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LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO, SUS PELIGROS Y ALCANCES

martes, 29 de abril de 2008

¿Son auténticos los Evangelios que conocemos?

Un libro histórico -como son los evangelios- merece credibilidad cuando reúne tres condiciones básicas: ser auténtico, verídico e íntegro. Es decir, cuando el libro fue escrito en la época y por el autor que se le atribuye (autenticidad), cuando el autor del libro conoció los sucesos que refiere y no quiere engañar a sus lectores (veracidad), y, por último, cuando ha llegado hasta nosotros sin alteración sustancial (integridad).

Y los evangelios son auténticos, en primer lugar, porque sólo un autor contemporáneo de Jesucristo o discípulo inmediato suyo pudo escribirlos: si se tiene en cuenta que en el año 70 Jerusalén fue destruida y la nación judía desterrada en masa, difícilmente un escritor posterior, con los medios que entonces tenían, habría podido describir bien los lugares; o simular los hebraísmos que figuran en el griego vulgar en que está redactado casi todo el Nuevo Testamento; o inventarse las descripciones que aparecen, tan ricas en detalles históricos, topográficos y culturales, que han sido confirmadas por los sucesivos hallazgos arqueológicos y los estudios sobre otros autores de aquel tiempo. Los hechos más notorios de la vida de Jesús son perfectamente comprobables mediante otras fuentes independientes de conocimiento histórico.

Respecto a la integridad de los evangelios, nos encontramos ante una situación privilegiada, pues desde los primeros tiempos los cristianos hicieron numerosas copias en griego y en latín, para el culto litúrgico y la lectura y meditación de las escrituras.

Gracias a ello, los testimonios documentales del Nuevo Testamento son abundantísimos: en la actualidad se conocen más de 6,000 manuscritos griegos; hay además unos 40,000 manuscritos de traducciones antiquísimas a diversas lenguas (latín, copto, armenio, etc.), que dan fe del texto griego que tuvieron a la vista los traductores; nos han llegado 1,500 leccionarios de Misas que contienen la mayor parte del texto de los evangelios distribuido en lecciones a lo largo de todo el año; y a todo ello hay que añadir las frecuentísimas citas del evangelio de escritores antiguos, que son como fragmentos de otros manuscritos anteriores perdidos para nosotros.

Toda esta variedad y extensión de testimonios de los evangelios constituye una prueba históricamente incontrovertible. Si lo comparáramos, por ejemplo, con lo que conocemos de las grandes obras clásicas, veríamos que los manuscritos más antiguos que se conservan de esas obras son mucho más distantes de la época de su autor. Por ejemplo: Virgilio (siglo V, unos 500 años después de su redacción original), Horacio (siglo VIII, más de 900 después), Platón (siglo IX, unos 1400), Julio César (siglo X, casi 1100), y Homero (siglo XI, del orden de 1900 después).

Sin embargo, hay papiros de los evangelios datados en fechas muy cercanas a su redacción original (hay que decir que hoy día, gracias a los avances de los estudios filológicos, se pueden datar con gran precisión): el Códice Alejandrino, unos 300 años después; el Códice Vaticano y el Sinaítico, unos 200; el papiro Chester Beatty, entre 125 y 150; el Bodmer, aproximadamente 100; y el papiro Rylands, finalmente, dista tan sólo 25 o 30 años.

¿Certeza total?

Ahora bien, hay quienes ponen en duda la certeza total de los evangelios ya que los manuscritos han sido muchos y muy antiguos y los copistas han podido hacer interpolaciones o deformar algunos pasajes. Sin embargo, habiendo tantísimas copias y de procedencia tan diversa (son decenas de miles, en varios idiomas y encontradas en lugares y fechas muy distantes), es facilísimo desenmascarar al copista que hace alguna alteración del texto, porque difiere de las demás copias que llegan por otras vías. Han aparecido, de hecho, un reducido número de falsificaciones o copias apócrifas; pero siempre se han detectado con facilidad, gracias a la prodigiosa coincidencia del resto de las versiones.

Así se ha venido comprobando a lo largo del propio proceso histórico de descubrimiento de los diversos manuscritos: por ejemplo, en el siglo XVI se hicieron numerosas ediciones impresas basadas en profundos estudios críticos sobre copias manuscritas, algunas de las cuales se remontaban hasta el siglo VIII, que era lo más antiguo que conocían entonces; posteriormente se encontraron códices de los siglos IV y V, y concordaban sustancialmente con aquellos textos impresos; más adelante, desde el siglo XIX hasta nuestros días, se han ido encontrando cerca de cien nuevos papiros escritos entre los siglos II y IV, la mayoría procedentes de Egipto, que han resultado coincidir también de forma realmente sorprendente con las copias que se tenían.

Teniendo en cuenta la diversísima procedencia de cada uno de esos documentos -repito que son decenas de millares-, cabe deducir que la prodigiosa coincidencia de todas las versiones que nos han llegado es un testimonio aplastante de la veneración y fidelidad con que se han conservado los evangelios a lo largo de los siglos, así como de su autenticidad e integridad indiscutibles.

El Nuevo Testamento es, sin comparación con cualquier otra obra literaria de la antigüedad, el libro mejor y más abundantemente documentado.

¿Es verdad lo que cuentan los evangelios?

Respecto a la veracidad de los evangelios, podrían señalarse multitud de razones. Pascal, refiriéndose al testimonio que dieron con su vida los primeros cristianos, señala un argumento muy sencillo y convincente: "Creo con más facilidad las historias cuyos testigos se dejan martirizar en comprobación de su testimonio".

Haber llegado a la muerte por ser fieles a las enseñanzas de los evangelios otorga a esas personas una fuerte garantía de veracidad (por lo menos, se conocen pocos mentirosos que hayan muerto por defender sus mentiras).

Por otra parte, es bastante llamativo, por ejemplo, que los evangelistas no callen sus propios defectos ni las reprensiones recibidas de su maestro, así como que relaten hechos embarazosos para los cristianos, que un falsificador podría haber ocultado. ¿Por qué no se han corregido, o al menos pulido un poco, los pasajes más delicados?

“¿Qué razones hay, por ejemplo, para que se narre la traición y dramática muerte de Judas, uno de los doce apóstoles, elegido personalmente por Jesucristo? Ha habido -señala Vittorio Messori- muchas oportunidades para omitir ese episodio, que desde el inicio fue motivo de escarnio contra los cristianos (¿Qué clase de profeta es éste -ironizaba Celso-, que no sabe siquiera elegir a sus seguidores?); sin embargo, el pasaje ha llegado inalterado hasta nosotros”.

La única explicación razonable es que ese hecho, por desgraciado que fuera, ocurrió realmente. Los evangelistas estaban obligados a respetar la verdad porque, de lo contrario -y dejando margen a otros motivos-, las falsificaciones habrían sido denunciadas por sus contemporáneos. Los cristianos fueron en aquellos tiempos objeto de burlas, se les consideró locos, pero no se puso en discusión que lo que predicaran no correspondiera a la verdad de lo que sucedió.

Además, puestos a inventar -continúa Messori-, difícilmente los evangelistas hubieran ideado episodios como la huida de los apóstoles ante la Pasión, la triple negación de Pedro, las palabras de Cristo en el Huerto de los Olivos o su exclamación en la cruz ("Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"), sucesos que nadie habría osado escribir si no hubieran sido escrupulosamente reales: tan contrarios eran a la idea de un Mesías, victorioso y potente, arraigada en la mentalidad hebrea de la época.

Ante contrastes de este tipo, el propio Rousseau, nada sospechoso de simpatía hacia la fe católica, solía afirmar, hablando de los evangelios: “¿Invenciones...? Amigo, así no se inventa”.

La mayoría de los “argumentos” que en estos dos últimos siglos se han dirigido contra la veracidad de los evangelios parecen dictados por un prejuicio ideológico. Y toda esa fuerte crítica, que en algunos momentos pareció poner en crisis la fe tratando de eliminar su base histórica, ha logrado más bien, como de rebote, fortalecerla. Un gran número de sucesivos descubrimientos ha ido barriendo poco a poco toda la nube de hipótesis que se habían ido formando en su contra.

La nube que ahora flota en el ambiente es más bien la sospecha de si muchos de aquellos “grandes desmitificadores” de la fe no habrán resultado finalmente ser, en realidad, unos “grandes inventores de mitos” en torno a la interpretación de los evangelios (unos mitos que por aquellos años nadie osaba discutir). “Hoy -asegura Lucien Cerfaux, prestigioso especialista de exégesis bíblica-, después de dos siglos de ensañamiento crítico, estamos descubriendo con sorpresa que, posiblemente, el modo más ‘científico’ de leer los evangelios es leerlos con sencillez”.

¿Realmente existieron los milagros relatados en el Evangelio?

A lo largo de la historia muchos buscaron dar una explicación natural a los milagros relatados en el Evangelio. Esas personas aseguran que los progresos de la medicina sugieren hoy día posibles explicaciones naturales a los milagros de curaciones de paralíticos, sordomudos, endemoniados, etc., pues todas las enfermedades ofrecen períodos o fases de remisión, sobre todo contando con la componente psíquica que podía darse en estos casos.

Tampoco ven problema en explicar los milagros de las resurrecciones de muertos: debe contarse con que en aquella época los certificados de defunción se extendían por simples apariencias, y no es de extrañar que algunos luego se reanimaran (según estos hombres, el número de personas enterradas vivas en la antigüedad debió ser enorme).

Otros milagros -como caminar sobre las aguas o la multiplicación de los panes-, los explicarán como efecto de espejismos, ilusiones ópticas o cosas semejantes. Y los fenómenos sobrenaturales, como modos ingenuos de explicar a los espíritus sencillos las realidades habituales difíciles de entender.

Para todos los milagros, incluso para los más espectaculares, encuentran esas personas una sencilla explicación. El del paso del Mar Rojo, por ejemplo, pudo perfectamente producirse -asegurarán- por efecto de un movimiento sísmico o atmosférico que habría separado el mar en dos y, al cesar bruscamente coincidiendo con el paso del último hebreo, las líquidas murallas del mar se volvieron a juntar engullendo a los soldados del faraón (desde luego, hay explicaciones naturales de los milagros más "milagrosas" aún que los propios milagros).

Parece como si esas personas, que se afanan tanto por enseñarnos a leer de una “forma madura” el Evangelio, tuvieran miedo de ser tildadas de espíritus simplistas por los seguidores del materialismo contemporáneo, y quizá por ello hacen gala de un ingenio, a veces notable, para racionalizar la fe y eliminar de ella todo fenómeno sobrenatural, sugiriendo a cambio asombrosas interpretaciones figuradas, simbólicas o alegóricas.

Al final, acaban por empeñarse en que creamos que lo único verdadero de todos los evangelios son las notas a pie de página que ellos ponen.

Sin embargo, se les podría objetar primeramente que, desde los orígenes, todos los grandes espíritus nacidos de la fe cristiana han tomado al pie de la letra los relatos -evidentemente milagrosos- de la Anunciación, de la Ascensión o de Pentecostés, sin que ninguno de ellos se prestase jamás a ese tipo de interpretaciones.

Por otra parte, no se tiene noticia de que ninguno de esos “expertos en enseñarnos a interpretar” la Sagrada Escritura haya tenido jamás siquiera alguna de las alucinaciones o espejismos a las que tanto recurren para explicar los milagros que han sucedido a los demás: tendrían que explicarnos cómo pudieron ser tan corrientes en aquella época, y además en muchas ocasiones de modo colectivo y ante personas enormemente escépticas.

Quizá sea porque como ellos nunca han visto a un ángel, ni se han encontrado con un cuerpo glorioso -yo tampoco-, no admiten que nadie haya podido tener tan buena suerte. Acaban por parecerse a esas personas que se resisten a creer que Armstrong haya pisado la Luna por el simple hecho de no haber podido estar allí con él.

La fe y los milagros

Para la fe, admitir la existencia de los milagros es sumamente importante. Como señala C. S. Lewis, el Evangelio, sin milagros, quedaría reducido a una colección de amables moralejas filantrópicas que no obligan a nada en especial. Sin milagros, toda la predicación de los apóstoles y el testimonio de los mártires perdería casi todo su sentido.

Por otra parte, si los milagros fueran imposibles, no se podría creer que Dios se hizo hombre, ni su resurrección, que son milagros centrales de la fe cristiana. «Desechados los milagros -continúa Lewis-, sólo queda, aparte de la postura atea, el panteísmo o el deísmo. En cualquier caso, un Dios impersonal que no interviene en la Naturaleza, ni en la historia, ni interpela, ni manda, ni prohíbe. Éste es el motivo capital por el que una divinidad imprecisa y pasiva resulta tan tentadora".

Aún así, todavía existen muchos que confían en que la evolución científica explique y certifique la veracidad de estos milagros. Lewis nuevamente indica que la "creencia o increencia en los milagros está al margen de la ciencia experimental". No importa lo que ésta progrese: los milagros son reales o imposibles con independencia de ella. El incrédulo pensará siempre que se trata de espejismos o hechos naturales de causas desconocidas; pero no por imperativos de la ciencia, sino porque de antemano ha descartado la posibilidad de lo sobrenatural.

lunes, 28 de abril de 2008

Judeofobia y Cristianofobia

En la historia contemporánea ha habido dos movimientos totalitaristas que han tratado de imponerse por la fuerza y conquistar el mundo. Uno fue el nacional socialismo y el otro el comunismo. Como en política los extremos se juntan, ambos además de las coincidencias habituales que existe entre los ultras, contaron con un elemento común diferente a otros: La negación de Dios.

Los nazis se ensañaron contra los judíos, creando el antisemitismo, que se diferencia levemente de la judeofobia, en el hecho de que los antisemitas no toleran la herencia consanguínea de los judíos, de ahí que Hitler ordenó asesinar a todos los que tuvieran algún ascendiente judío hasta la quinta generación, sin importar si las víctimas eran o no judías desde el punto de vista religioso. El judío era el "extranjero", por más de haber vivido desde el siglo IV en Alemania y haber contribuido por 1600 años a su desarrollo económico, científico, artístico, cultural y político como ningún otro pueblo en su historia siendo apenas el uno por ciento de su población. No importaba si la víctima de turno era un cura católico o un pastor protestante, bastaba con que su abuelo o bisabuelo haya sido judío para ser exterminado. El afán de destrucción de los judíos por parte de los tiranos de turno, es parte del sometimiento a todos los pueblos, porque el judío no se rinde.

960 judíos resistieron durante dos años a 15,000 soldados romanos en la ciudad fortaleza de Masada en el año 77 de la era común y prefirieron suicidarse, antes que doblegarse al invasor imperial. Esa muestra de carácter es parte intrínseca del pueblo judío. El judío no se arrodilla, ni se doblega, ante nadie más que Dios. Con un pueblo así es difícil ser tirano.

La judeofobia es diferente solo en nombre. Los judeofobos odian a los judíos porque pese a todo, se levantan de las cenizas y vuelven a triunfar, y no hay mayor éxito que su resurgimiento político en el Estado de Israel. Sin embargo, la propaganda antisionista fabricada por el Islam y la ultra izquierda internacional, intenta mostrar a los judíos como intrusos en su propio territorio milenario. Negarle el derecho a los judíos de preservar su hogar histórico es negarle también al cristianismo el derecho a conservar sus lugares sagrados en Tierra Santa. Todo aquel que niega al judaísmo, niega automáticamente al cristianismo, en forma histórica, teológica, filosófica y espiritual.

La cristianofobia, por otro lado, es un invento islámico que se remonta a la época de las cruzadas y resurgió en 1975 con ataques de la Jihad islámico-palestina a la población cristiana del sur del Líbano. Ahora los cristianos, también se ven amenazados en el mundo entero, empezando en África, donde los islamistas ya son mayoría y han asesinado en Sudán a más de un millón de cristianos y animistas, sin que el mundo haga nada por impedirlo.

El Islam fundamentalista es la tercera corriente totalitaria de la era moderna que intenta acabar con el Dios judeocristiano, pero esta vez es para imponer a Alá. Los musulmanes están en este empeño desde hace 1.300 años cuando perdieron su última batalla ante los europeos. Su mentalidad no ha evolucionado, ni ha cambiado un ápice desde ese momento. Y no olvidemos, que los cruzados salieron a guerrear, justamente para defender los territorios cristianos del invasor islamista que desde esos tiempos ya quiso apoderarse de Europa para convertirla a sus creencias y modos de vida.

El odio del musulmán al cristiano es más fuerte que el odio al judío, porque el Corán establece que al ser los musulmanes, descendientes de Abraham, todo lugar sagrado judío es también lugar sagrado musulmán. El Vaticano es y ha sido blanco del terrorismo islámico desde antaño y hoy más que nunca sus intentos frustrados por volar en pedazos la Basílica de San Pedro son frenados gracias a la decidida acción de Berlusconi y la inteligencia antiterrorista internacional. Solo para refrescar, hay que recordar que el atentado criminal contra el Papa Juan Pablo II, que lo obligó a movilizarse en un coche blindado desde entonces, fue efectuado por un musulmán.

El odio al cristiano y a todos los que no son súbditos de Alá, es parte de la educación en las escuelas de todo el mundo árabe, siendo sus mentores los sauditas. Los libros de texto colegiales enseñan la "superioridad" de los musulmanes sobre las demás religiones del mundo: "La religión del Islam es la religión verdadera, cualquier otra religión es falsa" (Comentario del Corán para niños de 9º grado en Arabia Saudita). "Judíos y Cristianos, son enemigos y no deben ser confiados como amigos" (Libro de Geografía 6º grado) "El infierno es el hogar del infiel" (Reglas de la Lengua Árabe, 7º Grado). "No hay duda de que el poder de los musulmanes, irrita a los infieles y esparce envidia entre los enemigos del Islam – Cristianos, Judíos y otros-, entonces, complotan para eliminar a los musulmanes". (Geografía del Mundo Musulmán. 8º Grado).

Las expresiones de esta índole están en todos los libros escolares, más allá del tema específico de estudio. Se transmite por las radios, televisión, periódicos, revistas y demás medios de información, así como en los colegios, universidades, mezquitas y hogares, promovidos desde sus mismos gobiernos, que son manejados por poderosísimos tiranos, reyes y jeques, que manejan a su antojo, multimillonarias sumas de dinero provenientes del petróleo y no del genio creativo humano. Esta forma de educación fundamentalista, intolerante y criminal que comienza desde la más tierna infancia, crea fanáticos religiosos dispuestos a cualquier cosa en el nombre de Alá.

La Jihad es la alianza entre los peores tiranos del planeta para acabar con la civilización occidental. Su mentalidad es la misma desde la edad media, pero sus armas no. Eso es, lo que los vuelve peligrosos. No hay cerebro ni corazón, pero hay dinero. La imagen serena y confiada de Osama Bin Laden que aparece cada cuanto con túnica y callado, imitando al profeta Mahoma, es nada más que un buen instrumento propagandístico de inspiración para las masas fanáticas. Los grandes enemigos están en el gobierno de Arabia Saudita, Libia, Sudán, Siria, Irán y el resto del Medio Oriente. Pretenden dar imagen de moderación, cuando en realidad son los incitadores de la Guerra Santa y los que nutren con armas y dinero a los asesinos suicidas.

¿Qué es el aborto de nacimiento parcial?

Este horrible procedimiento se realiza durante el segundo o tercer trimestre del embarazo. El abortista introduce unos fórceps en el útero y, guiado por la ecografía, agarra los pies del bebé y tira de ellos hasta que la parte inferior de la cabecita está expuesta. Luego utiliza unas tijeras para abrir un agujero en la cabeza del bebé, a través del cual introduce un catéter para succionarle el cerebro. Una vez hecho esto, el cuerpo inerte del bebé es "evacuado".

¿Por qué existe un clamor tan fuerte ante el aborto de nacimiento parcial?

Porque, aunque todos los abortos son crímenes y no se justifican en ningún caso, el aborto de nacimiento parcial mata a un bebé vivo que está casi completamente fuera del útero de su madre. Se trata de un procedimiento doloroso y brutal que es un infanticidio.

¿Cómo es posible que una cosa tan horrible sea legal?

Porque en dos ocasiones el Presidente Clinton ha vetado proyectos de leyes que prohibían este criminal procedimiento. O sea que, debido a ese veto del Presidente Clinton, el aborto de nacimiento parcial se sigue practicando legalmente. Estos proyectos de leyes que prohibían este procedimiento fueron aprobados por la mayoría del Congreso, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.

¿Por qué hay gente que apoya el aborto de nacimiento parcial?

Porque se ha estado difundiendo una información equivocada al respecto, incluyendo la siguiente:

1.- Algunos dicen que este procedimiento puede ser necesario para salvar la vida de la madre.

Eso es falso. De hecho, ningún aborto es necesario para salvar la vida de la madre. De acuerdo con el testimonio de la Dra. Pamela Smith ante el Senado, el 17 de noviembre de 1995: "No hay ninguna situación obstétrica que requiera que un feto que haya nacido parcialmente sea destruido para preservar la vida o la salud de la madre".

2.- Según el Presidente Clinton el aborto de nacimiento parcial es necesario para impedir "serias consecuencias negativas" para la salud de la madre.

Eso es falso. De hecho, ningún aborto es necesario para evitar dichas consecuencias. Pero, además, la mayor parte de la comunidad médica está de acuerdo en que NO hay ninguna necesidad médica para realizar este procedimiento. Aun el principal abortista de EE.UU., que lamentablemente favorece también la práctica de abortos tardíos, dice que el aborto de nacimiento parcial nunca es necesario para preservar la salud de la madre.

Además, y esto es de capital importancia, la manera en que el término "salud" se define legalmente en relación al aborto incluye los factores físicos, emocionales, psicológicos, familiares y sociales. Esta definición es tan amplia que justifica, desde el punto de vista legal, cualquier aborto. Por consiguiente, si se incluye una excepción por razones de salud en la ley que prohíbe el aborto de nacimiento parcial el resultado sería la anulación de dicha prohibición. El añadir el adjetivo "grave" al término "salud" también haría inútil la prohibición de este horrible procedimiento. Se necesita entonces una ley que prohíba el aborto de nacimiento parcial sin excepción alguna. Esa es la única manera de proteger la vida de los bebitos no nacidos de este brutal procedimiento.

3.- Otros dicen que el aborto de nacimiento parcial es necesario para preservar la fertilidad de la madre.

Al contrario, los expertos en medicina afirman que precisamente este procedimiento produce el efecto contrario. Forzar la dilatación de la cerviz de una madre durante tres días y mover al bebé dentro del útero para que nazca con los pies primero puede dificultar que un futuro embarazo se complete.

4.- Hay quienes dicen que el aborto de nacimiento parcial no es tan brutal como parece. Los que así piensan dicen que el bebé muere por la anestesia que se le administra a su madre para efectuar el procedimiento.

Eso es falso. Durante su testimonio ante el Congreso, los principales anestesistas de EE.UU. dijeron que eso no es verdad. Para que nos convenzamos de la brutalidad de este procedimiento sólo necesitamos leer acerca de lo que vio una enfermera de nombre Brenda Pratt Schafer que presenció un aborto de nacimiento parcial.

5.- Finalmente, otros dicen que este procedimiento se practica con poca frecuencia y sólo en casos muy serios.

Eso también es falso. Cada año se practican entre 600 y 2,000 abortos de nacimiento parcial. Los que los practican han informado que la gran mayoría de esos abortos se realizan a petición y que el resto de ellos se practican para impedir que nazcan niños incapacitados (lo cual tampoco justifica el aborto en ningún caso).

¿Debo o no preocuparme por el aborto de nacimiento parcial en América Latina?

Sí. El aborto ya existe en América Latina. En primer lugar éste se da por el efecto abortivo de algunos anticonceptivos. En segundo lugar, hay por lo menos dos países latinoamericanos en donde el aborto quirúrgico lamentablemente es legal: Cuba y Uruguay. Además, hay otros países, donde el aborto lamentablemente también es legal en ciertas condiciones o en algunos de sus estados o provincias. En Estados Unidos se legalizó el aborto a petición durante los 9 meses del embarazo en 1973. Para la siguiente década ya se estaba desarrollando y luego practicando la horrible técnica del aborto de nacimiento parcial. Si a Estados Unidos le tomó sólo ese tiempo para llegar a este infame procedimiento, ¿quién podrá impedir que los países o regiones de Latinoamérica lo hagan también? La respuesta a esta pregunta es: ¡Usted mismo! Sólo si personas como usted se informan de lo que está pasando en su país o región y luego informan a otros, especialmente a los que están en el poder, es que se podrá saber la verdad sobre el aborto de nacimiento parcial y sobre cualquier otro tipo de aborto, pues a fin de cuentas todos ellos son crímenes contra la humanidad.

Lo que vio una enfermera...

En septiembre de 1993, Brenda Pratt Schaffer, una enfermera recibida con trece años de experiencia, fue asignada por su agencia de enfermeras a una clínica de abortos. Como ella misma se consideraba a favor de una “decisión propia” (igual a favor de elegir el aborto), no pensó que iba a tener algún problema en su trabajo. Pero estaba muy equivocada.

"Estuve junto al doctor mientras hacía un aborto después de un nacimiento parcial en una mujer que tenía seis meses de embarazo. El corazón del bebé se veía claramente en la pantalla del ultrasonido. El doctor sacó el cuerpo y los brazos del bebé, todo menos su pequeña cabeza. El bebé se movía. Sus pequeños dedos se juntaban, daba de patadas. El doctor tomó unas tijeras y las encajó en la cabeza del bebé, sus manos se desplomaron inmediatamente con una reacción de sorpresa, como lo hace un bebé cuando cree que caerá. Entonces el doctor abrió las tijeras y metió un tubo de succión en el hoyo de su cabeza y le sacó el cerebro. De esta manera el bebé murió. Nunca regresé a esa clínica. Pero hasta hoy todavía me persigue el recuerdo de la cara de ese bebé. Era la cara más perfecta y angelical que jamás había visto".

Cristianofobia

Cristianofobia significa miedo irracional u odio a los Cristianos, o Cristiandad en general, incluye prejuicios contra los Cristianos, y también se manifiesta en la lenta marginalización de aquellos que confiesan la fe cristiana.

Hay listas de casos que incluyen varios ejemplos de burlas o ridiculización de la fe Cristiana, la retirada de símbolos Cristianos así como la prohibición de llevarlos puestos, y ataques en películas y programas de televisión.

La persecución de las “políticamente incorrectas” posiciones intrínsecas a la fe Cristiana, como son la oposición al aborto o al matrimonio homosexual, es grave. Se han dado casos de gente despedida o condenada a pagar multas, incluso encarceladas. Un miembro del Parlamento Francés, Christian Vanneste, fue condenado al pago de 10,000 Euros por sus comentarios críticos sobre la homosexualidad.

El término de “Cristianofobia” ya está en varios documentos de ONU y la OSCE. Muchos oficiales del Vaticano han hablado a favor de reconocer este fenómeno, incluyendo recientemente al secretario Vaticano de relaciones con los Estados el Arzobispo Dominique Mamberti.

Joseph Weiler, autor Judío y Profesor de Derecho Internacional en New York University, dice que “La laicidad europea se distingue del secularismo americano, en que no es un simple ‘No creo en Dios’. Es una especie de fe en sí misma. Es una hostilidad positiva contra la religión identificada como Cristianismo, en Europa”.

El Obispo Hilarion, representante de Moscú de la Iglesia Ortodoxa Rusa ante las Instituciones Europeas, acusa a la Unión Europea de cerrar los ojos a las acciones anti-Cristianos en los países de la Unión Europea. “Insistiendo en la tolerancia, los líderes de la Unión Europea denuncian la Islamofobia y el Anti-Semitismo, pero a menudo ignoran las acciones anti-Cristianos”, dice y cita como ejemplo, los presuntos esfuerzos por apartar a la iglesia de la vida pública.

La iniciadora Dra. Gudrun Kugler dice: “La actitud en Europa se está volviendo muy hostil. Trabajamos en este campo y publicamos estos casos para alertar de la situación existente. Nuestro trabajo no es de autocompasión. Se trata de buscar soluciones, que deben incluir el nivel político”.

También piensa que como remedio, los Cristianos Europeos deberían tener más confianza en ellos mismos: “La Cristiandad constituye una gran parte del humanismo por el que Europa es famosa. Dio mucho y todavía tiene mucho que ofrecer. Nos toca a nosotros como Cristianos el participar en la esfera pública con confianza y seguridad. Y como resultado, las tendencias cristianofóbicas disminuirán”.

Para ello, la iniciativa de ¡Europa por Cristo! Ofrece descripciones concisas sobre herramientas de la vida pública al igual que sumarios de los temas en juego.

¡Los Cristianos están allá fuera, en las calles! Algo está pasando en la vieja Europa. Los Cristianos están respondiendo en lugar de darse por vencidos con todo y ante todo. Salen a las calles a manifestarse. No con eslóganes ruidosos y menos con violencia. Pacíficamente y amigablemente salen en gran número. Son tantos, que algunos medios han querido reducirlos.

En enero en Madrid se celebró un gran “Día de la Familia”. Esta manifestación pacífica se dirigió ante las políticas anti-familia que el Gobierno de Zapatero ha introducido “divorcio-Express” y “matrimonio homosexual”. Casi dos millones de personas participaron y muchos medios europeos mintieron hablando de 150,000.

El Papa Benedicto fue invitado a dar una conferencia en la Universidad más grande de Italia. Muchos profesores y estudiantes protestaron y anunciaron que interrumpirían el discurso porque dijeron que el Papa era intolerante y ultra conservador. El Papa anuló su visita. Casi 200.000 personas –entre ellas muchos jóvenes- se acercaron a la plaza de San Pedro para dar su apoyo al Papa de una manera pacífica y cordial.

Jesús dijo a sus discípulos que debían poner la otra mejilla cuando les golpearan. Pero incluso él cuestionaba a los que actuaban injustamente: “¿Por qué me pegáis?”. Los Cristianos en Europa empiezan a cuestionar a sus adversarios presuntamente tolerantes: ¿por qué pegáis a la Iglesia, que somos nosotros? ¿Acaso hacemos algo malo cuando defendemos a la familia, y apoyamos el derecho a la vida y ayudamos al mundo a que tenga hijos, que son el futuro?”.

domingo, 27 de abril de 2008

¿Quién es Jesús?

La Persona de Jesús, con sus hechos y enseñanzas, siempre han suscitado asombro y admiración, en muchos, así como cuestionamiento y hasta rechazo por parte de otros. Hay razones serias para ello: en primer lugar, es el Hijo de Dios hecho hombre, lo que se acepta eminentemente por la fe; en segundo lugar, por la fuerza de su predicación, que inaugura un nuevo modelo de actuación basado en el amor, que incluye el perdón; en tercer lugar, por la misión que vino a cumplir en medio de los seres humanos: su propia salvación, con lo que les da la posibilidad de convertirse en hijos de Dios.

También en los tiempos más modernos, la pregunta sobre Jesús no ha faltado. La respuesta es dada de acuerdo a los mismos que interrogan: hay quienes han llegado a afirmar que es un extraterrestre, venido de quien sabe qué planeta o galaxia, para cumplir con una misión. Los hay que han afirmado que es una especie de “gurú”, que luego de su muerte en Israel habría viajado a tierras del extremo Oriente para alcanzar plena sabiduría. Los hay que afirman que es un gran maestro de sabiduría. Incluso no faltó quien llegara a decir que era un mito o un invento de los primeros cristianos.

En nuestro continente latinoamericano, no se dejó de responder la inquietante pregunta sobre Él, también ha sido identificado como “revolucionario”, “guerrillero”; hasta lo han pintado crucificado en cruz hecha de fusiles. Últimamente, en el debate internacional, ha sido presentado como “socialista”.

En todos los tiempos, el no ver a Jesús en su justa dimensión produce en no pocos la reacción contra la Iglesia, Madre y Maestra.

Por eso, más que enfrentarse con quienes no van a entender las razones de la Iglesia, lo que tenemos que hacer es indicar dónde está la fuente de todas las respuestas: en el Evangelio, que es Palabra de Dios, que es donde se encuentra la profesión de fe de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Acá está la auténtica respuesta a la interrogante sobre Jesús. Es el reconocimiento de su misión divina, de su divinidad, de su objetivo final, la salvación de la humanidad.

Cuando se afirme alguna cosa sobre la persona de Jesús, la actitud de los creyentes en Cristo tienen que ser la que nos inspira el Evangelio: una profesión de fe, hecha sin vacilaciones y sin miedos, no para condenar al otro, sino para invitarlo a que entienda cuál es el verdadero significado de la existencia, persona y obra de Jesús el Señor.

Por tanto, ni revolucionario, ni socialista, ni hippie, ni filósofo, ni demiurgo, ni extraterrestre, ni fantasma, ni profeta, ni mito: Jesús es el Señor, el Hijo de Dios Vivo, el Salvador, la Palabra encarnada que nos dio a conocer el misterio y designio de Dios, el Principio y el fin, el testigo fiel, el mismo ayer, hoy y siempre.

sábado, 26 de abril de 2008

La ideología que está detrás del controlismo poblacional y de los grupos anti-vida

La ONU desde hace 30 ó 40 años a través de algunas de sus agencias especializadas como el UNFPA, la OMS o el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo) lanzó un programa internacional de control de la natalidad, nítidamente maltusiano. Esto significa que la ONU quiere proponer el control de la natalidad como un medio, una condición previa para el desarrollo de los pueblos.

Esta postura merece algunas consideraciones. Lo primero en lo que hay que ser enfático es que científicamente nunca ha sido demostrado que exista una relación entre la densidad de la población de un país y el desarrollo. Hay países poco poblados que son desarrollados, como Australia, y otros poco poblados que son subdesarrollados; como es el caso de los países de África Central. Inversamente hay países muy poblados que son desarrollados, como Holanda que tiene más de 400 personas por kilómetro cuadrado, y hay países muy poblados subdesarrollados como Pakistán. Quiere decir que no hay relación entre las dos cosas, depende de cada caso.

Sin embargo, la ONU se comporta como si hubiera una relación determinante entre las dos cosas y dice a los países: "controlen su población y van a desarrollarse". Pero los países pobres lo que necesitan son remedios, escuelas, saneamiento de las aguas, hospitales etc. Recursos que realmente favorezcan su desarrollo y no un control de la población. La Iglesia no puede y no quiere promover una política de desarrollo basada en una mentira científica; en una hipótesis que nunca fue demostrada...

Es la ideología maltusiana, y es muy importante destacar su persistencia. Es una ideología discriminatoria, eugenista, segregacionista. El centro de su temática podríamos expresarlo diciendo: "nosotros los ricos del hemisferio norte necesitamos controlar el crecimiento de la población de los países del sur porque tenemos miedo de esta población".

La Santa Sede es muy consciente de que ya desde antes de la caída del muro de Berlín ha habido una reinterpretación de la famosa guerra fría: ya no era la guerra Este vs. Oeste sino la guerra Norte vs. Sur, oponiendo los países ricos a los países pobres. Evidentemente la Iglesia no puede aceptar esta oposición ni este diagnóstico típicamente maltusiano. Ella busca una auténtica solidaridad internacional basada en la cooperación internacional, en una distribución más equitativa de los recursos, en la posibilidad concreta de que los países pobres puedan acceder al saber y a las técnicas de las cuales depende su desarrollo. Pero la ideología maltusiana es muy útil a los países ricos porque presenta las cosas como demostradas cuando por el contrario todas las profecías de Malthus fueron desmentidas; esa hipótesis de que la población crece más rápidamente que los recursos alimenticios es una farsa científica.

Pero hay otro motivo por el que la Iglesia no puede admitir las posturas de la ONU. Resulta obvio que es poco simpático y poco admisible decir: "los ricos debemos contener el crecimiento de las poblaciones pobres", y por lo tanto se busca utilizar un lenguaje nuevo, mentiroso, ideológico: "el lenguaje de los derechos humanos": "ustedes los pobres tienen derecho a la contracepción, al aborto. Estos son los nuevos derechos humanos. Nosotros -los ricos- queremos ayudarlos a ejercer ese derecho nuevo y vamos a ayudarlos a desarrollarse mandándoles métodos anticonceptivos y dispositivos intrauterinos y aparatos para realizar abortos con máquinas especializadas..." La Iglesia no puede admitir este tipo de política.

Quisiera mencionar aquí una cosa que muchas veces no está siendo muy bien explicada al público: además de las consideraciones de ética privada, personal, la Iglesia se opone a estas campañas por motivos de ética social.

La Iglesia continúa proclamando que aunque el hombre sea pequeño, flaco y débil tiene el mismo valor intrínseco. La sociedad actual no hace eso, es una sociedad de violencia, de exclusión. Para los ideólogos del marxismo como para los del liberalismo la actitud cristiana es inadmisible porque los que hacemos la opción de Jesús hacemos al mismo tiempo la opción por los pobres, porque Jesús hizo esta revolución al reconocer a los que no valían nada en la sociedad.

La crisis que estamos viviendo es realmente una crisis de valores, es la crisis de la Verdad. En los ambientes de la ONU o en la problemática actual en materia de democracia se dice: no es necesario querer descubrir la verdad, no somos capaces de descubrirla porque cada uno tiene la suya; y ocurre que las necesidades de la práctica nos hacen tomar decisiones prácticas y entonces terminamos haciendo lo que recomienda John Rose, político norteamericano: discutimos caso por caso sin referirnos a principios relativos a la verdad (que es inaccesible) y entonces tomamos una decisión. Es lo que se llama la ética procesal, que no considera lo que es bueno, justo, malo. Será justa la decisión que vamos a tomar sólo porque vamos a tomarla.

Pero con este relativismo integral el respeto debido a todo ser humano desaparece, es condicionado, porque depende de una decisión consensual siempre re-negociable. Así, terminamos en una sociedad de violencia donde prevalece la voluntad del más fuerte.

Cuando se habla de "globalización" se esta tocando dos temas. El de la "mundialización" y el de la "globalización".

Cuando uno habla de "mundialización" se insinúa que estamos caminando hacia un gobierno mundial, hacia una sociedad soñada por algunos autores o políticos famosos -podría mencionar a dos de ellos como Willy Brandt, canciller de Alemania, y Jan Timberland, un holandés que ganó el Nóbel de Economía-. Ellos desarrollan esta idea de la mundialización en la que la época de las naciones soberanas ya pasó. Conviene que poco a poco la ONU se torne en un gobierno mundial y las agencias de la ONU en los ministerios de este gobierno. En esta mundialización veo una nueva tentativa de instaurar la famosa "Internacional" soñada por los marxistas del siglo pasado.

La globalización es algo similar pero en una perspectiva de ideología liberal. El mundo es visto como un inmenso mercado que debemos integrar. El problema se da cuando a través del control de las cosas, de las materias primas, de las industrias, etc., se llega al control de los hombres.

En el núcleo de la ideología moderna -tanto de la de inspiración marxista como de la neoliberal- el hombre es interpretado desde una perspectiva monística, panteística y en este caso la única ética que se impone al hombre es fatalista: si somos una partícula en el medio debemos admitir esta situación y si ésta lo exige, vamos a sacrificar hombres a la supervivencia del medio ambiente. Es la temática ya desarrollada en Río de Janeiro en 1992 en la reunión "Cumbre de la Tierra". Pero es una ideología que sigue desarrollándose y que somete al hombre al medio ambiente. La ética aparece como una sumisión a la madre Gaia, la tierra. Con este tipo de determinismo ético el hombre debe admitir su situación de mortalidad total e integral. No hay otra perspectiva de la vida tal como la conocemos en la tierra. Estamos encerrados en este mundo que nos oprime y debemos aceptar lo que dicen y piensan los que supuestamente entienden este medio ambiente. Por eso hay personas como Jack Cousteau, que era un farsante de primera, que junto con varios ideólogos de este tipo recomendaban la eliminación de 3 o 4 millones de habitantes de la tierra justamente para que no haya contaminación porque el hombre es el mayor contaminador.

viernes, 25 de abril de 2008

La gran estafa del calentamiento global

La película de Al Gore Una verdad inconveniente, se ha encontrado con su equivalente: un devastador documental exhibido recientemente en la televisión británica, que también ha sido visto por millones de personas en Internet. A pesar de su título rimbombante, La gran estafa del calentamiento global está basado en una ciencia correcta al registrar las declaraciones de verdaderos científicos climáticos, incluido yo. Una verdad inconveniente principalmente registra a un político.

Los argumentos científicos presentados en La gran estafa del calentamiento global pueden ser reseñados muy sucintamente:

No existe absolutamente ninguna prueba de que el calentamiento actual sea causado por el crecimiento de los gases de efecto invernadero de las actividades humanas, tal como la generación de energía de la combustión de carburantes. Observaciones en núcleos de hielo demuestran que los aumentos de la temperatura han precedido a—no resultado de—los incrementos en el CO2, por cientos de años, sugiriendo que el calentamiento de los océanos es una fuente importante del aumento del CO2 atmosférico. Tal como el dominante gas de efecto invernadero, el vapor de agua es más, mucho más importante que el CO2, aún no manipulado bien por los modelos climáticos—y, en cualquier caso, fuera de nuestro control. Los modelos de efecto invernadero tampoco pueden explicar el enfriamiento observado durante gran parte del siglo pasado (1940–75), ni los patrones de calentamiento observados—a los que denominamos “huellas digitales”. Por ejemplo, la Antártida se está enfriando mientras que los modelos predicen calentamiento. Y allí donde los modelos pronostican que la atmósfera media se calienta más rápido que la superficie, las observaciones muestran exactamente lo contrario.

Pero la mejor evidencia que tenemos apoya a las causas naturales—cambios en la nubosidad vinculados a las variaciones regulares en la actividad solar. Así, el calentamiento actual es probablemente parte de un ciclo natural de calentamiento y enfriamiento climático que se remonta a casi un millón de años. Ello explica el “período calido medieval” alrededor de 1.100 D.C., cuando los vikingos fueron capaces de establecerse en Groelandia y realizar cultivos, y la “pequeña edad de hielo”, desde aproximadamente 1.400 a 1.850 d.C., que trajo inviernos severos y veranos fríos a Europa, con cosechas que fracasaron, hambrunas, enfermedades y miseria generalizada. Se han realizado intentos para sostener que el calentamiento actual es “inusual”; un análisis espurio de los anillos de árboles y otra información de fuentes indirectas trató de negar la existencia de estos cambios climáticos históricos; pero el resultado de este denominado “palo de jockey”, que las temperaturas terrestres han sido constantes hasta las décadas recientes, ha sido en la actualidad ampliamente desacreditado.

Si la causa del calentamiento es mayormente natural, entonces es poco lo que podemos hacer al respecto. No podemos influir en el inconstante sol, el origen probable de la mayor parte de la variabilidad climática. Ninguno de los planes de mitigación actualmente circulando por ahí servirán de algo; son todos irrelevantes, inútiles e insensatamente costosos:

* El control de las emisiones de CO2, ya sea mediante el racionamiento o la elaboración de esquemas de límites e intercambio

* La antieconómica energía “alternativa”, tal como el etanol y la poco práctica “economía del hidrógeno”

* Instalaciones masivas de turbinas de viento y colectoras solares

* Proyectos propuestos para el secuestro del CO2 de las chimeneas o incluso de la atmósfera

Irónicamente, todos estos planes serían ineficaces incluso si el CO2 fuese responsable de la tendencia de calentamiento observada—a menos que pudiésemos persuadir a cada nación, incluida China, de recortar el uso de combustible ¡un 80 por ciento!

Finalmente, nadie puede demostrar que un clima más cálido produciría impactos negativos en general. La muy temida suba en los niveles del mar no parece depender de las modificaciones de la temperatura en el corto plazo, dado que los aumentos del nivel mar han sido permanentes desde la última edad de hielo, hace 10.000 años. De hecho, muchos economistas sostienen que lo opuesto es más probable—que el calentamiento produzca un beneficio neto, que incremente los ingresos y los estándares de vida. Todos concuerdan en que un clima más frío sería malo. ¿Por lo tanto por qué el clima actual sería el óptimo? Seguramente, las probabilidades a favor de esto deben ser sumamente pequeñas, y la historia de los calentamientos climáticos pasados lo confirma.

Pero el mensaje principal de La gran estafa del calentamiento global es mucho más amplio. ¿Por qué deberíamos dedicar nuestros escasos recursos a lo que esencialmente no es un problema, e ignorar los verdaderos problemas que enfrenta el mundo: hambruna, enfermedad, negación de los derechos humanos—para no mencionar a las amenazas del terrorismo y las armas nucleares? ¿Y estamos verdaderamente preparados para lidiar con los desastres naturales; con las pandemias que pueden aniquilar a gran parte de la raza humana, o incluso con el impacto de un asteroide, tal como el que exterminó a los dinosaurios? No obstante los políticos y las elites en gran parte del mundo prefieren entretenerse con y dedicar nuestros limitados recursos a los temas de moda, en vez de concentrarse en los reales. Tan solo considérense las espeluznantes predicciones que emanan de figuras mundiales supuestamente responsables: el científico en jefe del Partido Laborista de Gran Bretaña nos dice que a menos que impermeabilicemos nuestras casas y usemos bombillas de luz más eficientes, la Antártida será el único continente habitable para 2100, con unas pocas parejas reproductoras sobrevivientes propagando a la raza humana. ¡En serio!

Imagino que en un futuro no demasiado distante, toda esta histeria habrá desaparecido, particularmente si el clima decide enfriarse—tal como lo hizo durante gran parte del siglo pasado; debería tomarse nota aquí que no se ha calentado desde 1998. Las generaciones futuras mirarán hacia atrás a la locura actual y se preguntarán de qué se trataba todo eso. Tendrán películas como Una verdad inconveniente y documentales como La gran estafa del calentamiento global para recordárselo.

Biocombustibles, la gran estafa

Nuevos estudios revelan que los miles de millones de dólares invertidos en Estados Unidos y Europa para promover los biocombustibles son una forma de subsidiar a corporaciones agroindustriales antes que una respuesta efectiva contra el calentamiento global.

No sólo la mayoría de los métodos para producir combustibles destilando ciertos vegetales poco ayudan a reducir las emisiones de gases invernadero, responsables del cambio climático según la mayoría de científicos, sino que cosechar las materias primas necesarias requiere gran cantidad de agua, además de fomentar el uso de plaguicidas y provocar deforestación en países tropicales, dicen esos informes.

El auge de los biocombustibles, impulsado por miles de millones de dólares en subsidios gubernamentales, provocará un aumento de entre 20 y 40 por ciento para 2020 en el precio de los alimentos, según el no gubernamental Instituto de Investigación de Políticas Alimentarias, con sede en Washington.

El maíz, la caña de azúcar, la soja y la palma aceitera son los principales cultivos de los que se refina etanol o biodiésel.

“En resumidas cuentas, usar comida para producir combustibles es una idea estúpida”, dijo a IPS Ronald Steenblik, director de investigaciones de Global Subsidies Initiative del Instituto Internacional para el Desarrollo Sustentable, con sede en Ginebra.

“Es otra forma de subsidiar a las grandes corporaciones agroindustriales y constituye una distracción del problema real, que es reducir las emisiones de gases invernadero”, agregó.

Dos nuevos estudios, de los que Steenblik es coautor, destacan que producir combustible a partir del maíz, la soja o la caña de azúcar es increíblemente caro. Su análisis señala que el apoyo gubernamental alcanzó en 2006 los 11,000 millones de dólares al año para los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que reúne entre sus miembros a todos los países industriales.

Más de 90 por ciento de esos subsidios correspondieron a Estados Unidos y la Unión Europea y, según el informe, probablemente llegarán este año a los 13,000 ó 15,000 millones de dólares. “Se incrementan a medida que la industria se expande”, dijo Steenblik.

Se tendrían que gastar más de 100,000 millones de dólares anuales para alcanzar una proporción de producción de biocombustibles equivalente a 25 ó 30 por ciento de las necesidades del transporte. Y ese monto de subsidios debería mantenerse, ya que la industria depende de ellos, agregó.

Esa inversión tendría sentido si se lograra una baja importante en las emisiones de gases invernadero, pero Steenblik calcula que para producir la cantidad de etanol requerida para reducir el equivalente a un tonelada de dióxido de carbono se gastan entre 2,980 y 6,240 dólares, según el tipo de programa de incentivos que se aplique.

Varios estudios han demostrado que el impacto ambiental de producir maíz, transportarlo y convertirlo en etanol se traduce en una pequeña reducción de emisiones de gases invernadero en comparación con los combustibles fósiles. Y en algunos casos los resultados pueden ser aún más desalentadores.

El biodiésel elaborado a partir de la colza y el etanol de maíz pueden provocar 70 y 50 por ciento más de emisiones, respectivamente, que los combustibles fósiles, según un trabajo publicado en septiembre por el ganador del premio Nóbel de Química, Paul Crutzen, de la Universidad de Edimburgo, junto con su colega Keith Smith.

Esos investigadores determinaron que la destilación de esos vegetales libera más del doble de lo que se suponía hasta el momento de óxido nitroso, un potente gas invernadero, a causa del empleo de fertilizantes que contienen nitrógeno.

Alrededor de 80 por ciento del biocombustible de Europa proviene de la colza, mientras que en Estados Unidos se emplea fundamentalmente el maíz para fabricar etanol.

En enero, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, fijó una meta de producción de 132.000 millones de litros de biocombustible para 2017, más de cinco veces el nivel actual.

Esta meta dejaría varias vías fluviales de ese país contaminadas y provocaría severa escasez de agua en varias regiones, advirtió la Academia Nacional de Ciencias estadounidense.

Programas más simples y baratos, como la imposición de un arancel para quienes conduzcan vehículos en la zona céntrica de las ciudades o el programa aplicado en París para fomentar el uso de la bicicleta reducen las emisiones en forma inmediata y con un costo muy bajo, indicó Hook en una entrevista.

Esa iniciativa se puso en práctica en París en julio, con la oferta de miles de bicicletas en alquiler a bajo costo (los primeros 30 minutos son gratuitos). Millones de viajes se realizaron en los primeros 17 días. “Es asombroso. Todas las ciudades deberían pensar en hacer algo así”, dijo Hook.

Una agencia de publicidad provee las bicicletas gratis, administra el sistema y otorga a la ciudad todas las ganancias, además de 4.3 millones de dólares al año a cambio del control exclusivo de todas las pantallas de publicidad en la vía pública.

El experto en transporte canadiense Todd Alexander Litman ha demostrado que los combustibles más eficientes y menos contaminantes tienen como resultado que la gente use más los automóviles. Litman propone alternativas para reducir el tránsito entre 30 y 50 por ciento, que incluyen convertir las áreas urbanas en zonas más aptas para peatones y la creación de sendas para bicicletas. Ninguna de ellas requiere producir más biocombustibles.

“Subsidiarlos es una tontería”, señaló a IPS.

El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, enfatizó que incrementar la producción de biocombustibles será “un desastre total” para la gente que sufre hambre.

“Existe el serio riesgo de crear una batalla entre combustible y alimentos que dejará a los pobres y hambrientos en los países en desarrollo a merced de los rápidos aumentos en el precio de la comida, la tierra o el agua”, afirmó Ziegler al hablar en agosto ante la Asamblea General de la ONU.

jueves, 24 de abril de 2008

Democracia y moralidad

Si se compara con los años que tiene la historia de la humanidad, la democracia está en la infancia, pues tiene poco más de dos siglos. En todo ese tiempo, la humanidad vivió en un Estado social que Tocqueville llamó aristocrático, por estar basado en la desigualdad. El tránsito al Estado social democrático requirió un largo proceso de maduración, que comenzó en la Edad Media, bajo la influencia del cristianismo.

Es cierto que los griegos inventaron la democracia, palabra griega que significa el mando del pueblo, constituyendo su principio la libertad, como decían ellos mismos. Sin embargo, entendían por democracia una forma de organizar la convivencia política entre los pocos –el pueblo– que tenían libertad política por su condición jurídica de ciudadanos en su sociedad aristocrática: la libertad era para ellos mera libertad exterior. Los estoicos griegos y latinos comenzaron a hablar de la igualdad humana como una igualdad ideal, pero no barruntaron la idea de libertad interior, que el hombre fuese una persona. Ni los griegos ni los romanos podían concebir, por ejemplo, la posibilidad de suprimir la esclavitud. Sobre ella descansaba su civilización, por lo que la consideraban algo natural.

Sólo con el cristianismo irrumpió con fuerza la idea de la igualdad esencial y natural de todos los hombres, por su doble condición de hijos de Dios y haber sido creados a Su imagen y semejanza y, por tanto, como libres. La libertad cristiana incluye las dos dimensiones de la libertad: la libertad interior y la libertad exterior. Para el cristianismo, el hombre es una persona que posee libertad ontológica, entendida como una propiedad de todos y cada uno de los seres humanos, desde su concepción hasta su muerte. Y esta concepción del hombre como persona análoga aunque no igual al Dios personal cristiano –en el que hay tres personas formando la Trinidad– hizo que esa idea de la libertad fuese penetrando poco a poco en la cristiandad, de manera que, siguiendo con el ejemplo anterior, prácticamente a finales del siglo XV había desaparecido la esclavitud, que se reintrodujo de nuevo a raíz de los descubrimientos de nuevas tierras y civilizaciones en las que era normal, en el siglo XVI.

Esa misma concepción de la libertad implica responsabilidad como el reverso de una moneda, por lo que el hombre tiene deberes; ante todo, el deber de vivir libremente, siendo los derechos el medio normal para proteger el ejercicio responsable de la libertad. El hispano-cubano José Martí decía que «la libertad es el derecho de cada hombre a cumplir con su deber». La libertad es así la clave que explica la dinamicidad de la cultura europea que, con el desarrollo estético, técnico, económico, industrial, etc., hizo posible la extinción paulatina de las castas y la tendencia a la desaparición de las clases reduciéndose a una sola, la clase media, con gran movilidad social entre sus distintos estratos: por lo que se habla a veces de clases medias. En suma, el despliegue de las posibilidades de la libertad cristiana es lo que explica el paso del Estado aristocrático de la sociedad al Estado social democrático.

Al Estado social democrático se llegó por primera vez en Norteamérica, un continente prácticamente vacío. Este ejemplo intensificó en Europa, desde finales de 1820, el proceso democratizador iniciado en la Edad Media, complicándose empero por estar todavía muy arraigado el ancestral Estado social aristocrático, con el que tuvo que enfrentarse desde el primer momento. Esto dio lugar a que el conflicto político entre esas dos formas de la sociedad se transformase en un conflicto de clases y de grupos entre las dos concepciones morales correspondientes, que está lejos de haberse extinguido y abarca hoy al mundo entero, siendo en el fondo la esencia problemática de la globalización.

El resultado es que se ha confundido la democracia como Estado social y moral de la humanidad, con la democracia como una forma de organización política, y la idea de democracia –en sí misma un concepto político– se ha convertido en un concepto moral, que pone como principio la igualdad. Esto ha dado lugar a una visión equívoca de la libertad, como una libertad indiferente que, en el mejor de los casos, se reduce en la práctica a pura y simple independencia, y a un pretexto para reivindicar toda clase de derechos sin las correspondientes obligaciones o deberes.

La consecuencia es el insoluble conflicto entre múltiples concepciones morales y la imposibilidad del consenso social. Existe un conflicto irresoluble entre valores o ideologías, que sólo se puede paliar políticamente haciendo de las mayorías el portavoz de la verdad. Pero así se dogmatiza el relativismo moral, perdiendo su sentido el mando y la obediencia, la autoridad y el poder, y resultando imposible gobernar. Entonces se manipula el natural consenso social del que nace el êthos –la moral colectiva que debe inspirar la acción política–, y se hace pasar por tal el consenso político, el acuerdo fundamental entre las oligarquías, escrito quizá en una Constitución. Mas, al suplantar el consenso oligárquico al consenso social, se excita a las minorías a influir en el consenso político, con lo que la democracia política queda de nuevo en manos de las minorías capaces de influir, como en el Estado social aristocrático, con la diferencia de que aquí se suscitan continuamente nuevas desigualdades.

El problema de la democracia como consecuencia del Estado social democrático no lo resuelve el igualitarismo, que hace que acabe prevaleciendo lo inferior sobre lo superior. La única solución posible radica en la libertad política: hacer que todos los hombres sean iguales como si fuesen aristócratas (aristocracia significa el mando de los mejores), conscientes de sus deberes y obligaciones. La única manera de igualar a los hombres consiste en hacer que todos sean libres.

Eliminar la pobreza, eliminando a los pobres

A partir de 1985, Estados Unidos y los países desarrollados de Europa decidieron que el inicio de un nuevo ser humano se determinaba en el momento en que el embrión humano se fijaba en la pared superior del útero de su madre (endometrio), alrededor de siete días después de la concepción. La concepción es entendida como el proceso que culmina con la fusión del óvulo y el espermatozoide en una nueva célula. Es decir que en los países desarrollados del planeta, el embrión humano está desprovisto de la protección inherente al ser humano hasta la anidación en el útero de su madre.

El resultado de este cambio ha sido la destrucción de embriones humanos sobrantes en forma habitual en las técnicas de fecundación “in vitro”; la destrucción de embriones que se gestaron al sólo efecto de que sus células puedan ser usadas como repuesto biológico para otros seres humanos ya nacidos, al punto que gestan seres humanos que destruyen de inmediato para usar sus células germinales en terapia de personas ancianas. Por haber corrido en forma antojadiza el comienzo de la vida humana, ahora mismo vemos que carecen de argumentos contundentes para oponerse a la clonación de seres humanos porque el embrión clonado y no implantado en el endometrio no es, para ellos un ser humano protegible.

Más aún, al no protegerse la vida de un ser humano desde la concepción sino desde la anidación del embrión en el endometrio, la industria de los laboratorios comenzó a producir anticonceptivos que no impedían siempre la concepción, pero que sí alteran químicamente el endometrio haciéndolo no receptivo para que el embrión se implante.

Banco Mundial, ¿usted también allí?

En 1995, en el Foro de Belaggio (Italia), el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, ambas al servicio de las estrategias de los países desarrollados que los solventan, reúnen y exigen a los países subdesarrollados de América latina que autoricen las “píldoras del día siguiente”. Se trata de la continuidad de la permanente obsesión de los países ricos de detener en la forma que sea el crecimiento poblacional de los países en vías de desarrollo, por el riesgo que temen de que cambie el eje del poder en el mundo.

No podemos olvidar que para la filosofía que domina las estrategias del Banco Mundial, la forma más eficaz y económica de eliminar la pobreza, es eliminar a los pobres. Si no, basta recordar las palabras del presidente Lyndon Johnson en la Asamblea de las Naciones Unidas, cuando afirmó que no podían olvidarse que “cinco dólares por cada pobre en anticonceptivos, representaban 100 dólares por cada pobre en proyectos de desarrollo”. Todo esto está descrito en el informe Kissinger de 1974, memorando reservado del entonces secretario de Estado de los Estados Unidos.

A partir de 1995, el Banco Mundial exigió para conceder créditos la autorización de la píldora del día siguiente, lo que explica que en 1996, Argentina la autorizara. También explica que, entre 1996 y 1999, ese país haya recibido del Banco Mundial casi 20 mil millones de dólares. Esa cifra lo convierte en el país que más fondos recibió, después de China. Además, esos fondos correspondían a las 44 naciones más pobres y hambrientas del planeta y se desviaron a la Argentina, uno de los principales productores mundiales de alimentos. Sólo el 60 por ciento de ese dinero se invirtió en los destinos que se prefijaron, habiéndose diluido el restante 40 por ciento vaya a saber dónde.

Era evidente que Estados Unidos, a través del Banco Mundial, necesitaba penetrar con créditos las políticas internas de la Argentina, para que de esta forma se pudiera controlar más fácilmente a otros países de América Latina más pequeños. A esto no lo dice el que escribe, lo dice con toda claridad la Auditoria del Senado de estadounidense, conocido como informe Meltzer del año 2000 que se difunde en Internet. (Informe Meltzer 17 de noviembre del 2000 (teclear el logo de la carta al lado de la fecha) http://www.heritage.org/Research/InternationalOrganizations/EFP00-04.cfm

El engaño a toda una nación

Se preguntará el lector cómo han hecho los laboratorios para vender en la Argentina la “píldora del día siguiente” y decenas de anticonceptivos orales que se consumen durante 21 días, así como dius que tienen el efecto confesado por sus fabricantes en Europa y los Estados Unidos de destruir el embrión humano, alterando el endometrio y evitando así que el niño concebido anide en el útero de su madre.

Ha sido tan burda la maniobra que cualquier familia puede, por Internet, ingresar a cualquier laboratorio extranjero y ver una composición de drogas como las que contiene el seudo anticonceptivo que se toma en la Argentina.

Podrá observar con sorpresa e indignación que, allí, los laboratorios venden los fármacos, con el mismo nombre comercial y las mismas composiciones hormonales. Cuando describen los mecanismos de acción, les dicen a los consumidores claramente que una de las acciones del fármaco es impedir que el embrión anide en el endometrio.

Pero cuando esos mismos laboratorios le venden los mismos fármacos a la gente en Argentina, desaparece toda referencia en la descripción de los mecanismos de acción respecto al efecto abortivo al destruirse el embrión por alteración del endometrio.

Buscando en Internet, encontramos 27 fármacos de los llamados anticonceptivos orales combinados o mini píldoras y dius brutalmente adulterados en cuanto a la información esencial de sus mecanismos de acción. Usted puede también intentarlo y lo verá con sus propios ojos. Estos pequeños seres humanos silenciosamente destruidos han tenido en algún momento una existencia tan real como la que alguna vez tuvieron los hijos que hoy podemos ver, amar y disfrutar. Pero aquellos fueron destruidos contra nuestra voluntad y sin que nosotros pudiéramos defenderlos de forma alguna.

Pobres e igualdad de oportunidades

Hoy también reciben estos fármacos y dius, adulterados en su información esencial, los sectores más humildes en los dispensarios y hospitales, fármacos que son enviados por el gobierno argentino que sabe de su adulteración. Y, como no podía ser de otra manera, el Banco Mundial, que también sabe de la adulteración de la información esencial, provee el dinero para su adquisición. Aparentemente, habría llegado a las familias más humildes de ese país la tan apreciada igualdad de oportunidades de poder planificar una familia como lo hacen los sectores medios y altos de esa sociedad que tienen acceso a las píldoras y a los dius.

Lamentablemente, no se trata de la igualdad de oportunidades que todos merecen para planificar una familia, cual es el trabajo y vivienda dignas, educación suficiente para obtener los beneficios de una cultura común, salud integral, etcétera.

La igualdad de oportunidades que se quiere mostrar es más aparente que real porque los humildes sólo han alcanzado a las familias de clase media y alta en la posibilidad cierta y frecuente de poder matar a sus propios hijos sin saberlo, triste privilegio que hasta ahora sólo tenían en Argentina las familias de mejores ingresos que podían comprarse los anticonceptivos adulterados en su información esencial.

miércoles, 23 de abril de 2008

Investigación demuestra herencia racista del movimiento anti-vida

Una extensa investigación publicada la agencia LifeSite News, demuestra las raíces racistas del movimiento controlista-abortista y evidencia que esta herencia se mantiene vigente en la actualidad, incluso con el desconocimiento de ciertos activistas que promueven la ideología anti-vida convencidos de que están “haciendo el bien”.

El documento de 66 páginas lleva por título “El Racismo Inherente del Control Poblacional” y ha sido escrito por Paul Jalsevac.

De acuerdo a la agencia, el texto explica “la rapidez de los masivos cambios sociales que han ocurrido en las últimas décadas y porqué fueron permitidos; así como las razones que llevaron a gobiernos, cortes, instituciones educativas, medios de comunicación y las Naciones Unidas a emprender políticas tan destructivas contra la vida, familia, religión tradicional y hasta ciertas libertades”.

Según recuerda la agencia, a finales de la década del ’60 y principio de los ‘70s, el aborto comenzó a proliferar en muchas naciones occidentales. “Al mismo tiempo llegó una explosión de divorcios, uso de anticoncepción, la llamada liberación sexual y el desprecio por la moral general, la vida familiar y el respeto por la vida humana. No es coincidencia que todo esto haya resultado en una caída masiva de los nacimientos a nivel mundial y las dramáticas consecuencias económicas y sociales del choque demográfico”.

La agencia precisa que “poco después que el aborto fue legalizado en Norteamérica, casi todos los activistas que se involucraron en la lucha pro-vida no se dieron cuenta de a quién y qué se estaban oponiendo”.

"No tenían idea entonces, y lamentablemente, la mayoría aún no la tiene, de que el aborto era solo una parte de agendas internacionales mucho más amplias, respaldadas por varias organizaciones e individuos con intereses y ambiciones comunes", sostiene.

Entre estos grupos, LifeSite cita a la Planned Parenthood “como la más influyente del mundo”.

El informe sostiene que la difusión del aborto, la eliminación de los minusválidos, el avance de la eutanasia, la divorcio fácil, los miles de millones de preservativos enviados a África en vez de ayuda médica o alimentos, así como la forzada aceptación de la homosexualidad, han servido para ciertas personas y organizaciones, a dos objetivos principales:

1.- La disminución masiva de la población mundial.

2.- La ‘purificación’ de la raza humana a través de la eugenesia, eliminando a las personas consideradas no gratas física, mental, social y hasta económicamente.

Al principio fue casi imposible para el reducido número de líderes pro-vida que se dieron cuenta de este panorama convencer a sus colegas y políticos amigos de asumir estas razones con seriedad.

LifeSite sostiene que por años solo encontraron animosidad o acusaciones de “ridiculez”. Ahora, sin embargo, “La evidencia es tan abrumadora y su desarrollo tan avanzado que la gente está despertando. Además, esto no es una conspiración. Los que respaldan la disminución de la población y la eugenesia han hablado y escrito abiertamente sobre sus objetivos, aunque han recurrido a una gran cuota de manipulación y engaño para lograr sus metas”, agrega.

"El Racismo Inherente del Control Poblacional" explica la teorías de sobrepoblación desarrolladas por Thomas Malthus, a través de Darwin, Francis Galton, la fundadora de la Planned Parenthood Margaret Sanger, las Naciones Unidas y la involucración de millonarios como Warren Buffet, Ted Turner, las familias Rockefeller y Ford.

Según la agencia, la investigación es de lectura obligada “para todas las personas preocupadas por la vida, la familia y hasta la libertad”. Para algunos, no hay novedad en el documento, pero para la vasta mayoría su contenido es crítico. “Sin comprender esto, la mayoría seguirá luchando contra sombras e ignorará a los verdaderos criminales”.

martes, 22 de abril de 2008

Urge una «liga de antidifamación católica»

Viendo al público aplaudir al término de la proyección de aquel cúmulo de calumnias me di cuenta de que la culpa no era suya, sino de la falta de información, una información que nadie se había preocupado de darles. No sabían cómo ocurrieron de verdad las cosas en aquellas cárceles femeninas de la Irlanda de los años cincuenta, dependientes del Estado y gestionadas por monjas; tomaron por verdadera la tendenciosidad del director y por «valiente denuncia» la típica perspectiva del típico ex seminarista que decide vengarse de su pasado. Por tanto, su aplauso era justificado, creían que habían visto una historia verdadera. Confirmé entonces que el catolicismo necesita hoy más que nunca de una «Antidefamation League» (Liga de Antidifamación) a imagen y semejanza de la (a menudo implacable) «League» que tienen los judíos desde hace tanto tiempo.

No tengo la tentación, faltaría más, de coartar o intimidar la libertad de expresión de nadie, pero sí una «tolerancia cero» ante las mentiras, las imprecisiones interesadas, los errores de hecho. Debemos contrastar, por tanto, no las opiniones, sino las falsedades históricas sobre las cuales se basan demasiado a menudo esas opiniones.

Por poner un ejemplo, entre los muchos posibles: a propósito del eterno, aburridísimo «caso Galileo», no podemos dejar de desmentir precisa y rotundamente a quien afirma que Galileo Galilei fue torturado, que fue encarcelado, que se le prohibió trabajar. Y (por citar otro lugar común) quien afirma que las víctimas de la Inquisición fueron millones y otras tantas las que fueron quemadas en la hoguera por brujería, o los homosexuales quemados por orden eclesiástica, debe ser puesto de inmediato ante la realidad de los hechos.

Réplica a la mentira. Es lo que yo, y otros muchos, hemos hecho y seguimos haciendo: pero como algo privado, aislado, sin posibilidad de replicar a todo. Lo que necesitaríamos es una estructura. Pero, por favor, no otra burocracia eclesial más, sino algo pequeño, ágil, motivado, informado, en condiciones de replicar (o de hacer replicar) punto por punto a todas las noticias falsas que cada día nos llegan desde los medios de comunicación. ¿Por qué sólo a la Iglesia y su historia pueden ser difamadas sin que nadie intervenga para desmentirlo? La Iglesia católica (a pesar de todo) no carece de historiadores informados, de personas de indudable valor cultural, en condiciones de aclarar, de precisar y de desmentir.

La deseada «Liga» debería servir como instrumento de acuerdo para intervenir en primera persona o, más a menudo, para hacer intervenir oportunamente a la persona adecuada. El «staff» debería estar flanqueado por un equipo de buenos abogados. Porque muchos creen que los desmentidos sobre datos importantes son confiados al buen corazón o a la honestidad de la dirección de los periódicos cuando, en realidad, existen leyes precisas que dan derecho de réplica y establecen la visibilidad con la que los desmentidos deben ser publicados: no es necesario pedir nuevas leyes, se trata de conocer bien y aplicar las que ya existen.

La mentira, cuando es demostrable como tal, no tiene derecho de ciudadanía ni aunque lo pida el legislador estatal. Está claro que, si la estructura tuviera que comenzar en Italia, podría actuar solo a nivel nacional, pero podría servir de ejemplo y de estímulo para la creación de organizaciones parecidas en todos los países. La ganancia no sería solo para los creyentes y para la honorabilidad de la Iglesia, sino para la verdad «tout court», la verdad que es condición indispensable para hacernos libres a todos, también a los no creyentes y a los no cristianos. Y la ganancia sería también para los muchos que siempre escriben y hablan por hablar: saber que alguien vigila e interviene -como nos enseña la «Antidefamation League» judía- inspira prudencia y lleva a informarse mejor. Iniciativa propia. La Iglesia no ha sido nunca -y no lo será, gracias a Dios- como los regímenes comunistas o fascistas de infausta memoria, donde todo venía de lo Alto -el Estado, el partido el Gobierno- y los súbditos obedecían pasivamente. En la Iglesia católica ha estado siempre activo aquel «principio de subsidiariedad» que ahora Europa ha descubierto y que lleva a los individuos a hacer todo lo que puedan hacer solos y que sea útil al bien de la comunidad. ¿Acaso los santos, empezando por aquellos llamados «sociales», han esperado a que se moviese «el Vaticano» para proyectar, fundar, gestionar sus obras extraordinarias? De la jerarquía esperaban sólo la aprobación, o en el peor de los casos, esperaban que no les pusieran trabas (cuando no persecuciones).

Apoyo económico. Por tanto, también la Liga de la que hablo puede -quizá debe- nacer por iniciativa «privada», como obra de un grupo de creyentes. Pero la intervención de la Iglesia puede ser decisiva, al menos en los primeros momentos, para exhortar, aconsejar, y quizá también ayudar económicamente. El voluntariado no basta para una obra de semejante calibre y delicadeza. Desde hace años se oye hablar mucho de un «proyecto cultural» cuyos contenidos concretos escapan a muchos, quizá por su culpa, o quizá por una información demasiado difusa. De ese «proyecto», que me dicen que será costoso, ¿no podría formar parte también la atención a una Roman Catholic Antidefamation League?

¿Qué es la masonería?

El profesor don Ricardo de la Cierva, historiador e investigador, ha dedicado muchos años de su vida al estudio de la masonería. Sus argumentos son tan sólidos como los documentos que presenta como pruebas irrefutables. Viajes al extranjero, sobre todo a Francia e Inglaterra, los dos países con mayor tradición masónica, y el rastreo por las bibliotecas han dado lugar a libros como El triple secreto de la masonería; o Los signos del Anticristo, entre muchos otros, donde las investigaciones y los documentos hallados, algunos de ellos inéditos en España, han dejado casi sin respuesta a la propia masonería, o a sus defensores.

Afirma que la masonería tiene una tesis fundamental: su esencia sólo puede ser comprendida por un masón. Esta tesis tiene un precedente en el siglo I después de Cristo, en los gnósticos, que buscaban la gnosis, el conocimiento profundo, y que afirmaban poder alcanzarlo sólo ellos. Ya el Papa León XIII, en su encíclica "In eminenti", explicaba que "la masonería es la actualización del paganismo antiguo y el gnosticismo". El gnosticismo nació como una reacción pagana contra el cristianismo, y se ha venido reproduciendo a lo largo de la Historia hasta hoy. Se puede afirmar que la masonería es una organización que tiene como fin fundamental acabar con el cristianismo, implantar la secularización en la sociedad, y esto se puede ver en la lectura de los rituales masónicos.

Para don César Vidal, historiador y teólogo, autor de libros como El desafío de las sectas; El retorno del ocultismo; o Nuevo diccionario de sectas y ocultismo, la masonería es un grupo secreto cuyos miembros sólo se conocen entre sí, y de hecho, en teoría, buscan fines que son atractivos, como la libertad, la ilustración o la sabiduría, pero en la práctica están más cerca de otros fines ocultos. Dentro de ese grupo hay gente que va recibiendo una iniciación progresiva o un conocimiento cada vez mayor en ciencias ocultas, que en apariencia tienen una finalidad buena y, sin embargo, en la práctica pueden tener una finalidad que dista mucho de ser tan buena. En el caso de la masonería hay un elemento que me parece peculiar, y es que en general, dentro de todas las sociedades secretas e iniciáticas, las personas que están en los escalones inferiores desconocen el grado de iniciación de los escalones superiores. Es decir, que la gente que está en un grado de iniciación bajo no creería, seguramente, en muchas de las cosas que suceden en escalones superiores, sencillamente porque las desconocen, y como no forman parte del área de conocimiento en la que han sido iniciados, les parecen imposibles. En este sentido, César Vidal afirma que, si uno le dijera a una persona que pertenece a los grados inferiores de iniciación de la masonería, que ésta, en sus grados superiores, es diabólica, le parecería un disparate. Es posible, incluso, que esta persona identifique al Gran Arquitecto del Universo con el Dios de la religión de la que procede, que puede ser, por ejemplo, la católica, o la musulmana, etc. Sin embargo, para una persona iniciada en grados superiores de la masonería, sí que está muy claro que el Gran Arquitecto no es el Dios de otras religiones, sino que es Lucifer, y eso está comprobado porque aparece en algunos de los textos clásicos masones. En las obras de Pike, que fue patriarca de la masonería en Estados Unidos, aparece muy claro que la cosmovisión que tiene la masonería, o al menos en las obediencias masónicas en las que él estaba iniciado, era una cosmovisión diabólica. Lucifer para ellos no era un personaje negativo, sino positivo y caracterizado por transmitir la luz y el conocimiento último. Esa visión diabólica, que para la gente que ha sido iniciada en escalones superiores es muy clara, para la gente que está en escalones inferiores, si uno se lo comentara, pensaría que es una calumnia y una injuria para la masonería, porque diría que ésta sólo tiene valores que, en términos generales, son muy limpios.

El Código Moral Masónico, que la propia Gran Logia de España hace público, recoge 23 mandamientos: Venera al Gran Arquitecto del Universo. El verdadero culto que se da al Gran Arquitecto consiste principalmente en las buenas obras. Ten siempre tu alma en estado puro, para aparecer dignamente delante de tu conciencia. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Haz bien por amor al mismo bien... Son una muestra de este código moral, que contiene máximas, algunas de las cuales el lector habrá leído más de una vez...

A la pregunta: ¿Qué es la masonería?, Fernando José Vaquero, estudioso de la masonería, en un artículo para la revista electrónica Arbil, hace la siguiente reflexión: Es una difícil pregunta, pues, ante todo, lo que la caracteriza es el secreto. Aunque para algunos autores se trata de una sociedad cerrada, o simplemente discreta. Y es lógico que, dados sus ignotos fines, otros consideren que sólo sale a la luz pública aquello que interesa a los propios masones que así sea (...), pero en un asunto en el que el secreto todo lo vela, ¿dónde termina lo real y empieza la fantasía?

Así que ya estas advertido, ser masón es ser satánico.

Satanismo sin sectas

Se trata de la última moda del mundo demoníaco: el satanismo “hecho en casa”, que se difunde por Internet. Es un movimiento ‘casero’ que se vale de música, y medios de comunicación para difundirse velozmente entre los jóvenes. En el satanismo ‘hecho en casa’ los jóvenes no entran a una secta, prefieren frecuentar un pequeño grupo de amigos, practicar ritos que inventan tras haber navegado en internet o leído algún libro esotérico.

La filosofía satánica se puede resumir con el lema “haz lo que quieras”, es una clara invitación a vivir sin reglas y sin límites, con el solo objetivo de satisfacer el propio placer egoísta. Se trata de una continua búsqueda de poder. Se trata de la última moda del mundo demoníaco, es un movimiento “casero” que se vale de música, y medios de comunicación para difundirse velozmente entre los jóvenes.

El primer punto de contacto de los adolescentes con la realidad demoníaca es cierto tipo de música rock, aunque no toda, promovida por productores que buscan hacer dinero a costa de “mensajes sanguinarios y devastantes”. Esas ceremonias en ocasiones pueden terminar trágicamente, con actos violentos o, incluso, homicidios. El satanismo casero es aún más peligroso que una secta la cual puede ser vigilada por la policía; la actividad privada de muchachos evade fácilmente al control; en muchos casos se puede intervenir sólo cuando los daños se cumplieron.

El fenómeno es preocupante y provoca interrogantes; existe la necesidad de una fuerte prevención con la misma intensidad con la cual se previene la droga o la violencia. Los adolescentes son el grupo social con mayor riesgo de caer en estas prácticas a quienes se les debería organizar cursos específicos para ponerlos en alerta. El verdadero satanismo se puede resumir como el triunfo del pisotear a los demás y es aquel deseo de arribismo que ciertos malos maestros continúan proponiendo a los jóvenes.

Es una idea de vida que puede capturar fácilmente a los jóvenes porque se presenta como imágenes fascinantes y engañosas ligadas a la “libertad total”, el viejo mito del riesgo que por desgracia cobra tantas víctimas. El seguimiento de Lucifer apunta a destruir los valores universales, a crear confusión para construir una especie de sociedad del contrario en la cual el bien se convierte en mal y el mal en bien. Los jóvenes se entregan a esta ideología porque han recibido a través de los medios el mensaje de que, finalmente, en la vida triunfan los más fuertes y por lo tanto no tiene caso perdonar porque ganan siempre los malos.

lunes, 21 de abril de 2008

La nefasta rosca petrolera socialista

El socialismo siempre contiene las semillas de su propia destrucción y el petróleo en manos del estado no es una excepción. Hoy, cerca del 90% de las reservas petroleras del mundo están bajo el control de gobiernos y empresas estatales. ExxonMobil posee solamente 1,08% de las reservas de petróleo líquido y las cuatro empresas petroleras privadas más grandes del mundo controlan apenas alrededor de 4% de todas las reservas.

Hay suficiente crudo ligero para cubrir las necesidades de varias generaciones y si se añaden las reservas de crudo pesado y arenas petroleras hay suficiente para varios siglos. Si funcionara un mercado libre en petróleo, su precio sería una fracción del actual.

El precio exagerado del petróleo es consecuencia directa de las restricciones artificiales impuestas por la OPEP y otras naciones, incluyendo Estados Unidos, además de la incompetencia y corrupción rampante en casi todas las empresas petroleras estatales. La OPEP es un cartel gubernamental conformado por Irak, Irán, Kuwait, Libia, Angola, Argelia, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, los Emiratos Arabes y Venezuela. Esos gobiernos controlan alrededor del 77% de las reservas petroleras mundiales.

Los gobiernos de países petroleros, como es el caso en Rusia, hacen inversiones insuficientes en exploración y desarrollo de nuevas instalaciones y campos petroleros, al mismo tiempo que administran muy mal a sus empresas de energía. Si los políticos occidentales supieran lo que en realidad está pasando, en lugar de despotricar contra petroleras capitalistas criticarían la codicia y perversidad de la industria petrolera estatizada.

Venezuela, a pesar de contar con una de las mayores reservas petroleras del mundo, produce y exporta cada día menos petróleo por la incapacidad administrativa y técnica del gobierno de Hugo Chávez. La producción mexicana sigue bajando porque el gobierno no permite la participación de empresas privadas y la petrolera estatal PEMEX es conocida por su atroz incompetencia y corrupción.

Estados Unidos apenas tiene 2% de las reservas mundiales, pero produce más del 8% del petróleo del mundo porque sus empresas son privadas.

Los estados petroleros socialistas van a pagar muy caro sus errores porque el exagerado aumento en los precios convirtió en rentables las reservas de arenas petroleras del Canadá y el bitumen pesado de Colorado; tales reservas son mucho más grandes que las de petróleo líquido. Las inversiones requeridas son inmensas, pero ya está aumentando considerablemente la explotación canadiense.

Por su parte, la Shell anunció recientemente que su tecnología extractiva en Colorado es competitiva con el precio del petróleo por encima de 30 dólares el barril, aunque tomará varios años lograr altos volúmenes.

Aunque los biocombustibles se han puesto de moda, es poco probable que lleguen a tener una participación importante en el mercado de energía, simplemente porque no pueden competir en precios y ya están causando graves aumentos en el costo de alimentos. El petróleo cubre actualmente 40% de las necesidades energéticas de Estados Unidos e importan dos terceras partes de lo que consumen.

La buena noticia es que, dentro de 10 años, la mayoría de los automóviles serán eléctricos. Nuevas tecnologías en baterías avanzan aceleradamente. Mitsubishi lanzó su primer auto totalmente eléctrico, mientras que Nissan y Renault estarán produciéndolos en 2012.

Las plantas nucleares y de carbón producirán cada día más electricidad a costos muy por debajo del petróleo, mientras que la energía solar y de viento seguirá contribuyendo muy poco por sus evidentes limitaciones.

En conclusión, dentro de una década no dependeremos del cartel socialista petrolero porque su descaro, ineficiencia y miopía han provocado el desarrollo de alternativas más baratas y más beneficiosas al medio ambiente.

viernes, 18 de abril de 2008

Para comparar a los actuales anti-vida con los nazis

En una de las biografías de Hitler más exhaustivas y recientes, su autor, Ian Kershaw, afirma lo siguiente: “Se calcula que habían caído víctimas del programa de eutanasia de Hitler sólo en la acción-T4 por esas fechas entre 70.000 y 90.000 pacientes. Dado que la matanza no se limitó a la acción-T4 ni terminó cuando se puso fin a la misma en 1941, el número de víctimas del programa del nazismo para liquidar a los enfermos mentales puede que se acercase al doble de ese número”.

¿Qué era la Aktion-T4? Consistía en un programa organizado para asesinar en masa a los alemanes no judíos que padeciesen una enfermedad mental grave, incluidos los alienados a causa de la guerra. Hitler entendía que el plan T4 era “razonable”, puesto que se podía hacer un uso más eficaz de hospitales, médicos y personal sanitario en una situación de guerra a cambio de aniquilar a personas improductivas que sólo generaban gastos al Estado. Por así decirlo, se mataban dos pájaros de un tiro. Uno de los entusiastas de este proyecto, el doctor Joseph Mayer, había publicado ya en 1927 un ensayo que propugnaba la esterilización obligatoria de los enfermos mentales. A Mayer, que defendía el “derecho” del Estado a suprimir la vida de los enfermos mentales, se le había pedido que evaluase la reacción de la Iglesia Católica si se proseguía con el plan T4. Mayer reconocía que el plan T4 era contrario a la doctrina de la Iglesia Católica. Sin embargo, Mayer comunicó a Hitler que él no esperaba una oposición inequívoca de las Iglesias. En consecuencia, el plan T4 podía seguir adelante (se inició en 1939 y los procedimientos eran la inyección letal o el gas carbónico). Mayer se equivocó.

A la sazón estaba vigente el Concordato entre Alemania y la Santa Sede, Concordato que era sistemáticamente vulnerado por Hitler. En virtud del mismo, la Iglesia Católica no podía inmiscuirse en la política del régimen. Sin embargo, la Iglesia Católica alemana se opuso a la práctica legalizada de la eutanasia a través de las memorandas y las cartas pastorales, aportando no sólo argumentos teológicos y doctrinales, sino también jurídicos y racionales en un clima impregnado de irracionalismo, odio a la Iglesia Católica, totalitarismo, desprecio del ser humano y terror policial. Con una oratoria clara y consumada, Monseñor von Galen denunció las consecuencias criminales del pensamiento utilitario y materialista, haciendo también una referencia clara al trágico destino del pueblo judío.

El 24 de agosto de 1941 se filtró una información de la cancillería: el propio Hitler había dado la orden de detener el plan T4 a causa del impacto que habían producido las pastorales del Monseñor. Pero lo cierto es que la valiente acción de von Galen no suprimió la eutanasia practicada de otras maneras, como la inanición o las dosis de medicamentos masivos. “¿Cuántos desdichados murieron de esta forma?”, se pregunta Bárbara Koehn, autora del libro La resistencia alemana contra Hitler (1933-1945). “Es difícil evaluarlo -escribe Koehn-. El procedimiento era más lento y menos espectacular que el traslado a cámaras de gas, pero resultaba igualmente eficaz y, sobre todo, se practicaba en las salas de hospital, lejos de las miradas del público”.

La alemana de origen, Bárbara Koehn, es profesora emérita de Literatura y Filosofía alemana en la Universidad de Rennes II, Presidenta de la Société internationale Alfred Döblin y miembro de la Forschungsgemeinschaft 20.Juli 1944, asociación cuyo cometido es promover la investigación sobre la resistencia alemana en estrecha colaboración con las víctimas del nacionalsocialismo. Parte Koehn en su trabajo histórico de la idea de que existen elementos comunes en casi todas las formas de resistencia alemana contra Hitler durante el lapso transcurrido entre 1933 y 1945. Estos elementos comunes son el carácter moral y cristiano y el trasfondo ético y religioso, bien hablemos de resistencia socialista, militar o de representantes de la derecha conservadora. De la mano de Koehn conoceremos capítulos de la Alemania nazi desconocidos a menudo por los cristianos. En tiempos en los que la Iglesia Católica no parece gozar de la presunción de inocencia, el trabajo de Koehn supone un soplo de aire fresco y una investigación seria y rigurosa.

Así, por ejemplo, se pregunta Koehn con la sana ironía de la intelectual perpleja a causa de tanta ignorancia y prejuicio laicista: “Se ha evaluado en un millón el número de judíos salvados gracias a los esfuerzos de la Iglesia Católica. ¿Se quedó Pío XII en silencio ante su destino trágico, como algunos afirman actualmente? Su homilía de la Navidad de 1942 prueba lo contrario. En ella evocó a las miles de personas destinadas a la muerte o a un exterminio progresivo por el solo hecho de su nacionalidad o de su raza. ¡El silencio sobre el destino de los judíos que se reprochó a Pío XII y que actualmente se le reprocha de nuevo era en realidad bastante ruidoso!”. Entre líneas contenía este discurso una condena del genocidio judío. Sin embargo, es cierto que tal condena no fue expresa ni solemne, no se formuló, por ejemplo, en un documento de más entidad. Ahora bien, como observa Koehn “(...) si el Papa Pío XII hubiera protestado abiertamente, no sólo habría puesto en peligro a la Iglesia Católica en Alemania y en los países ocupados por los alemanes, sino que también habría agravado la situación de los judíos, como lo prueban los acontecimientos de julio de 1942 en Holanda. Los obispos de la Iglesia Católica neerlandesa condenaron las persecuciones. Esta acción valerosa tuvo como consecuencia una intensificación de las redadas y las detenciones, ya que éstas se extendieron también a los judíos conversos al catolicismo (...)”. En una de estas redadas fue deportada la intelectual y filósofa carmelita Edith Stein, judía conversa. En su destierro en Holanda había escrito la magna obra Kreuzeswissenschaft – Studie über Joannes a Cruce. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Patrona de Europa, murió gaseada en Auschwitz en agosto de 1942 junto con su hermana Rosa Stein.

Conoceremos también cómo se formó el movimiento de la Rosa Blanca, quiénes lo integraban, qué objetivos perseguía y cómo acabaron sus días la mayoría de sus miembros: los jovencísimos hermanos Scholl, Sophie y Hans, cristianos protestantes, fueron guillotinados tras una pantomima de juicio representada por el infame Tribunal del Pueblo nazi. Entenderemos también los vericuetos de uno de los muchos golpes de Estado fallidos contra el Führer, el organizado por el oficial católico de la Wehrmacht Claus Schenk von Stauffenberg el 20 de julio de 1944. La bestial represión de este golpe de Estado descendió a simas que degradan al ser humano. Entre otras prácticas crueles e inicuas, se aplicaron leyes teutonas antiguas que incriminaban a familiares de los golpistas exclusivamente por la existencia de vínculos de sangre.

jueves, 17 de abril de 2008

¿Por qué un católico no puede ser masón?

A lo largo de su historia la Iglesia católica ha condenado y desaconsejado a sus fieles la pertenencia a asociaciones que se declaraban ateas y contra la religión, o que podían poner en peligro la fe. Entre estas asociaciones se encuentra la masonería.

Actualmente, la legislación se rige por el Código de Derecho Canónico promulgado por el Papa Juan Pablo II el 25 de enero de 1983, que, en su canon 1374, señala:

"Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación ha de ser castigado con entredicho".

Esta nueva redacción, sin embargo, supuso dos novedades respecto al Código de 1917: la pena no es automática y no se menciona expresamente a la masonería como asociación que conspire contra la Iglesia.

Previendo posibles confusiones, un día antes de que entrara en vigor la nueva ley eclesiástica del año 1983, fue publicada una declaración firmada por el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y actual Papa Benedicto XVI. En ella se señala que el criterio de la Iglesia no ha variado en absoluto con respecto a las anteriores declaraciones, y la nominación expresa de la masonería se había omitido por incluirla junto a otras asociaciones. Se indica, además, que los principios de la masonería siguen siendo incompatibles con la doctrina de la Iglesia, y que los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas no pueden acceder a la Sagrada Comunión.

En este sentido, la Iglesia ha condenado siempre la masonería. En el siglo XVIII los Papas lo hicieron con mucha más fuerza, y en el XIX persistieron en ello. En el Código de Derecho Canónico de 1917 se excomulgaba a los católicos que dieran su nombre a la masonería, y en el de 1983 el canon de la excomunión desaparece, junto con la mención explícita de la masonería, lo que ha podido crear en algunos la falsa opinión de que la Iglesia poco menos que aprueba a la masonería.

Es difícil hallar un tema -explica Federico R. Aznar Gil, en su ensayo La pertenencia de los católicos a las agrupaciones masónicas según la legislación canónica actual (1995)- sobre el que las autoridades de la Iglesia católica se hayan pronunciado tan reiteradamente como en el de la masonería: desde 1738 a 1980 se conservan no menos de 371 documentos sobre la masonería, a los que hay que añadir las abundantes intervenciones de los dicasterios de la Curia Romana y, a partir sobre todo del Concilio Vaticano II, las no menos numerosas declaraciones de las Conferencias Episcopales y de los obispos de todo el mundo. Todo ello está indicando que nos encontramos ante una cuestión vivamente debatida, fuertemente sentida y cuya discusión no se puede considerar cerrada.

Casi desde su aparición, la masonería generó preocupaciones en la Iglesia. Clemente XII, en "In eminenti", había condenado a la masonería. Más tarde, León XIII, en su encíclica "Humanum genus", de 20 de abril de 1884, la calificaba de organización secreta, enemigo astuto y calculador, negadora de los principios fundamentales de la doctrina de la Iglesia.

En el canon 2335 del Código de Derecho Canónico de 1917 establecía que "los que dan su nombre a la secta masónica, o a otras asociaciones del mismo género, que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica".

El delito -según Federico R. Aznar Gil- consistía en primer lugar en dar el nombre o inscribirse en determinadas asociaciones. En segundo lugar, la inscripción se debía realizar en alguna asociación que maquinase contra la Iglesia: se entendía que maquinaba "aquella sociedad que, por su propio fin, ejerce una actividad rebelde y subversiva o las favorece, ya por la propia acción de los miembros, ya por la propagación de la doctrina subversiva; que, de forma oral o por escrito, actúa para destruir la Iglesia, esto es, su doctrina, autoridades en cuanto tales, derechos, o la legítima potestad civil". En tercer lugar, las sociedades penalizadas eran la masonería y otras del mismo género, con lo cual el Código de Derecho Canónico establecía una clara distinción: mientras que el ingreso en la masonería era castigado automáticamente con la pena de excomunión, la pertenencia a otras asociaciones tenía que ser explícitamente declarada como delictiva por la autoridad eclesiástica en cada caso.

Los motivos que argumentaba la Iglesia católica para su condena a la masonería eran fundamentalmente: el carácter secreto de la organización, el juramento que garantizaba ese carácter oculto de sus actividades y los complots perturbadores que la masonería llevaba a cabo en contra de la Iglesia y los legítimos poderes civiles. La pena establecía directamente la excomunión, estableciéndose además una pena especial para los clérigos y los religiosos en el canon 2336.

También se recordaban las condiciones establecidas para proceder a la absolución de esta excomunión, que consistían en el alejamiento y la separación de la masonería, reparación del escándalo del mejor modo posible, y cumplimiento de la penitencia impuesta.

Las consecuencias de la excomunión incluían, por ejemplo, la privación de la sepultura eclesiástica y de cualquier misa exequial, de ser padrinos de bautismo, de confirmación, de no ser admitidos en el noviciado, y el consejo -en este caso a las mujeres- de no contraer matrimonio con masones, así como la prohibición al párroco de asistir a las nupcias sin consultar con el Ordinario.

A partir de la celebración del Concilio Vaticano II, un incipiente diálogo entre masones y católicos hizo que la situación comenzara a cambiar. Algunos Episcopados (de Francia, Países Escandinavos, Inglaterra, Brasil o Estados Unidos) empezaron a revisar la actitud ante la masonería; por un lado, revisando desde la historia los motivos que llevaron a adoptar a la Iglesia su actitud condenatoria, tales como su moral racionalista masónica, el sincretismo, las medidas anticlericales promovidas y defendidas por masones; y, por otro lado, se cuestionó que pudiera entenderse a la masonería como un solo bloque, sin tener en cuenta la escisión entre masonería regular, ortodoxa y tradicional, religiosa y apolítica aparentemente, y la segunda, la irregular, irreligiosa, política, heterodoxa.

Estos motivos y las más o menos constantes peticiones llegadas de varias partes del mundo a Roma, diálogos y debates, hicieron que, entre 1974 y 1983, la Congregación para la Doctrina de la Fe retomase los estudios sobre la masonería y publicase tres documentos que supusieron una nueva interpretación del canon 2335. En este ambiente de cambios, no extraña que el cardenal J. Krol, arzobispo de Filadelfia, preguntase a la Congregación para la Doctrina de la Santa Fe si la excomunión para los católicos que se afiliaban a la masonería seguía estando en vigor. La respuesta a su pregunta la dio la Congregación a través de su Prefecto, en una carta de 19 de julio de 1974. En ella se explica que, durante un amplio examen de la situación, se había hallado una gran divergencia en las opiniones, según los países. La Sede Apostólica no creía oportuno, consecuentemente, elaborar una modificación de la legislación vigente hasta que se promulgara el nuevo Código de Derecho Canónico. Se advertía, sin embargo, en la carta, que existían casos particulares, pero que continuaba la misma pena para aquellos católicos que diesen su nombre a asociaciones que realmente maquinasen contra la Iglesia. Mientras que para los clérigos, religiosos y miembros de institutos seculares la prohibición seguía siendo expresa para su afiliación a cualquiera de las asociaciones masónicas. La novedad en esta carta residía en la admisión, por parte de la Iglesia católica, de que podían existir asociaciones masónicas que no conspiraban en ningún sentido contra la Iglesia católica ni contra la fe de sus miembros.

Las dudas no tardaron en plantearse: ¿cuál era el criterio para verificar si una asociación masónica conspiraba o no contra la Iglesia?; y ¿qué sentido y extensión debía darse a la expresión conspirar contra la Iglesia?

El clima generalizado de acercamiento entre las tesis de algunos católicos y masones fue roto por la declaración del 28 de abril de 1980 de la Conferencia Episcopal Alemana sobre la pertenencia de los católicos a la masonería. Como recoge Federico R. Aznar Gil, la declaración explicaba que, durante los años 1974 y 1980, se habían mantenido numerosos coloquios oficiales entre católicos y masones; que por parte católica se habían examinado los rituales masónicos de los tres primeros grados; y que los obispos católicos habían llegado a la conclusión de que había oposiciones fundamentales e insuperables entre ambas partes:

"La masonería -decían los obispos alemanes- no ha cambiado en su esencia. La pertenencia a la misma cuestiona los fundamentos de la existencia cristiana". Las principales razones alegadas para ello fueron las siguientes: la cosmología o visión del mundo de los masones no es unitaria, sino relativa, subjetiva, y no se puede armonizar con la fe cristiana; el concepto de verdad es, asimismo, relativista, negando la posibilidad de un conocimiento objetivo de la verdad, lo que no es compatible con el concepto católico; también el concepto de religión es relativista y no coincide con la convicción fundamental del cristianismo, el concepto de Dios, simbolizado a través del "Gran Arquitecto del Universo" es de tipo deístico y no hay ningún conocimiento objetivo de Dios en el sentido del concepto personal del Dios del teísmo, y está transido de relativismo, lo cual mina los fundamentos de la concepción de Dios de los católicos.

El 17 de febrero de 1981, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicaba una declaración en la que afirma de nuevo la excomunión para los católicos que den su nombre a la secta masónica y a otras asociaciones del mismo género, con lo cual, la actitud de la Iglesia permanece invariable, e invariable permanece aún en nuestros días.