El socialismo siempre contiene las semillas de su propia destrucción y el petróleo en manos del estado no es una excepción. Hoy, cerca del 90% de las reservas petroleras del mundo están bajo el control de gobiernos y empresas estatales. ExxonMobil posee solamente 1,08% de las reservas de petróleo líquido y las cuatro empresas petroleras privadas más grandes del mundo controlan apenas alrededor de 4% de todas las reservas.
Hay suficiente crudo ligero para cubrir las necesidades de varias generaciones y si se añaden las reservas de crudo pesado y arenas petroleras hay suficiente para varios siglos. Si funcionara un mercado libre en petróleo, su precio sería una fracción del actual.
El precio exagerado del petróleo es consecuencia directa de las restricciones artificiales impuestas por la OPEP y otras naciones, incluyendo Estados Unidos, además de la incompetencia y corrupción rampante en casi todas las empresas petroleras estatales. La OPEP es un cartel gubernamental conformado por Irak, Irán, Kuwait, Libia, Angola, Argelia, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, los Emiratos Arabes y Venezuela. Esos gobiernos controlan alrededor del 77% de las reservas petroleras mundiales.
Los gobiernos de países petroleros, como es el caso en Rusia, hacen inversiones insuficientes en exploración y desarrollo de nuevas instalaciones y campos petroleros, al mismo tiempo que administran muy mal a sus empresas de energía. Si los políticos occidentales supieran lo que en realidad está pasando, en lugar de despotricar contra petroleras capitalistas criticarían la codicia y perversidad de la industria petrolera estatizada.
Venezuela, a pesar de contar con una de las mayores reservas petroleras del mundo, produce y exporta cada día menos petróleo por la incapacidad administrativa y técnica del gobierno de Hugo Chávez. La producción mexicana sigue bajando porque el gobierno no permite la participación de empresas privadas y la petrolera estatal PEMEX es conocida por su atroz incompetencia y corrupción.
Estados Unidos apenas tiene 2% de las reservas mundiales, pero produce más del 8% del petróleo del mundo porque sus empresas son privadas.
Los estados petroleros socialistas van a pagar muy caro sus errores porque el exagerado aumento en los precios convirtió en rentables las reservas de arenas petroleras del Canadá y el bitumen pesado de Colorado; tales reservas son mucho más grandes que las de petróleo líquido. Las inversiones requeridas son inmensas, pero ya está aumentando considerablemente la explotación canadiense.
Por su parte, la Shell anunció recientemente que su tecnología extractiva en Colorado es competitiva con el precio del petróleo por encima de 30 dólares el barril, aunque tomará varios años lograr altos volúmenes.
Aunque los biocombustibles se han puesto de moda, es poco probable que lleguen a tener una participación importante en el mercado de energía, simplemente porque no pueden competir en precios y ya están causando graves aumentos en el costo de alimentos. El petróleo cubre actualmente 40% de las necesidades energéticas de Estados Unidos e importan dos terceras partes de lo que consumen.
La buena noticia es que, dentro de 10 años, la mayoría de los automóviles serán eléctricos. Nuevas tecnologías en baterías avanzan aceleradamente. Mitsubishi lanzó su primer auto totalmente eléctrico, mientras que Nissan y Renault estarán produciéndolos en 2012.
Las plantas nucleares y de carbón producirán cada día más electricidad a costos muy por debajo del petróleo, mientras que la energía solar y de viento seguirá contribuyendo muy poco por sus evidentes limitaciones.
En conclusión, dentro de una década no dependeremos del cartel socialista petrolero porque su descaro, ineficiencia y miopía han provocado el desarrollo de alternativas más baratas y más beneficiosas al medio ambiente.
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