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LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO, SUS PELIGROS Y ALCANCES

sábado, 21 de septiembre de 2013

Ideología de género y locura

Fuente


En la perspectiva de género, el hombre y la mujer eligen su sexo y lo podrían cambiar, cuantas veces lo estimen oportuno, puesto que las diferencias entre hombres y mujeres se deben fundamentalmente a determinaciones sociales:


Estamos oyendo constantemente la afirmación que la Iglesia, si no quiere perder el contacto con la gente, debe renovar su Moral Sexual, que ha quedado tremendamente anticuada. Muchísima gente, muchos pienso que con la mejor buena fe, nos dicen que la Iglesia tiene que poner al día su moral sexual, porque ¿como atraer a los jóvenes con la exigencia de que, aunque se quieran y hayan decidido tener un proyecto de vida en común, han de mantenerse vírgenes hasta el matrimonio? Pero entonces ¿qué hemos de decir y enseñar a los jóvenes y mayores sobre la sexualidad?


Afortunadamente el problema está resuelto, según nos dicen los que opinan así: la educación sexual ha de darse de acuerdo con la ideología de género. Es decir la alternativa a la Moral Sexual Católica es, según la Ley Orgánica española 2/2010, de 3 de Marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, más conocida como la Ley sobre el aborto, y votada a favor por toda la izquierda, el PNV, y alguno más, la ideología de género. En efecto, en ella se dice: "Artículo 5. Objetivos de la actuación de los poderes públicos 1. Los poderes públicos en el desarrollo de sus políticas sanitarias, educativas y sociales garantizarán: e) La educación sanitaria integral y con perspectiva de género sobre salud sexual y salud reproductiva". "Artículo 8. La formación de profesionales de la salud se abordará con perspectiva de género".


¿Qué es y qué defiende la perspectiva de género?


Cito unas palabras del cardenal Ratzinger (luego Papa Benedicto XVI) en su libro La Sal de la Tierra: "Actualmente se considera a la mujer como un ser oprimido; así que la liberación de la mujer sirve de centro nuclear para cualquier actividad de liberación tanto política como antropológica con el objetivo de liberar al ser humano de su biología. Se distingue entonces el fenómeno biológico de la sexualidad de sus formas históricas, a las que se denomina género, pero la pretendida revolución contra las formas históricas de la sexualidad culmina en una revolución contra los presupuestos biológicos. Ya no se admite que la "naturaleza" tenga algo que decir, es mejor que el hombre pueda modelarse a su gusto, tiene que liberarse de cualquier presupuesto de su ser: el ser humano tiene que hacerse a sí mismo según lo que él quiera, sólo de ese modo será "libre" y liberado. Todo esto, en el fondo, disimula una insurrección del hombre contra los límites que lleva consigo como ser biológico. Se opone, en último extremo, a ser criatura. El ser humano tiene que ser su propio creador, versión moderna de aquél "seréis como dioses": tiene que ser como Dios".
En la perspectiva de género, el hombre y la mujer eligen su sexo y lo podrían cambiar, cuantas veces lo estimen oportuno, puesto que las diferencias entre hombres y mujeres se deben fundamentalmente a determinaciones sociales.


La igualdad radical es un principio básico de esta ideología que pone la sexualidad al servicio del placer y como los órganos sexuales los tenemos para algo, es decir para usarlos, se alienta no sólo la masturbación, sino también las relaciones sexuales de toda clase, también entre menores, pues también la infancia tiene derecho a su emancipación sexual. En este momento la mayoría de edad sexual está en España en los trece años, aunque parece se va a poner a los dieciséis.


La ideología del género quiere terminar con la opresión de la mujer por el hombre, considerando al matrimonio monógamo como la principal expresión de esta dominación, por lo que el matrimonio normal y la familia pasan a ser las instituciones a combatir. La lucha de clases propia del marxismo pasa a ser ahora lucha de sexos, siendo el varón el opresor y la mujer la oprimida. Imaginémonos las consecuencias que tiene todo esto en la educación de los niños, a los que hay que imbuir en estas ideas, aunque confío que más de un niño habrá preguntado a sus padres si el profe está loco.


Cuando empecé a hablar de la ideología de género, alguien me escribió: "Me contaba un amigo, que da cursos a pequeños empresarios por cuenta de una fundación que recibe dinero público para su sostenimiento, que en los últimos años están sufriendo el siguiente chantaje: si quieren seguir recibiendo subvenciones, sus profesores deben encerrarse durante un día entero con ideólogas de una fundación satélite del PSOE (que a su vez recibirá también un buen dinero por esto), para recibir cursos de ideología de género. Las cosas que les dicen a ellos son las mismas que le han dicho a ese alumno. Por suerte, en general todos opinan que son una panda de chaladas, y sufren esas clases de "reeducación" en silencio".


Los defensores de esta ideología, ¿son realmente una panda de chalados?: Nietzsche terminó sus días en un psiquiátrico, W. Reich murió en una penitenciaría psiquiátrica, diagnosticado de paranoia y esquizofrenia progresiva, Kinsey era sadomasoquista y pedófilo, Althuser estranguló a su esposa, Bataille fue partidario del satanismo orgiástico, Foucault tuvo varios intentos de suicidio, era politoxicómano y padecía una grave enfermedad del sistema nervioso, Margaret Sanger terminó internada en una clínica con delirio alcohólico, K. Millet es una enferma mental con tendencias suicidas, Shulamit Firestone pasó varios años en una clínica psiquiátrica, E. Fischer, M. Drago y E. Frankfurt se suicidaron. (Estos datos los he extraído de Google, de los libros de Jesús Trillo Figueroa y de un artículo de Fernando Paz).


Y es que no hay que olvidar que la naturaleza no perdona.


Pedro Trevijano

jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Fecundación asistida? La «napro» es un método más eficaz, económico y «católicamente correcto»

Enviado por Redactor el Mié, 04/Sep/2013 .

Por Rodolfo Casadei / TEMPI, Publicado en PCFC.es el 6 de Agosto de 2013, (Traducción al español del original en italiano de Helena Faccia Serrano.

Su índice de éxito es doble respecto al de la fecundación asistida por porcentaje de nacimientos de parejas que siguen los tratamientos, y cuesta once veces menos, pero es realizada por pocos médicos en todo el mundo, está boicoteada por los lobbys de la probeta y es ignorada por los sistemas sanitarios nacionales.

La naprotecnología nació en los Estados Unidos y llegó a Europa hace unos años, pero sigue enfrentándose al prejuicio que la considera un enfoque confesional a la medicina, condicionado por dogmas religiosos. Nada más lejos de la realidad. Es verdad que la práctica de la naprotecnología es rigurosamente conforme a la bioética católica; pero se ha demostrado que su enfoque del problema de la esterilidad es científica y clínicamente más riguroso del que se practica en el ámbito de la fecundación asistida. Y por esto al final es también más eficaz: lo confirman las estadísticas.

Diferencia entre una y otra

«La diferencia entre la naprotecnología y la fecundación in vitro consiste en el hecho de que en la primera la cuestión fundamental es el diagnóstico de las causas de infertilidad, se busca una explicación médica de porqué una pareja no consigue procrear y, por tanto, se intenta eliminar el problema y “ajustar” el mecanismo natural, volviendo a darle su armonía», explica Phill Boyle, el ginecólogo irlandés que imparte, en una clínica de Galway, los cursos de formación en naprotecnología para médicos de toda Europa. 

«En el procedimiento in vitro, en cambio, el diagnóstico de las causas no tiene importancia, los médicos quieren sencillamente “burlar el obstáculo”, llevando a cabo una fecundación artificial. En la naprotecnología, el tratamiento resuelve el problema de la pareja, que después puede tener otros hijos. Sin embargo, con el método in vitro, los cónyuges no se curan y siguen siendo una pareja estéril, y para tener más niños deberán siempre confiar en un laboratorio». 

«La naprotecnología es la verdadera fecundación asistida», ironiza Raffaella Pingitore, la ginecóloga más experta en dicho método en el área de lengua italiana, y que realiza en la clínica Moncucco de Lugano (Suiza). «En el sentido que asistimos a la concepción desde el principio hasta el fin, es decir desde la fase de individuación de los marcadores de fecundidad en la mujer hasta las intervenciones farmacológicas y/o quirúrgicas necesarias para permitir que la pareja llegue de un modo natural a la concepción».

Conjunto de técnicas diagnósticas

El nombre deriva del inglés “natural procreation technology”, tecnología de la procreación natural. Más que una tecnología es un conjunto de técnicas diagnósticas e intervenciones médicas que tienen como objetivo individuar la causa de la infertilidad y su puntual eliminación. Se empieza con las tablas del modelo Creighton, que describen el estado de los biomarcadores de la fecundidad durante todo el ciclo menstrual de la mujer y que se basan, principalmente, en la observación del estado del flujo vaginal, realizado por la mujer misma. El pilar que sostiene toda la naprotecnología es la capacidad de observación de sí misma que tiene la mujer: para ello, se la forma en la parte inicial del recorrido. Las tablas correctamente rellenadas, con el estado del flujo vaginal día a día y los otros datos, son la base de todos los pasos sucesivos.

A partir de aquí ya es posible diagnosticar carencias hormonales, insuficiencias lúteas y otros problemas que se pueden tratar con la suministración de las hormonas que faltan. Si la infertilidad persiste, se continúa con el examen detallado del nivel de las hormonas en la sangre, la ecografía de la ovulación y la laparoscopia avanzada. Pueden ser necesarias, entonces, intervenciones de microcirugía de las trompas o de laparoscopia avanzada para extirpar las partes dañadas por la endometriosis. El resultado final es un porcentaje de nacidos vivos entre el 50 y el 60 por ciento del total de las parejas que realizan el tratamiento durante un máximo de dos años (pero la mayor parte concibe en el primer año), contra una media del 20-30 por ciento que recurre a los ciclos de fecundación in vitro (en general, seis ciclos).

La negligencia de los médicos

«Una de las cosas que más me escandaliza es la difundida negligencia en el diagnóstico de las causas de infertilidad», explica Raffaella Pingitore. 

«Hoy, después de unos pocos análisis pragmáticos, se dirige a la mujer a los centros de fecundación asistida. Hemos llegado al punto que, hace unos años, la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva declaró la insuficiencia lútea como inexistente, porque no podía ser diagnosticada “científicamente”.

Pero sí que podemos diagnosticarla implicando a la mujer y pidiéndole que observe y describa a diario el estado de su flujo vaginal, procedimiento que nos permite diagnosticar la insuficiencia lútea. Esto para muchos médicos es impensable: se limitan a una extracción en el vigésimo primer día del ciclo menstrual para medir el nivel de progesterona. Pero sólo el 20 por ciento de las pacientes tiene un ciclo perfectamente regular, por lo que el dato obtenido de la extracción se diagnostica casi siempre como inútil».

«En los Estados Unidos, en Omaha, en el Estado de Nebraska, iban a visitar al doctor Thomas Hilgers, el verdadero creador de la naprotecnología, mujeres a las cuales se les había descartado la endometriosis tras una laparoscopia. Pero realizando una laparoscopia avanzada se descubría que en el 90 por ciento de los casos la endometriosis sí existía. A mí a menudo me ha sucedido lo mismo. Una laparoscopia avanzada debería ser una práctica estándar en los test de esterilidad, pero al tratarse de una intervención quirúrgica, la hostilidad hacia ella es grande».

Que el hecho de recurrir de manera indiscriminada a la fecundación asistida es paralelo a la negligencia diagnóstica se deduce también por el elevado número de pacientes que recurren con éxito a la naprotecnología después de ciclos fracasados de fecundación in vitro. El doctor Boyle afirma que en los últimos seis años, en el grupo de pacientes con edad inferior a los 37 años que ya habían intentado dos ciclos de fecundación asistida, el porcentaje de las que han concebido gracias al método de procreación natural ha sido del 40 por ciento.

Raffaella Pingitore cuenta su experiencia personal: «La paciente tenía 36 años y deseaba un embarazo desde hacía ocho años; se le habían realizado en el pasado cinco ciclos de fecundación asistida sin éxito. Le hice registrar la tabla de los marcadores de fertilidad y observamos que tenía una fase satisfactoria de flujo fértil, pero unos niveles hormonales un poco bajos, lo que indicaba una ovulación un poco defectuosa. También tenía síntomas de endometriosis; le realicé una laparoscopia, encontré la endometriosis y coagulé los focos de endometriosis en el útero, ovarios y trompas. La sometí a una terapia para que estuviera en menopausia durante seis meses: de este modo se secaban bien todos los focos de endometriosis que tal vez aún quedaban. Tras esta terapia continué con un fármaco, el Antaxone, con dieta y con el apoyo de la fase lútea con pequeñas inyecciones de gonadotropina. Esto aumentó el nivel de hormonas y en el cuarto mes de tratamiento se había alcanzado un flujo muy bueno. En el decimoséptimo día después de la ovulación realizamos el test de embarazo, que resultó positivo».

Costes y beneficios

El escrúpulo del profesional éticamente motivado puede más que las técnicas artificiales. Lo demuestra la anécdota de la doctora Pingitore y lo demuestran las estadísticas del doctor Boyle. En Irlanda, en el arco de cuatro años, el ginecólogo curó a 1.072 parejas que deseaban un hijo desde hacía más de cinco años. La edad media de las mujeres era de 36 años, y casi un tercio de ellas ya había intentado tener un hijo con la fecundación in vitro. Tras seis meses de tratamiento naprotecnológico, la eficacia del método fue del 15,9 por ciento. Tras un año, del 35,5 por ciento; tras un año y medio, el 48,5 por ciento de las pacientes se había quedado embarazada. Si el tratamiento duraba dos años, casi el 65 por ciento de las pacientes se quedaba embarazada.

Sobre una base de pacientes mucho más pequeña, la doctora Pingitore, en el bienio 2009-2011, obtuvo una media de 47,3 por ciento de embarazos. En los Estados Unidos (país donde no están vigentes leyes que limitan el número de embriones fecundados que pueden ser transferidos al útero), los índices de la fecundación asistida tras seis ciclos son los siguientes: 30-35 por ciento para mujeres con edad inferior a los 35 años; 25 por ciento para mujeres entre los 35 y los 37 años; 15-20 por ciento para mujeres entre los 38 y los 40 años; 6-10 por ciento para mujeres con edad superior a los 40 años.

Después tenemos la cuestión, para nada secundaria, de los costes, si bien en Italia se discute poco sobre ella porque, aparte del copago, el gasto corre a cargo de la sanidad pública. En tiempos de austeridad y de efectos deletéreos de la deuda pública, sin embargo, debería también tener un valor en nuestro país la relación gasto/eficacia. Por tanto, resulta que si comparamos los costes de dos años de tratamiento naprotecnológico con los seis ciclos de fecundación asistida, la segunda cuesta once veces más que el primero. Un único ciclo de fecundación in vitro cuesta alrededor de 3.750 euros, más 1.000 euros de medicación, por lo que seis ciclos costarían 28.500 euros, a los cuales hay que añadir otros 800 para la congelación y el mantenimiento de los embriones y 1.200 para la transferencia de los mismos, por un total general de 30.500. En cambio, incluso alargando el tratamiento naprotecnológico a dos años, los costes son modestos: 300 euros para el curso de formación en los métodos naturales, 800 para las visitas médicas y 1.500 para los medicamentos, por un total de apenas 2.600 euros. Probablemente, los parlamentos y los ministros de Sanidad de los países europeos no son muy sensibles a los temas bioéticos, pero difícilmente podrán fingir sordera antes las peticiones de verificación de la relación costes/beneficios entre los dos métodos. 

«La naprotecnología está destinada a difundirse, aunque sólo sea por un tema vinculado a los costes, en los cuales se calculan también los efectos colaterales de la práctica de la fecundación asistida: no nos olvidemos que los niños que nacen con esa técnica tiene más probabilidad de malformaciones y problemas de salud que los que nacen de manera natural», recuerda Raffaella Pingitore. 

«Sin embargo, primero es necesario derrotar al lobby de la procreación asistida. Es un lobby supermillonario, que enriquece a centenares de personas y que no dejará fácilmente que se le ponga el bastón entre las ruedas».

(PCFC: Plataforma Cívica de Familias Cristianas)