consecuencias, privadas y públicas.

Llega la hora de que seamos de verdad ciudadanos y tomemos la determinación de ser los protagonistas de nuestra vida, exigiendo a los políticos y a la política que actúen realmente al servicio de la sociedad, sin dirigismos y sin excederse en sus competencias ni en sus atribuciones. ¿Queremos vivir en una sociedad de hombres libres que orientan su vida según su conciencia, o queremos vivir en una sociedad dominada y dirigida dedicándonos simplemente a vivir como nos digan? Esta es la cuestión.

domingo, 18 de mayo de 2008

¿Por qué no todas las religiones son iguales?

Se piensa que todas las religiones son buenas. Todas -salvo degeneraciones extrañas que son como la excepción que confirma la regla- llevan al hombre a hacer cosas buenas, exaltan sentimientos positivos y satisfacen en mayor o menor medida la necesidad de trascendencia que todos tenemos. En el fondo, da igual una que otra. Además, ¿por qué no puede haber varias religiones verdaderas?

Es cierto que uno tiene que ser de espíritu abierto, y apreciar todo lo positivo que haya en las diversas religiones, que es sustancialmente diferente que decir que existen varias religiones verdaderas: si solamente hay un Dios, no puede haber más que una verdad divina, y una sola religión verdadera.

La sensatez en la decisión humana sobre la religión no estará, por tanto, en elegir la religión que a uno le guste o le satisfaga más, sino más bien en acertar con la verdadera, que sólo puede ser una. Porque una cosa es tener una mente abierta y otra, bien distinta, pensar que cada uno puede hacerse una religión a su gusto, y no preocuparse mucho puesto que todas van a ser verdaderas. Ya dijo Chesterton que tener una mente abierta es como tener la boca abierta: no es un fin, sino un medio. Y el fin -decía con sentido del humor- es cerrar la boca sobre algo sólido.

Como cristiano que soy, creo que el cristianismo es la religión verdadera. Porque si uno no cree que su fe es la verdadera, lo que le sucede entonces, sencillamente, es que no tiene fe.

Lógicamente, creer que el cristianismo es la religión verdadera no implica imponerla a los demás, ni menospreciar la fe de otros, ni nada parecido. Es más, la fe cristiana bien entendida exige ese respeto a la libertad de los demás.

Ahora bien, la adhesión a la verdad cristiana no es como el reconocimiento de un principio matemático. La revelación de Dios se despliega como la vida misma, y toda verdad parcial no tiene por qué ser un completo error.

Muchas religiones tendrán una parte que será verdad y otra que contendrá errores (excepto la verdadera, que, lógicamente, no contendrá errores). Por esta razón, la Iglesia Católica -lo ha recordado el Concilio Vaticano II- nada rechaza de lo que en otras religiones hay de verdadero y de santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres.

¿Y por qué la religión cristiana va a ser la verdadera?

Para responder esta pregunta, se pueden aportar pruebas sólidas, racionales y convincentes, pero nunca serán pruebas aplastantes e irresistibles. Además, no todas las verdades son demostrables, y menos aún para quien entiende por “demostración” algo que ha de estar atado indefectiblemente a la ciencia experimental.

Digamos -no es muy académico- que es como si Dios no quisiera obligarnos a creer. Dios respeta la dignidad de la persona humana, que Él mismo ha creado, y que debe regirse por su propia determinación. Dios jamás coacciona (además, si fuera algo tan evidente como la luz del sol, no haría falta demostrar nada: ni tú estarías leyendo esto ni yo ahora escribiéndolo).

Para creer, hace falta una decisión libre de la voluntad: la fe es a la vez un don de Dios y un acto libre. Y nadie se rinde ante una demostración no totalmente evidente (algunos, ni siquiera ante las evidentes), si hay una disposición contraria de la voluntad.

En este caso, sugiero, para comprensión de la lectura, comentar algunas de las razones que pueden hacer comprender mejor porque la religión cristiana es la verdadera. No pretendo hacerlo de modo exhaustivo ni tremendamente riguroso: se trata simplemente de arrojar un poco de luz sobre el asunto, resolviendo algunas dudas, o bien fortaleciendo convicciones que ya se tiene: sólo intento hacer más verosímil la verdad.

Un sorprendente desarrollo

Podemos empezar, por ejemplo, por considerar lo que ha supuesto el cristianismo en la historia de la humanidad. Piensen cómo, en los primeros siglos, la fe cristiana se abrió camino en el Imperio Romano de forma prodigiosa. El cristianismo recibió un tratamiento tremendamente hostil. Hubo una represión brutal, con persecuciones sangrientas, y con todo el peso de la autoridad imperial en su contra durante muchísimo tiempo (unos dos siglos).

Es necesario pensar también que la religión entonces predominante era una amalgama de cultos idolátricos, enormemente indulgentes, en su mayor parte, con todas las debilidades humanas. Tal era el mundo que debían transformar. Un mundo cuyos dominadores no tenían interés alguno en que cambiara. Y la fe cristiana se abrió paso sin armas, sin fuerza, sin violencia de ninguna clase. Y, pese a esas objetivas dificultades, los cristianos eran cada vez más.

Lograr que la religión cristiana se arraigase, se extendiera y se perpetuara; lograr la conversión de aquel enorme y poderoso imperio, y cambiar la faz de la tierra de esa manera, y todo a partir de doce predicadores pobres e ignorantes, faltos de elocuencia y de cualquier prestigio social, enviados por otro hombre que había sido condenado a morir en una cruz, que era la muerte más afrentosa de aquellos tiempos... Sin duda para el que no crea en los milagros de los evangelios, me pregunto si no sería éste milagro suficiente. Algo absolutamente singular en la historia de la humanidad.

Jesús de Nazaret

Sin embargo, la pregunta básica sobre la identidad de la religión cristiana se centra en su fundador, en quién es Jesús de Nazaret.

El primer trazo característico de la figura de Jesucristo -señala André Léonard- es que afirma ser de condición divina. Esto es absolutamente único en la historia de la humanidad. Es el único hombre que, en su sano juicio, ha reivindicado ser igual a Dios. Y recalco lo de reivindicado porque, como veremos, esta pretensión no es en modo alguno signo de jactancia humana, sino que, al contrario, va acompañada de la mayor humildad.

Los grandes fundadores de religiones, como Confucio, Lao-Tse, Buda y Mahoma, jamás tuvieron pretensiones semejantes. Mahoma se decía profeta de Allah, Buda afirmó que había sido iluminado, y Confucio y Lao-Tse predicaron una sabiduría. Sin embargo, Jesucristo afirma ser Dios.

Los gestos de Jesucristo eran propiamente divinos. Lo que de entrada sorprendía y alegraba a las gentes era la autoridad con que hablaba, por encima de cualquier otra, aun de la más alta, como la de Moisés; y hablaba con la misma autoridad de Dios en la Ley o los Profetas, sin referirse más que a sí mismo: "Habéis oído que se dijo..., pero yo os digo..." A través de sus milagros manda sobre la enfermedad y la muerte, da órdenes al viento y al mar, con la autoridad y el poderío del Creador mismo.

Sin embargo, este hombre, que utiliza el yo con la audacia y la pretensión más insostenibles, posee al propio tiempo una perfecta humildad y una discreción llena de delicadeza. Una humilde pretensión de divinidad que constituye un hecho singular en la historia y que pertenece a la esencia misma del cristianismo.

En cualquier otra circunstancia -piénsese de nuevo en Buda, en Confucio o en Mahoma- los fundadores de religiones lanzan un movimiento espiritual que, una vez puesto en marcha, puede desarrollarse con independencia de ellos. Sin embargo, Jesucristo no indica simplemente un camino, no es el portador de una verdad, como cualquier otro profeta, sino que es Él mismo el objeto propio del cristianismo.

Por eso, la verdadera fe cristiana comienza cuando un creyente deja de interesarse por las ideas o la moral cristianas, tomadas en abstracto, y le encuentra a Él como verdadero hombre y verdadero Dios.

Cuando se trata de discernir entre lo verdadero y lo falso, y en algo importante, como lo es la religión, conviene profundizar bastante. La religión verdadera será efectivamente la de mayor atractivo, pero para quien tenga de ella un conocimiento suficientemente profundo.

¿Puede uno salvarse con cualquier religión?

La verdad sobre Dios es accesible al hombre en la medida en que éste acepte dejarse llevar por Dios y acepte lo que Dios ordena; en la también en que el hombre quiera buscar a Dios rectamente. Por ello, es un barbarismo decir que los que no son cristianos no buscan a Dios rectamente. Hay gente recta que puede no llegar a conocer a Dios con completa claridad. Por ejemplo, por no haber logrado liberarse de una cierta ceguera espiritual. Una ceguera que puede ser heredada de su educación, o de la cultura en la que ha nacido, y en ese caso, Dios que es justo, juzgará a cada uno por la fidelidad con que haya vivido conforme a sus convicciones. Es preciso, lógicamente, que a lo largo de su vida hayan hecho lo que esté en su mano por llegar al conocimiento de la verdad. Y esto es perfectamente compatible con que haya una única religión verdadera.

En esta línea, la Iglesia católica señala que los que sin culpa de su parte no conocen el Evangelio ni la Iglesia pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna.

Y como asegura Peter Kreeft, el buen ateo participa de Dios precisamente en la medida en que es bueno. Si alguien no cree en Dios, pero participa en alguna medida del amor y la bondad, vive en Dios sin saberlo. Esto no significa, sin embargo, que basta con ser bueno sin necesidad de creer en Dios para lograr la salvación eterna. La persona no debe creer en Dios porque nos sea útil, o porque nos permita ser buenos, sino, fundamentalmente, porque creemos que Dios es verdadero.

En esta línea hay que mostrarnos un tanto escépticos ante algunas crisis de fe supuestamente intelectuales, pero que en el fondo esconden una opción por fabricarse una religión propia, a la medida de los propios gustos o comodidades. Cuando una persona hace una interpretación acomodada de su religión para rebajar así sus exigencias morales, o no se preocupa de recibir la necesaria formación religiosa adecuada a su edad y circunstancias, es bien probable que la pretendida crisis intelectual bien pueda tener otros orígenes.

¿Por qué, entonces, la Iglesia es necesaria para la salvación del hombre?

La Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y el camino de salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia» (Lumen gentium, 14).

Siguiendo a la Dominus Iesus, esta no se contrapone a la voluntad salvífica universal de Dios; por lo tanto, «es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvación» (Redemptoris missio, 9). Para aquellos que no son formal y visiblemente miembros de la Iglesia, «la salvación de Cristo es accesible en virtud de la gracia que, aun teniendo una misteriosa relación con la Iglesia, no les introduce formalmente en ella, sino que los ilumina de manera adecuada en su situación interior y ambiental. Esta gracia proviene de Cristo; es fruto de su sacrificio y es comunicada por el Espíritu Santo» (ibid, 10).

Ciertamente, las diferentes tradiciones religiosas contienen y ofrecen elementos de religiosidad, que forman parte de «todo lo que el Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones» (Redemptoris missio, 29). A ellas, sin embargo, no se les puede atribuir un origen divino ni una eficacia salvífica ex opere operato, que es propia de los sacramentos cristianos. Por otro lado, no se puede ignorar que otros ritos no cristianos, en cuanto dependen de supersticiones o de otros errores (cf. 1 Co 10, 20-21), constituyen más bien un obstáculo para la salvación.

En este sentido, la Dominus Iesus es bastante clara cuando afirma que con la venida de Jesucristo Salvador, Dios ha establecido a la Iglesia para la salvación de todos los hombres. Esta verdad de fe no quita nada al hecho de que la Iglesia considera las religiones del mundo con sincero respeto, pero al mismo tiempo excluye esa mentalidad indiferentista «marcada por un relativismo religioso que termina por pensar que "una religión es tan buena como otra"» (Redemptoris missio, 36). Como exigencia del amor a todos los hombres, la Iglesia «anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas» (Nostra aetate, 2).