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lunes, 31 de marzo de 2008

La paternidad humana

El ser humano, a semejanza de su Creador, es depositario de un bien grandísimo que debe explotar al máximo en la medida de sus posibilidades, este bien es la paternidad.

De la misma forma que para un profesional lo mejor que le puede pasar es el ejercicio de su profesión (para un médico ayudar a conservar la vida a la mayor cantidad de personas posibles, para un carpintero hacer todas las hechuras de madera a su alcance) para una persona llamada al "matrimonio" y a transformar ese "matrimonio" en "familia", lo mejor que le puede pasar es concretar ese objetivo siendo padre. Es más, serlo todas las veces que le sea posible; sabiendo que al igual que en las simples profesiones el ejercicio de la vocación humana a la paternidad está condicionada por una cantidad de factores (de salud, económicos, etc.).

En una sociedad que parece seguir el viejo dicho de: " plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo" como formula para realizarse, ve la paternidad como un hecho que solo sirve para decir que en la vida uno ha hecho de todo. Es más, se ve a los hijos como una carga demasiado pesada a la que los padres son dignos de compadecer, o cuantas veces hemos escuchado que a quien se ha salido del libreto de uno o a los sumo dos hijos se le ha dicho ¿¿¿que... cuantos???, ¡¡¡ pobre, que trabajo !!! .Sin embargo estas mismas personas son las que después confiesan que les gustaría haber tenido más hijos pero que justamente para no entrar en la frase anterior no lo hicieron (claro que nunca pensaron así de su profesión que le insumía 12 horas diarias, dolores de cabeza, estrés, amarguras, trasnochadas, etc. pero bueno, eso era por dinero, para "vivir" pero ese mismo "trabajo" hacerlo ¿por una persona...?).

La sociedad nos a amputado la paternidad después de el primer par de hijos con el anticoncepcionismo y el consumismo, y ha llevado a que el reducido número de hijos no de lugar al ejercicio de la "paternidad adoptiva" dejando lugar solo a la biológica y relegando la adopción a un segundo plano, solo para aquel que no pude hacerlo biológicamente.

De esta forma se ha llegado a considerarla como algo alternativo, cuando no queda más remedio, algo de "segunda". Cuando en realidad debería entrar en la cabeza de toda persona llamada a la paternidad como una forma amplia de ejercer la paternidad y como una posibilidad que anhelaría concretar si se tuviera posibilidad. Antiguamente, en las familias, entre los hijos que se tenían siempre había lugar para los "hijos de crianza", niños que se agregaban a la familia ante alguna circunstancia.

Una pareja que considerara toda la paternidad y no solo la biológica imitaría a "Tata Dios" en su calidad de "Padre adoptivo" y le sería mucho más fácil asumir una posible infertilidad y los llevaría incluso a no desear esperar hasta último momento para adoptar. Es mas, tampoco le verían sentido a recurso extraordinarios (como fertilización in vitro, donaciones de esperma, etc.) ya que no verían frustración en tener que ejercer su paternidad a través de la adopción solamente.

Si se le encontrara el verdadero valor a las cosas veríamos que un televisor, un auto, una videograbadora, un bien o simplemente una vida sin "trabajo" valen lo que un hijo. Si esto sucediera, todos "invertirían" en hijos y no en confort o en "tiempo para mi".

Pero esto solo se suele apreciar cuando la persona está ya avanzada en edad y el televisor, el auto, la videograbadora, el "tiempo para mi" se han puesto viejos, se han ido, y desearía la llegada de los hijos con los nietos para llenar las solas horas de la vejez o la necesidad de ayuda ante la enfermedad, etc. y a los que los bienes adquiridos no pueden suplantar, ¿no es así?.

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