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domingo, 1 de mayo de 2011

Juan Pablo II a un paso de la santidad

Editorial de El Comercio, Lima, 1ro de mayo de 2011:

Fue sin duda el más carismático Papa que haya visto el siglo XX. Murió hace seis años, pero el mensaje y legado de Su Santidad Juan Pablo II sigue inspirando al mundo católico y a personas que profesan otros credos. Su experiencia de vida, sacrificio, su capacidad de perdón y amor al prójimo han quedado grabados para siempre en la memoria y los corazones que quienes hoy, sin duda, celebran jubilosos la histórica ceremonia de su esperada beatificación.

Difícil describir los sentimientos que embargan a quienes admiramos la figura de una personalidad que marcó e impulsó los cambios sociopolíticos vividos en el mundo, a partir de los años ochenta.

El único Papa polaco en la historia de la Iglesia de Roma visitó en dos oportunidades nuestro país. Karol Wojtyla recorrió Lima y otras ciudades peruanas en 1985 y 1988, y repartió sabiduría, carisma y humildad que solo habitan en quienes viven para los demás, luchan por la libertad y el bien común.

Nunca antes un pontífice fue elevado a los altares con la celeridad vista en el proceso de beatificación de Juan Pablo II, iniciado a los dos meses de su deceso. Y es que nunca antes un Papa dejó un legado tan invalorable, una obra incansable que lo llevó a evitar guerras, restablecer la paz, velar por los pobres, defender la dignidad de la persona y unificar la Europa partida y dividida por el comunismo.

Enarbolando los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, el Santo Padre contribuyó a sembrar en Polonia –su tierra– y luego en Europa, el germen de la libertad y el fin de lo que él denominó "las ideologías y los sistemas políticos opresivos" de la Europa Oriental, que cambiaría para siempre el curso de la historia del convulso siglo XX.

Fue uno de los artífices del desmoronamiento del comunismo, protagonista y testigo de la caída del muro de Berlín y del fin de la Unión Soviética, pero también una voz que nunca calló ante los excesos de lo que denominó "capitalismo salvaje", del egoísmo secular, la brecha norte-sur y la injusta deuda externa.

Sus limitaciones físicas, producto de enfermedades severas y el atentado que sufrió en Roma el 13 de mayo de 1981, a manos de Alí Agca, no destruyeron su valor ni amilanaron su alegría y espíritu vigoroso. Su pontificado es uno de los más extensos, polémicos y fructíferos de la historia de la Iglesia Católica. Catorce encíclicas, 15 exhortaciones apostólicas, 43 cartas, libros y documentos audiovisuales, así como 102 viajes fuera de Italia y 146 dentro de ese país, entre otros actos litúrgicos y religiosos dan cuenta de su huella en la historia reciente de la cristiandad. Bajo el lema de su pontificado –el histórico ¡Totus Tuus!(¡Todo tuyo!), que el mundo repitió con él–, el Papa reavivó la devoción mariana.

Recordemos su "¡No tengáis miedo!" que, como escribió en "Cruzando el umbral de la esperanza", era "una exhortación a vencer el miedo a la actual situación mundial, sea en Oriente, sea en Occidente, tanto en el Norte como en el Sur".

"No tengáis miedo" recomendó en Ayacucho, en 1985. "No os dejéis abatir por el dolor que pesa sobre vuestras vidas", inquirió a ese pueblo abatido por la carnicería de Sendero Luminoso, en un llamado a la esperanza en momentos convulsos para el país.

Cómo olvidar al pontífice que, repartiendo bendiciones, emocionó a los peruanos cuando en Iquitos dijo: "El Papa se siente charapa, vosotros sentíos romanos, católicos, cristianos". Qué decir de sus encuentros con los jóvenes que lo escucharon cada vez que habló y que lo conmovieron con la exclamación: "¡Que se quede, que se quede!".

Las nuevas generaciones deben conocer el legado moral, espiritual e intelectual del hoy beato Juan Pablo II, el primer Papa que entró en una sinagoga y, con plena entereza y humildad, pidió perdón por los errores pasados de la Iglesia. Fue quien más hizo por tender puentes sólidos de reconciliación y unidad con las otras iglesias cristianas, en un movimiento ecuménico en contra de la "Cultura de la muerte". El Papa Amigo, el Papa Peregrino, está a un paso de la santidad.

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