BUENOS AIRES, 12 Jun. 08 (ACI).- En una intensa entrevista concedida al diario La Prensa, el Obispo Emérito Castrense, Mons. Antonio Baseotto, habló por primera vez del episodio que le costó un largo hostigamiento por parte de las autoridades y aseguró que en Argentina hay una disimulada persecución contra la Iglesia.
"Propician el aborto, quieren que sea aceptada la homosexualidad, que la formación de los chicos en la escuela tenga esa orientación… Las obras de asistencia, de promoción que tiene la Iglesia, que antes se hacían de acuerdo con el Estado, ahora se restringieron. A todo lo que es moral cristiana se le trata de poner trabas. Ya no es elegante quemar iglesias. Es más sutil, pero más eficaz, destruir la forma de pensar, los principios cristianos, y por eso estamos con todo el tema de la enseñanza, lo que imponen los medios de comunicación. Eso es lo que veo como persecución de la Iglesia", explicó.
Para el Obispo, "la cara visible" de la ofensiva contra la Iglesia "es el Gobierno. Que por debajo haya ideologías o mentalidades que lo estén sustentando, no sería extraño". Según Mons. Baseotto, dentro de la Iglesia "algunos lo notan más, y otros no han visto hasta que punto se trata de una situación bastante seria, ya sea por la distancia o por la gran actividad que tienen. Pero en términos generales, sí, lo notan".
Su historia
En febrero de 2005, Mons. Baseotto envió una carta al entonces Ministro de Salud, Ginés González García, en la que respondía a sus declaraciones a favor del aborto y el reparto de preservativos entre jóvenes en la vía pública.
Mons. Baseotto señaló en la misiva que "la multiplicación de los abortos que usted propicia con fármacos conocidos como abortivos es apología del delito de homicidio… Cuando usted repartió públicamente profilácticos a los jóvenes, recordaba el texto del Evangelio donde nuestro Señor afirma que 'los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar'".
Esta última línea desató la ira de varios líderes abortistas; el entonces Presidente Néstor Kirchner pidió la renuncia de Mons. Baseotto y exigió al Vaticano su cambio –un pedido denegado– y supuso tres denuncias penales contra el Obispo acusándolo de haber realizado un "elogio al homicidio" e incurrir en el delito de "amenazas para alarmar o amedrentar a una o más personas".
La resolución judicial que declaró la inocencia del Obispo se emitió el 8 de julio de 2005 y según la agencia católica argentina AICA, que difundió el fallo, llamó "poderosamente la atención, salvo muy contadas excepciones, el silencio de la prensa en general que, tras haber batido el parche en forma escandalosa, casi diariamente, acerca de una presunta amenaza de Mons. Baseotto de tirar al mar al Ministro de Salud, sonsonete repetido aún en medios 'serios', ahora parece ignorar el dictamen".
En mayo de 2007, el Papa Benedicto XVI aceptó su renuncia al haber alcanzado el límite de edad –75 años– establecido por la legislación canónica para ejercer el cargo.
A tres años del episodio, el Obispo no se arrepiente de la carta porque "era necesario hablar" y asegura que le sorprendió que el escándalo fuera la carta y no que una autoridad defendiera el aborto.
"Apuntaron a aquello que era llamativo y que podía concitar la atención, y dejaron totalmente al lado todo lo referido al aborto, porque con eso siguen trabajando", indicó. Fue "una táctica para seguir con lo que ellos tienen programado. Desviar la atención de lo importante".
El Obispo, que entonces estaba a dos años de su retiro por límite e edad, recuerda que fue "totalmente restringido" en su actividad pastoral. "No porque a mí me cerraran las puertas de los cuarteles, ni nada por el estilo, sino porque había represalias contra los jefes militares que aceptaran recibirme. Desde el punto de vista estrictamente jurídico, eso se llama diócesis impedida. Es una figura jurídica muy dura. De hecho acá se estaba dando pero se evitó declararla para no agravar el conflicto", indicó.
"El año pasado he estado en Luján, celebrando una Misa en el colegio de los hermanos maristas para un grupo de católicos, en un congreso de formación teológica y doctrinal. Y porque yo celebré la Misa me declararon persona no grata", señaló.
Sin embargo, asegura que en medio de la polémica recibió "solidaridad de una manera personal y privada. Eso sí. Lo mismo los obispos, con llamados telefónicos. También mandaron muchas cartas de solidaridad. Hubo 30 mil cartas o e-mails de adhesión. Y probablemente hayan sido más todavía. Ese es el número que he llevado a la Santa Sede. Pero después siguieron viniendo. Y después, la adhesión de la Santa Sede. El entonces Cardenal Ratzinger mandó una carta personal. El Cardenal Renato Martino. El Cardenal Giovanni Batista Re. Tuve varias adhesiones. El Papa está muy enterado de cómo están las cosas".
Asimismo, considera que lo ocurrido no fue una cuestión solo contra él. "Se nota que se está extendiendo más. Yo caí como cabeza de turco, como chivo expiatorio. Vieron la posibilidad de enfrentarme, dadas las circunstancias, y la aprovecharon. Desviaron la atención de lo importante y se concentraron en una frase fuerte, que además desvirtuaron, sacándola de contexto".
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