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domingo, 19 de abril de 2020

¿Iglesia Católica con sacramentos o la ONG “La Voz Amiga”?

Por: Carlos Waite Brignole

El jueves 16 de abril se produjo un atropello contra el Padre Carlos Rossell, párroco del Santuario Señor de la Divina Misericordia. Un periodista se hizo pasar por un feligrés asistiendo a una misa a puertas cerradas, sentándose en la última banca del templo y esperando al final para en un trabajo coordinado con la policía montar un espectáculo.

Su canal de TV de señal abierta como muchos otros medios de comunicación se han dedicado durante toda la pandemia COVID 19 a propalar una narrativa favorable al gobierno. Ocultan y callan sobre toda ineptitud del gobierno y sobre las pésimas condiciones sanitarias responsabilidad del Estado. Se dedican más bien a trasladar la responsabilidad de contagios y muertos a la población.

El reportero Pérez de Panamericana quiso ser más original en este cometido responsabilizando a un sacerdote. Por supuesto, solo quería el escándalo. Si hubiera tenido alguna intención de proteger a alguien, hubiera hablado antes. Quedándose fue parte de la supuesta irresponsabilidad que criticaba. Una falta a la ética periodística por donde se le mire, equivalente a esos que prefieren filmar para tener la primicia del accidente en lugar de ayudar a las víctimas.

El padre Carlos, como muchos sacerdotes alrededor del mundo en plena pandemia, viene atendiendo a sus fieles con todas las precauciones del caso. Cerró todo servicio de la parroquia: despacho, centro médico, salones, librería, etc. En este contexto, venía celebrando la Santa Misa todos los días a las 7 de la mañana, a puertas cerradas junto a una docena de laicos con mucho espacio entre uno y otro, para compartirla de modo virtual por redes.

Pero lo peor no ha sido el ataque mediático sino la actitud del arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. Sin escuchar al Padre Carlos, tomó por cierta la versión malintencionada del periodista y mediante un comunicado le dio la espalda al Padre Carlos anunciando que evaluaría una sanción canónica. ¡Qué triste paradoja la de un arzobispo que ha repetido muchísimas veces sobre la importancia de la pastoral de la escucha!

Horas después del ataque al Padre Carlos, el obispo auxiliar de Lima Monseñor Guillermo Elías, anunció mediante la cuenta twitter del arzobispado de Lima que le había sido encargado de la pastoral durante la cuarentena pandemia COVID19. Acto que evidencia la falta de celo apostólico porque la cuarentena empezó hace más de un mes y finalizará en muy pocos días. Esta pastoral consistiría básicamente en que sacerdotes, religiosos y laicos ofrezcan consejo espiritual a los fieles por teléfono.

Sin embargo, el Papa Francisco ha sido muy claro en la homilía de la Misa de Octava de Pascua en su residencia de Santa Marta, el viernes 17 de abril. Habló del riesgo de una fe gnóstica, sin comunidad y sin contacto humano real, vivida sólo a través de transmisiones en directo que “viralizan” los sacramentos. Citó las palabras de consejo de un obispo amigo que le escribió: “Ten cuidado de no viralizar la Iglesia, de no viralizar los Sacramentos, de no viralizar al Pueblo de Dios. La Iglesia, los Sacramentos, el Pueblo de Dios son concretos”.

Mientras los buenos sacerdotes buscan maneras creativas para restablecer los sacramentos para los fieles siguiendo las medidas de seguridad, el arzobispado de Lima reacciona un mes después para montar un servicio de acompañamiento telefónico que bien podría ser la reedición de la ONG “La Voz Amiga”.

Tragicómicamente, se hace realidad una broma antigua sobre la burocratización de la de algunos miembros de la Iglesia Católica. “El diablo trabaja 24/7 los 365 días al año, y el arzobispado de Lima sólo en horario de oficina”.

https://www.laabeja.pe/iglesia-catolica-con-sacramentos-o-la-ong-la-voz-amiga/