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LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO, SUS PELIGROS Y ALCANCES

martes, 12 de febrero de 2008

Los enfermos psiquiátricos

Todos tenemos cerebro y éste se puede enfermar. Tal es así que muchas personas que nos rodean, o nosotros mismos, padecen de alguna enfermedad mental.

Cuantas veces nos encontramos con alguien que nos mira con mala cara o nos arremete insultándonos o pegándonos, y ese alguien no sospecha, ni sus familiares, que puede estar sufriendo un trastorno bipolar.

Cuantas veces nos encontramos con personas con semblante serio y que son incapaces de sonreír creyendo que es una personalidad normal cuando en realidad sufren de un trastorno mental.

Y que decir de los que hablan solos o creen que los están mirando y vigilando siendo en el fondo esquizofrénicos o paranoicos. Y cuantos de los que están presos son psicópatas.

Cuantos abusan sexualmente de los menores sin saber que tienen un complejo de Edipo crecido y no curado.

Si empezamos a analizar a la gente que nos rodea y a nosotros mismos nos daremos cuenta que algunos pasaron (pasamos) la línea de la cordura o están (estamos) a punto de pasarla.

Hay mucha gente internada en instituciones psiquiátricas y otras que deberían estarlo. Un médico amigo me dijo con certeza que cada vez que conoce a un paciente internado afuera hay un familiar cercano (padre, madre o hermanos) que merecen más el internamiento que el pobre internado porque está peor.

En el Perú, y me imagino que en otras partes también, el internamiento muchas veces no sirve para la recuperación de paciente sino para la ganancia del dueño del nosocomio y para que los familiares se deshagan del paciente.

Como voluntario acompañando a estos pobres internados la mayoría de las veces me he encontrado que los tienen como prisioneros y maltratados en su alimentación, vestido y atención.

Los técnicos, enfermeros y auxiliares por lo general son personas mal instruidas y mal pagadas que se desquitan con el pobre enfermo mental. Y que decir de los familiares que nunca los visitan y menos les dan cariño. Como en toda prisión nunca los sacan a pasear además de gastar lo mínimo en ellos para que el negocio del internamiento rinda sus utilidades económicas.

Ningún ser humano que piense que tiene la dignidad como tal debe dar vuelta la cara para no ayudar al hermano enfermo. Lo mínimo que se puede hacer es visitarlos y regalarles un poco de nuestro tiempo, aunque sea de vez en cuando. Los que quieren ser realmente cristianos deben saber que Jesús condenó esto cuando dijo “Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; ENFERMO y en la cárcel, Y NO ME VISITASTEIS. Entonces dirán también estos: ‘Señor,¿Cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o ENFERMO o en la cárcel, y no te asistimos?’ Y El entonces les responderá: ’En verdad os digo que CUANTO DEJASTEIS DE HACER CON UNO DE ESTOS MAS PEQUEÑOS TAMBIEN CONMIGO DEJASTEIS DE HACERLO’ (Mt. 25, 41-45).

Los que decidan visitar a estos pequeños al principio se van a sentir incómodos pero de a poco ellos serán sus mejores amigos. La mejor forma de empezar es averiguando si está internado algún familiar o familiar de algún amigo, comprar una gaseosa y algún keke e ir con el propósito de hacer una pequeña reunión social, verán como los demás enfermos se iran acercando y tomando confianza, luego se conversa con ellos y ya está, se inaugura la primera reunión social y todos felices. Así siempre serán recordados por ellos con el mayor cariño y Dios te amará.

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