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LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO, SUS PELIGROS Y ALCANCES

lunes, 31 de marzo de 2008

La paternidad humana

El ser humano, a semejanza de su Creador, es depositario de un bien grandísimo que debe explotar al máximo en la medida de sus posibilidades, este bien es la paternidad.

De la misma forma que para un profesional lo mejor que le puede pasar es el ejercicio de su profesión (para un médico ayudar a conservar la vida a la mayor cantidad de personas posibles, para un carpintero hacer todas las hechuras de madera a su alcance) para una persona llamada al "matrimonio" y a transformar ese "matrimonio" en "familia", lo mejor que le puede pasar es concretar ese objetivo siendo padre. Es más, serlo todas las veces que le sea posible; sabiendo que al igual que en las simples profesiones el ejercicio de la vocación humana a la paternidad está condicionada por una cantidad de factores (de salud, económicos, etc.).

En una sociedad que parece seguir el viejo dicho de: " plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo" como formula para realizarse, ve la paternidad como un hecho que solo sirve para decir que en la vida uno ha hecho de todo. Es más, se ve a los hijos como una carga demasiado pesada a la que los padres son dignos de compadecer, o cuantas veces hemos escuchado que a quien se ha salido del libreto de uno o a los sumo dos hijos se le ha dicho ¿¿¿que... cuantos???, ¡¡¡ pobre, que trabajo !!! .Sin embargo estas mismas personas son las que después confiesan que les gustaría haber tenido más hijos pero que justamente para no entrar en la frase anterior no lo hicieron (claro que nunca pensaron así de su profesión que le insumía 12 horas diarias, dolores de cabeza, estrés, amarguras, trasnochadas, etc. pero bueno, eso era por dinero, para "vivir" pero ese mismo "trabajo" hacerlo ¿por una persona...?).

La sociedad nos a amputado la paternidad después de el primer par de hijos con el anticoncepcionismo y el consumismo, y ha llevado a que el reducido número de hijos no de lugar al ejercicio de la "paternidad adoptiva" dejando lugar solo a la biológica y relegando la adopción a un segundo plano, solo para aquel que no pude hacerlo biológicamente.

De esta forma se ha llegado a considerarla como algo alternativo, cuando no queda más remedio, algo de "segunda". Cuando en realidad debería entrar en la cabeza de toda persona llamada a la paternidad como una forma amplia de ejercer la paternidad y como una posibilidad que anhelaría concretar si se tuviera posibilidad. Antiguamente, en las familias, entre los hijos que se tenían siempre había lugar para los "hijos de crianza", niños que se agregaban a la familia ante alguna circunstancia.

Una pareja que considerara toda la paternidad y no solo la biológica imitaría a "Tata Dios" en su calidad de "Padre adoptivo" y le sería mucho más fácil asumir una posible infertilidad y los llevaría incluso a no desear esperar hasta último momento para adoptar. Es mas, tampoco le verían sentido a recurso extraordinarios (como fertilización in vitro, donaciones de esperma, etc.) ya que no verían frustración en tener que ejercer su paternidad a través de la adopción solamente.

Si se le encontrara el verdadero valor a las cosas veríamos que un televisor, un auto, una videograbadora, un bien o simplemente una vida sin "trabajo" valen lo que un hijo. Si esto sucediera, todos "invertirían" en hijos y no en confort o en "tiempo para mi".

Pero esto solo se suele apreciar cuando la persona está ya avanzada en edad y el televisor, el auto, la videograbadora, el "tiempo para mi" se han puesto viejos, se han ido, y desearía la llegada de los hijos con los nietos para llenar las solas horas de la vejez o la necesidad de ayuda ante la enfermedad, etc. y a los que los bienes adquiridos no pueden suplantar, ¿no es así?.

domingo, 30 de marzo de 2008

La Iglesia Perseguida

De pequeños nos enseñaron en el colegio el martirologio, ese catálogo de seres excepcionales que a lo largo de los siglos, y en el nombre de Dios, fueron entregando sus vidas por mejorar la de sus semejantes. Se nos educó en un pensamiento fuerte, lleno de convicciones, que con el pasar de los años fuimos afirmando, rechazando, adaptando o de todo un poco, para volver, en muchísimos casos, a lo fundamental de la creencia, que desde hace dos mil años se imparte en el libro del Nuevo Testamento, esencialmente en los Cuatro Evangelios, que son como si las distintas, preciosas y dispersas piezas del Antiguo Testamento se hubiesen colocado milagrosamente en orden, mostrándonos la verdad de forma clara y precisa. La verdad de siempre y para todos los siglos.

Ahora vivimos una época en la que pretende introducirse un pensamiento débil, el llamado pensamiento postmoderno y en esta nueva edad lo que se nos propone es simplemente sobrevivir contentándonos a lo sumo con un mediano pasar. Ese mediano pasar que impide pronunciar las cosas por su nombre para no ofender a quienes pretenden borrar de la faz de la tierra los grandes principios de nuestra religión católica. A lo sumo se nos tolera una «religión discreta», una religión que no moleste, con su discurso cristiano, en la ciudad alegre y confiada. Una religión que no denuncie lo que está pasando en gran parte del mundo, como la dramática situación del cristianismo en China. Una religión que mire para otro lado en los países árabes y en gran parte de las naciones musulmanas donde el catolicismo debe practicarse poco menos que en catacumbas, con peligro de la propia vida, aunque, eso sí, nosotros les demos en Occidente a esos mismos musulmanes todo tipo de facilidades para que propaguen aquí sus siniestras enseñanzas contrarias a nuestros principios de igualdad y libertad. Y para coronar la persecución o, mejor dicho, para silenciar la religión, en los países democráticos hemos reducido las creencias religiosas a una cuestión privada y nos molesta, incluso, que se recuerden nuestros orígenes. Orígenes que son cristianos y, anteriormente, judíos, la fe de «nuestros hermanos mayores», que también es parte de la nuestra.

Aunque algunos se empeñen en denostar a la Iglesia Católica fijándose en casos escandalosos aislados, no se olvide que ha sido el cristianismo, y especialmente, la Iglesia Católica, quien ha ido forjando a lo largo de los siglos el respeto al individuo, especialmente de niños y jóvenes, la dignidad de la mujer, la promoción de los derechos humanos, la consecución de la justicia social o la paz universal. En los días de Navidad no está de más que los católicos recordemos nuestra Iglesia, «las campanas de la Iglesia del pueblo», nuestros orígenes en suma. Quien niega sus orígenes -tenga fe o no- acaba por desconocerse a sí mismo.

Las Riquezas de la Iglesia

Si la Iglesia posee tesoros ¿por qué no los vende y ayuda a los pobres? ¿En verdad esto sería la mejor solución?. Los tesoros vaticanos… ¿Por qué la Iglesia tiene tantos tesoros en el Vaticano mientras hay tantos pobres en el mundo?

Esta sencilla frase hace sufrir a muchos católicos. Se sienten mal al escucharla y no saben qué pensar, contestar, explicar… ellos mismos se quedan un poco confundidos. Analicemos un poco el asunto.

Lo primero es acotar el problema, cosa no fácil. ¿Qué es lo que se quiere decir con esa frase?

1. El cuestionamiento

Con el asunto de las riquezas de la Iglesia, no es claro qué es lo que se cuestiona o critica. Lo primero que se observa al analizar la cuestión es la falta de datos y acusaciones concretas. Estamos frente a un cuestionamiento difuso, nada claro, sin datos. Porque nunca es claro a qué riquezas se refiere, qué es lo malo de esas riquezas hipotéticas, quiénes son los culpables (porque los pobres también son parte de la Iglesia), y exactamente cuál es la culpa, qué es lo que se espera que la Iglesia debería hacer, etc.

A simple vista lo primero que se intuye es que se trataría de una acusación a la Iglesia de insensibilidad ante el problema de la pobreza: ¿cómo es posible que la Iglesia viva con tantas riquezas cuando hay tantos pobres en el mundo? Esta acusación se presentaría como hecho que desacreditaría a la Iglesia en cuanto tal: es decir, una institución que vive semejante hipocresía (decir que ama a los pobres, mientras está llena de riquezas que no pone al servicio de los mismo) no sería digna de ser tomada, en cuenta ni creída, ni aceptada. Esta sería una de las mayores vergüenzas de la Iglesia, ante la cual no habría defensa ni explicación posible.

2. Lo real ¿De qué riquezas estamos hablando?

Seamos serios, que alguien aporte datos. Si se da por supuesto que en el Vaticano hay grandes tesoros que se diga ¿qué tipo de tesoros? ¿joyas, cuentas bancarias…? ¿dónde están? ¿cuánto es su valor? Pero uno comienza a preguntarse, ¿acaso alguien considera a la Iglesia como una institución millonaria? ¿Quien pensaría encontrar obispos en las revistas con listas de millonarios tipo Fortune? ¿Tiene la Iglesia fines de lucro? ¿Da dividendos…? ¿Cotiza en bolsa?

La acusación, de entrada, sugiere cosas falsas: la vida lujosa del Papa, obispos, curas, monjas, etc., que serían quienes usufructuarían de esos tesoros. Afán de lucro escondido bajo la excusa de la religión… Además estimula imaginaciones frondosas: al hablar de "tesoros" uno imagina cuartos llenos de lingotes de oro, cofres llenos de joyas, películas de piratas…

Pero en la realidad, ¿a qué "riquezas" se refieren? Basta que mires las pertenencias de la Iglesia que están a tu alcance -tu parroquia, tu catedral…- para no encontrar cosas lujosas por ningún lado.

Los "tesoros" -como los llaman- son un tesoro cultural, espiritual, histórico, pues se trata de iglesias, imágenes, cuadros, frescos, cálices, ornamentos,… Esos "tesoros" no tiene ningún valor comercial, ni financiero. Están dedicados al culto divino en iglesias o expuestos en Museos que conservan el patrimonio cultural de dos mil años de cristianismo.

3. ¿Una solución al problema de la pobreza?

Desde el punto de vista económico…y si rematamos todo ¿qué pasa?

Antes de entrar en el problema de fondo y demostrar que estamos frente a un debate artificial y sin sentido… detengámonos a considerar el tema desde el mero punto de vista utilitario: lo inútil de una supuesta venta del Vaticano.

Porque el anónimo acusador insinúa que la Iglesia debería deshacerse de todo… para el bien de los pobres… y de los millonarios que participarían del remate… Bueno, hagamos números. ¿Cuanto representa en plata todo lo contenido en el Vaticano? No tengo ni idea… pero digamos ¿cien millones de dólares? ¿mil? ¿diez mil?… ¿Qué es eso para el problema del hambre o del subdesarrollo? ¿Alguien de buena fe puede pensar que sería una solución real para los problemas de los pobres? Si se vendiera todo… ¿a cuántos ayudaría durante un día? ¿serviría para algo? ¿No sería más bien un empobrecimiento inútil de la Iglesia… (lo que en realidad estarían deseando los acusadores… aunque se contentan con sembrar desprestigio con argumentos sentimentales y vacíos de valor racional)?

En realidad, desde el punto de vista económico, el sólo hecho de plantear el problema de las riquezas del Vaticano es algo prehistórico, ya que hoy en día la riqueza no está dada por la propiedad de algunos terrenos o piezas de museo sino por marcas (¿cuánto valen los logos de Mc Donald´s, Shell, Coca o Telefónica?), acciones en Bolsa, etc. Y de este género de riqueza -la que es real riqueza hoy- la Iglesia no tiene nada (ni siquiera tiene la Biblia patentada…).

Cualquier Estado del mundo con un pequeño porcentaje de su presupuesto anual podría posiblemente aportar mucho más que la venta total de todo el Vaticano, territorio incluido.

Además, el problema de la pobreza no se arregla con una donación: es un problema de desarrollo y requiere un flujo permanente de recursos. Por ejemplo, ¿de qué serviría la donación de un hospital a un país que no contara con recursos para mantenerlo, pagar sueldos, comprar medicinas…? Hacer funcionar un hospital en no mucho tiempo es más caro que el hospital mismo… La deuda externa argentina ha llegado a los 250 mil millones… Si se tratara de vender todo lo que existe en Argentina para pagarla… no alcanzaría… Esto muestra que nadie puede seriamente proponer que vendiendo cuatro imágenes, tres iglesias y unos cuadros… se podría arreglar algún problema de pobreza.

Es como proponer que los argentinos le vendan a los ingleses las Malvinas a cambio de una disminución de la deuda externa… No creo que los mexicanos sientan mucha felicidad cuando piensan que vendieron Texas a los Estado Unidos… Desprenderse de la tierra que contiene la propia historia y valores artísticos y culturales… no es un gran negocio para nadie. La pérdida del patrimonio cultural conduce a la pérdida de la propia identidad.

4. El patrimonio de los pobres…

Además, contrariamente a lo que la acusación sugiere, las supuestas riquezas de la Iglesia son patrimonio de los pobres, que lo sienten como suyo, porque realmente lo son.

Un botón de muestra. Cuando Juan Pablo II hizo su primer viaje a Brasil, después de una ceremonia salió del protocolo, se metió en medio de una favela y visitó una familia. Conmovido, les dejó de regalo su anillo de Papa. ¿Ustedes piensan que fueron lo suficientemente idiotas como para venderlo por su peso en oro y comprarse unas coca colas…? Es su tesoro, lo conservan en la capillita de la favela. Los pobres son pobres, pero no tontos…

¿Y qué pobre argentino no se siente orgulloso de la basílica de Luján? ¿Acaso preferiría vendérsela a los musulmanes para que la transformen en una mezquita y que el fruto de la venta se reparta entre los pobres argentinos a los que tocaría quizá menos de un peso a cada uno… para comprarse una "salchipapa"? ¿Piensas que sería un buen negocio para los pobres?

Nunca he escuchado a un pobre quejarse de supuesta riqueza de su parroquia o capilla… en cambio los he visto trabajar y sacrificarse duramente para mejorarla. Son los que con más orgullo muestran sus "tesoros".

Además, la experiencia también enseña… En las décadas de los ´60 y ´70 hubieron algunos sacerdotes que, quizá víctimas de esta acusación, vendieron imágenes, cálices, custodias… ¿Qué pasó con el fruto de su venta? Lo único claro es que no existe más…

¿Alguien puede pensar que esos cálices están mejor en vitrinas de las casas de los ricos que en un altar de cualquier iglesia?

5. ¿Por qué la Iglesia tiene bienes?

Yendo al fondo de la cuestión. ¿Cuál es el problema de los supuestos tesoros vaticanos? ¿Es malo que la Iglesia tenga bienes? ¿Qué conserve obras de arte? ¿De dónde los saca? ¿A quien perjudica el tenerlos? ¿Es acaso contrario a la enseñanza de Cristo?

En realidad no existe ningún problema. Basta recordar el elogio de Jesús a María por haber derramado un perfume carísimo sobre sus pies y a la viuda que puso todo lo que tenía como limosna al templo. Es más, es lógico que necesite bienes materiales. Como no está compuesta sólo por ángeles, para enseñar a la gente el camino al cielo necesita edificios, bibliotecas, computadoras, autos… Para dar culto a Dios necesita templos, altares… Para ayudar a la piedad necesita imágenes, libros… Para enseñar a las gentes necesita escuelas, universidades… No parece que en estos dos mil años la Iglesia se haya dedicado a acumular dinero: esos "tesoros" acumulados en dos mil años de donaciones… son objetos de culto, etc. Normalmente quienes han cuidado de esos bienes han sido personas que vivieron voluntariamente la pobreza, que dejaron todo por seguir a Cristo, que no han tenido nada de patrimonio personal.

¿Qué bienes tiene la Iglesia? Los que juzga necesarios para el cumplimiento de su misión, que es de orden exclusivamente espiritual.

Si lees la Sagrada Escritura descubrirás que la magnificencia del culto divino es un mandato que la Iglesia ha recibido de Dios. Tratando de dar a Dios cosas buenas… está siendo fiel a lo que su Señor le ha pedido.

La tan vapuleada riqueza está compuesta por cosas que no se guardan con avaricia, sino que se usan en el ejercicio de la misión de la Iglesia. Por ejemplo, anualmente por la basílica de San Pedro pasan cuatro millones de peregrinos…, se celebran veinte mil misas, hay ochenta ceremonias solemnes… de las que unas treinta son presididas por el Santo Padre… O sea que tiene un uso bastante más intenso que una cancha de football… ¿Te parecería razonable vender la Pietá de Miguel Ángel y poner en su reemplazo una copia plástico inflable para que la gente le rece?

Por otro lado los cuida, los usa y les saca el jugo bastante bien. La Basílica de San Pedro tiene 500 años… lo que mostraría que está bastante amortizada… que fue una idea genial hacerla con buenos materiales… que la hacen tan barata a largo plazo…

Por otro lado, la acusación parece sugerir una conexión entre las "riquezas" y la pobreza de los pobres. Pero, no hay relación alguna entre la belleza de la Basílica de San Pedro y la pobreza de un pueblo joven de Lima… Creo que es suficientemente claro que la primera no es la causa de la segunda. Por tanto no veo porqué conectar ambas cosas. Carece de sentido hacerlo. El problema es inventado, no es real.

Si se fuera coherente con el planteo, ¿porqué no poner también en tela de juicio al Islam y las mezquitas; el judaísmo y las sinagogas… y hasta el edificio del congreso, el Palacio de Gobierno, todos los museos, los Mc Donald’s, shopping centers, el la costa verde de Lima, las discotecas… en fin, con todo lo que no sea una casucha miserable?… Y comenzando por tu propia casa: ¿cómo puedes vivir ahí mientras haya gente que se muere de hambre? Este cuestionamiento carece de sentido.

¿Por qué podría estar mal que la Iglesia tenga templos lindos? ¿Qué aportaría a la bondad de la Iglesia la fealdad y la pobretería?

6. ¿Es necesaria la belleza? ¿la historia?

Como los "tesoros" de los que se habla son básicamente artísticos y forman parte del patrimonio histórico de la Iglesia, parece necesario plantearse si la belleza es buena o mala, si tiene alguna función en la vida humana.

Definitivamente, la belleza mueve al espíritu. Eleva del materialismo… Hace un gran bien al alma. Rezar frente a una imagen linda inspira, eleva el alma. Como criaturas espirituales, el arte es una de las manifestaciones más altas del espíritu humano. Nos eleva y dignifica.

La historia es parte de nuestro ser: a través de la obra de quienes no precedieron -su arte, trabajo, etc.- entramos de alguna manera en comunión con ellos. Necesitamos permanecer unidos a nuestras raíces, a nuestros antepasados en la fe… y el cuidado de lo que nos legaron cumple una misión muy importante al respecto.

Los museos vaticanos muestran que la Iglesia siempre ha fomentado la cultura y todas las manifestaciones del espíritu humano, llegando a ser en ciertos casos la mejor protectora del arte, la ciencia y la cultura. La historia humana le debe mucho al respecto, ya que ha protegido el patrimonio cultural de las ochenta generaciones que nos separan de la época de Cristo.

7. ¿Y en cuanto a la legitimidad de esas propiedades…?

Parece al menos curiosa la pretensión de disponer de bienes ajenos. Es decir, ¿quién es el que critica y ataca para decidir qué debería hacer la Iglesia con sus bienes (bienes que evidentemente no pertenecen al acusador)? Porque en el fondo, los bienes que causan tanto escándalo son una propiedad legítima de una institución con dos mil años de historia. No han sido robados ni saqueados, como por otro lado sí lo han sido muchos de los tesoros históricos, artísticos y culturales de los más grandes museos del Mundo como el Louvre, el Británico… (Cualquier duda preguntar a los franceses por los "regalitos" que Napoleón les llevó de Egipto o los "recuerdos" que los ingleses se llevaron del Partenón…). En este caso, han sido fruto de donaciones explícitamente hecha para ese fin: gente que ha donado sus propios bienes para que fueran usados para el culto divino, la educación, la formación del pueblo fiel, el Santo Padre, etc. Es decir, su legitimidad está fuera de toda duda.

8. Pero, al final, la Iglesia ¿hace algo por los pobres?

Lo más curioso e insostenible de la acusación, es la insinuación de inacción frente al problema de la pobreza.

Te desafío a buscar una institución que haya aportado tanto bien al mundo -y si quieres, en particular a los pobres- como la Iglesia Católica. Si bien su fin es espiritual -la salvación de las almas-, ninguna institución con fines temporales podría haber representado tanto bien desde el mero punto de vista humano.

No te olvides de quién "inventó" los hospitales y universidades. Quién promovió la educación a través de los siglos. Quién luchó contra la esclavitud. Quién se ha dedicado a atender a los minusválidos, a los huérfanos, inmigrantes, moribundos, leprosos, niños de la calle… Quién atiende la mitad de los enfermos de SIDA que hay en el mundo… Una visita al Pequeño Cotolengo Don Orione de Buenos Aires y a el Hogar de Cristo en Perú y Chile no te vendría mal. O a algún comedor infantil de algún pueblo joven, o a algún hogar de la Madre Teresa, o cualquier local de Caritas parroquial, o … En nuestro país, a la hora de catástrofe naturales como el último terremoto del sur del Perú, la única institución fiable para repartir ayudas es Caritas… la gente no confía en nadie más.

Algunos datos. Veamos la contabilidad del objeto del ataque de las riquezas del Vaticano. El presupuesto anual de la Santa Sede es de 145 millones de dólares. A esto se debe añadir el Óvolo de San Pedro: 60 millones que se destina enteramente a obras de caridad y ayuda a necesitados. Es decir, estamos hablando de una institución que destina el 29,26% de sus ingresos brutos sólo a obras de caridad… No contemos los millones de dólares que instituciones católicas (muchas pertenecientes a Conferencias Episcopales) dan de ayuda al los países pobres: Adveniat, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Manos Unidas, y un largo etc.

Busca una institución que hoy haga más por los pobres que la Iglesia Católica. ¿No parece una burla esta crítica a la institución que -por lejos- hace más por los pobres? La lista de las labores asistenciales de la Iglesia Católica es realmente impresionante: mírala despacio y piensa un poco. Después saca tus propias conclusiones.

En resumen y como conclusión: el cuestionamiento es ridículo.

¿Hay alguna relación entre las obras de arte de los Museos Vaticano y las imágenes de las iglesias con la pobreza? La respuesta no admite ninguna duda: ¡NO!

1. No existe una relación causal. Los primeros no son la causa de la segunda.

2. Si el Vaticano no existiese, la situación de los pobres sería peor, porque desaparecería el mayor benefactor de los necesitados.

3. La existencia de bienes artísticos y religiosos, ¿afecta de alguna manera la pobreza? No, en absoluto.

4. ¿Es ofensivo? En el sentido que sería una cachetada a la pobreza… No, a los pobres también les gustan las cosas lindas y gozan con ellas.

5. ¿Es verdad que la Iglesia tenga grandes tesoros económicos en la actualidad? No.

6. Si se vendiese todo lo que tenga algún valor, ¿mejoraría la situación de los pobres del mundo? No afectaría en lo más mínimo la situación económica de los pobres.

7. ¿Es quizá una muestra de indiferencia ante el problema de la pobreza? En absoluto, ya que el trabajo de la Iglesia en favor de los pobres está absolutamente fuera de duda.

8. ¿El mantenimiento de esos bienes no supondrá gastos extraordinarios que podrían destinarse a la lucha contra el hambre? No, porque se auto-mantiene con el valor de la entrada a museos… y contratos como los que facilitaron la restauración de la Capilla Sixtina sin poner un dolar.

9. ¿Se invierten actualmente grandes sumas de dinero en incrementar esos bienes? No, es el fruto de dos mil años de cristianismo… Esperemos que nosotros sepamos dejarle a nuestros descendientes algo de valor y buen gusto.

Me parece que queda suficientemente demostrado, que las supuesta riquezas del Vaticano, no representan ningún problema real ni amenaza para los pobres. Es más, que la tan mentada crítica es una tomadura de pelo. Una burla que no resiste el más elemental análisis racional. Usar a los pobres para atacar a la Iglesia es, al menos, una broma de mal gusto… Y más todavía que sea hecho por quienes nunca han hecho nada por los pobres…

sábado, 29 de marzo de 2008

Materialismo y dignidad humana

Si sólo se admite la existencia de lo material, si sólo tiene valor lo que es medible por la ciencia empírica con sus aparatos de precisión, ¿qué queda de la dignidad humana?

En la perspectiva materialista las ideas de “alma” y de “espíritu” carecen de sentido. El ser humano queda reducido, entonces, a una realidad compleja que no tiene ninguna característica extraordinaria que lo separe de otros seres similares a él. Su dignidad desaparece: vale lo que vale según juicios variables, según la subjetividad de los expertos, de las masas, de las culturas.

No sorprenden, en la perspectiva materialista, las afirmaciones de algunos científicos. Si no hay alma espiritual, la ciencia sólo puede constatar diferencias notables entre los seres humanos. Si sólo lo material, lo neuronal, lo químico, tiene relevancia, entonces encontraremos a quien afirme que hay seres humanos mucho más “perfectos”, más desarrollados y más dignos que otros.

Es entonces cuando unos son declarados “inferiores” mientras otros son vistos como “superiores”. Es entonces cuando es posible encontrar a personajes famosos que defienden el racismo o que consideran a la mujer como inferior respecto del hombre. O que dicen que hay animales que tienen mayor “dignidad” que la que pueda tener un enfermo en estado vegetativo persistente o un hijo antes de nacer.

El proyecto “Great Ape” (Grande Simio) se coloca en esta perspectiva. A primera vista, parece que este proyecto busca “elevar” a los chimpancés, orangutanes y gorilas al nivel de los humanos. En realidad, lo que se pretende es rebajar al hombre desde una mentalidad materialista. Si no existe un alma espiritual y eterna, el hombre no puede ser superior respecto de aquellos animales que puedan tener características similares a nuestra especie.

A la hora de considerar al ser humano, dotado de libertad, capaz de amar, abierto a la verdad, deseoso de la justicia, el materialismo se queda a las puertas, se limita a estudiar condiciones y presupuestos necesarios, pero no suficientes, para comprender nuestra naturaleza humana.

La filosofía nos coloca en la perspectiva justa para descubrir y probar la dignidad humana. Gracias a ella, podemos ver al hombre de un modo más profundo y completo. Gracias a ella, recordamos que la ciencia no lo dice todo, ni siquiera sobre el mundo material.

Necesitamos reconocer, como Platón o Aristóteles, san Agustín o santo Tomás, Pascal o Blondel, que en cada existencia humana brilla una luz superior, distinta, que nos eleva sobre las condiciones materiales de existencia. Sólo si se acepta que tenemos un alma espiritual, será posible afirmar la igual dignidad de cada ser humano.

No somos inferiores o superiores ni por el color de la piel, ni por la mayor o menor perfección del genoma propio, ni por los centímetros cúbicos de masa cerebral, ni por la cultura o la lengua en la que nace cada uno, ni por el dinero en la cuenta del banco.

Un niño no nacido tiene la misma dignidad que un premio Nobel de medicina. El enfermo de malaria tiene la misma dignidad que el campeón de 100 metros planos. El policía que regula el tráfico de la esquina no tiene nada que envidiar a la condición espiritual del presidente de gobierno o de quien acaba de ingresar en la cárcel por delitos graves: cometer un asesinato no suprime la condición espiritual de ningún ser humano.

Superar el materialismo nos permitirá ir más allá de posiciones racistas que tanto dolor han provocado en la historia humana. Nos permitirá, sobre todo, comprometernos en la búsqueda de un mundo más justo, más limpio, más solidario, más lleno de amor y de alegría, porque nos hará respetar y ayudar a cualquier ser humano en las distintas etapas de su existencia terrena.

viernes, 28 de marzo de 2008

El «Derecho a Morir» y el «Matar por Misericordia»

Hace algún tiempo, los partidarios de la eutanasia, conscientes de que el pueblo estadounidense no está dispuesto a empezar a matar a sus propios ciudadanos, inventaron el término «suicidio asistido» como un eufemismo que pretende ocultar su verdadera intención: legalizar la eutanasia en el país. La eutanasia es matar al paciente con o sin su consentimiento, mientras que el suicidio asistido sería proporcionarle fármacos o herramientas para que se mate, como solía hacer el tristemente célebre «Dr. Muerte», Jack Kevorkian.

En los últimos años, las batallas por la legalización del suicidio asistido han aumentado. Con votaciones en Washington, California y Oregon, y su aprobación en este último estado ha surgido una total contradicción para el ejercicio natural de la medicina, que implica dispensar medicinas para salvar vidas y no para matar personas.

El Fiscal General de Estados Unidos, John Ashcroft, ha pedido detener tales prácticas no sólo por ser inmorales sino por ir contra las leyes federales que regulan el uso de narcóticos para aliviar el dolor de pacientes enfermos. Que el pueblo de Oregon haya votado a favor del suicidio asistido no legitima esta inmoralidad y sólo revela la ignorancia y confusión de la gente debido a la fuerte propaganda a favor. Si se legalizara el suicidio asistido en Estados Unidos se abrirían totalmente las puertas a la eutanasia ya que la mayoría de candidatos para estas prácticas serían pacientes con enfermedades crónicas como Alzheimer y otras demencias seniles (se calcula que hay más de tres millones de americanos viviendo en asilos), así como pacientes terminales con cáncer y SIDA.

Todos estos son pacientes con muy poca lucidez mental para tomar decisiones tan trascendentales y muchos de ellos están profundamente deprimidos por la situación difícil que atraviesan. En una cultura de muerte como la que vivimos, lo que es verdad y lo objetivo se relativiza con facilidad. La cultura y la publicidad están muchas veces al servicio de grupos de poder e interés como los partidarios de la eutanasia.

Un buen ejemplo es la propaganda a favor del suicidio asistido que promociona los mal llamados «derecho a morir» y «matar por misericordia». El «derecho» a morir simplemente no existe ya que uno no elige morir, así como uno no elige nacer, o no elige respirar. La muerte es parte natural de la vida del ser humano. Comprendo que en una cultura como la que vivimos donde nos hemos acostumbrado a hablar e inventar nuevos «derechos», algunos lectores se sientan incómodos con esta afirmación.

El suicidio es ilegal en Estados Unidos y existe justificación, considerando que la mayoría de suicidas son personas con problemas mentales y la mitad de ellos han visitado un médico por esa razón en los meses anteriores a suicidarse «Matar por misericordia» es otra aberración debido a que sólo Dios da la vida y sólo Él la puede quitar. Los veterinarios comúnmente «matan por misericordia» animales enfermos que ya no son útiles para el hombre, pero en este caso, hablamos de seres humanos.

La dignidad de la persona humana es trascendental porque el hombre ha sido creado por Dios y reconciliado por el Señor Jesús. No hay situación ni dolor que lleve a una persona a «valer menos», ser «menos digna» o «perder su dignidad». Numerosos documentos de la Iglesia comentan el tema como la Declaración sobre la eutanasia (1980), publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe; el documento del Pontificio Consejo «Cor Unum» titulado Cuestiones éticas relativas a los enfermos graves y a los moribundos (1981); la encíclica Evangelium Vitae (1995) del Papa Juan Pablo II y la Carta a los Agentes Sanitarios, elaborada por el Pontificio Consejo para la pastoral de la salud (1995).

En diciembre del año 2000, la Academia Pontificia por la Vida publicó un documento sobre la dignidad de la persona moribunda, en el cual se explica cómo la visión subjetiva de los que contemplamos el dolor y no entendemos el valor del sufrimiento humano, conduce a la desesperanza de considerarlo intolerable optando por la muerte como única salida. Rechazar la idea misma de sufrimiento, está cada vez más difundida en una sociedad dominada por el falso bienestar y el hedonismo. En el nombre de la autonomía, la persona que tiene responsabilidad sobre su cuerpo y su vida, traiciona su esencia fundamental cuando atenta contra su vida.

La autonomía personal tiene como primer presupuesto el hecho de estar vivos y exige la responsabilidad del individuo, que es libre para hacer el bien según la verdad; y sólo llegará a afirmarse a sí mismo, reconociendo que ha recibido como don su vida, de la que, por consiguiente, no es «amo absoluto». En definitiva, suprimir la vida significa destruir las raíces mismas de la libertad y la autonomía de la persona. El Papa Juan Pablo II en su mensaje a los enfermos en México en 1999 recordó que «el dolor es un misterio, muchas veces inescrutable para la razón. Forma parte del misterio de la persona humana, que sólo se esclarece en Jesucristo, que es quien revela al hombre su propia identidad. Sólo desde Él podremos encontrar el sentido a todo lo humano. El sufrimiento -como he escrito en la Carta Apostólica Salvifici Doloris - 'no puede ser transformado y cambiado con una gracia exterior sino interior [...] Pero este proceso interior no se desarrolla siempre de igual manera [...] Cristo no responde directamente ni en abstracto a esta pregunta humana sobre el sentido del sufrimiento. El hombre percibe su respuesta salvífica a medida que él mismo se convierte en partícipe de los sufrimientos de Cristo».

lunes, 24 de marzo de 2008

La invención maliciosa sobre los “nuevos pecados sociales”

No deja de ser curioso que quienes se proclaman radicalmente agnósticos, no creyentes, ateos tengan una fijación con el pecado. Lo hemos vuelto a ver con motivo de una mala interpretación de lo que había dicho el Vaticano (por otra parte cosa frecuente).

Afloró en los medios de comunicación que la Iglesia había añadido nuevos “siete pecados sociales” a los siete pecados capitales señalados por el Papa Gregorio I en el siglo VI, a saber:

1. Las violaciones bioéticas, como la anticoncepción.
2. Los experimentos moralmente dudosos, como la investigación en células madre.
3. La drogadicción.
4. Contaminar el medio ambiente.
5. Contribuir a ampliar la brecha entre los ricos y los pobres.
6. La riqueza excesiva.
7. Generar pobreza.

Ha sido más bien una desinformación malintencionada para dejar en ridículo al Vaticano, estos “pecados sociales” son simplemente una derivación de los pecados capitales en un mundo más moderno.

Pero no contentos con desinformar muchos no han podido resistir la tentación de comentar lo que no existía. Un caso paradigmático es el del cuentista –en el sentido de escribidor de cuentos- Quim Monzó, que conseguía demostrar como es posible alterar la realidad a base de no preocuparse por la veracidad de los hechos que se comenta.

Pero es que además, para el no creyente, la noción de pecado en su sentido religioso le tendría que resultar indiferente. Porque pecar no es otra cosa que actuar de manera que nos aleje del sentido de Dios. Esto es el pecado y en esto radica su gradación. Quien no cree en Dios no tiene por qué inquirir sobre qué significa el alejamiento, esto dicho en el plano estricto de la fe.

Pero esto no liquida el tema del pecado, dado que existe una dimensión que afecta tanto al que cree en Dios como al que no. El alejamiento de Él significa también ruptura con la ley natural y esto sí tiene traducción en el orden práctico.

Las personas, las sociedades están regidas por una ley natural que todos podemos compartir desde la razón. El respeto a la vida, cada vez más dañado, es una de las manifestaciones más evidentes de esta ley común, pero ni mucho menos la única. El pecado individual y estructural se traduciría desde este punto de vista en rupturas, disfunciones sociales.

En el fondo la teología de la liberación que tanto gusta a algunos progresistas es una determinada interpretación de esta lógica interna de la dimensión evangélica.

Lo que sucede es que en una contradicción flagrante estas mismas personas no son capaces de aplicar idéntico criterio, el de la ruptura de una ley nacida de la voluntad de Dios, en nuestras sociedades.

Al no creyente no debería interesarle tanto lo que un católico considera o no pecado, como si es cierto o no que esta ruptura con Dios genera daños objetivables en las personas y en la sociedad. Esto sí tiene interés de ser medido, valorado, debatido por todos, porque a todos nos interesa y porque los datos, dentro de su mayor o menor fragilidad, nos permiten unificar lenguaje, planteamientos y conclusiones.

Hasta ahora sucede lo contrario. Se interesan por el pecado en su dimensión religiosa y se niegan radicalmente a examinar si ese mismo pecado tiene consecuencias sobre las vidas de personas y las comunidades.

Para un creyente el aborto tiene un determinado sentido, rompe con Dios de una manera radical, pero además este mismo hecho tiene graves consecuencias personales sobre la mujer, sociales y económicas que se pueden medir y contar. Es sobre todo esto lo que debemos debatir todos, es sobre esto donde se debe producir un diálogo entre creyentes y no creyentes porque este es el espacio donde unos y otros confluimos.

* * * * * *

Hay medios de comunicación que lo son de incomunicación, porque practican la confusión por sistema. Esto ocurre cuando en vez de informar se dedican a la desinformación sistemática que puede deberse, entre otras causas, a la descontextualización de los datos, la ausencia de criterio o la intención torcida. En los últimos días son paradójicamente los medios laicistas los más preocupados por el denominado caso de los pecados sociales y no precisamente para orientar y aclarar a su público sino para mofarse y deslegitimar el pensamiento de la Iglesia sobre los actos humanos que atentan contra al dignidad de la persona.

Que el Penitenciario de la Santa Sede haya escrito un artículo en el diario L´Osservatore Romano recordando la tradicional doctrina de la Iglesia sobre el pecado, en sus dimensiones personales y sociales, y lo haya aplicado a nuevos fenómenos y realidades públicas, no debiera servir de motivo para ridiculizar a la Iglesia y para confundir más si cabe a la opinión pública. Una detallada lectura del catecismo de la Iglesia católica y del Compendio de doctrina social nos recuerda que hay pecados, acciones que atentan contra el plan de Dios y contra la dignidad de las personas, que por su objeto, una agresión directa al prójimo, se han calificado como pecados sociales. La Iglesia ni modifica ni modificará los siete pecados capitales, que son expresión de aquellas faltas que el hombre comete desde que es hombre. El pecado social es tan antiguo y tan nuevo como el hombre mismo.

domingo, 23 de marzo de 2008

Erotización de la infancia

Las pequeñas de la casa no están ocupadas en hacer plastilina, colorear o aprender a montar en bicicleta. Ahora, se empeñan en tener el tipo de Beyoncé, bailar como Shakira, vestir “tops” y minifaldas que dejen su ombligo al aire, y se preocupan por cuándo sus padres les darán permiso para hacerse un tatuaje, un “piercing” y un aumento de mamas que les permita volver locos a los chicos.

La tendencia sexualizadora domina a la sociedad. La ropa, los juguetes, los cosméticos, los videojuegos, las películas, los personajes de ficción, los dibujos animados y los medios de comunicación dirigidos a los más pequeños de la casa (en torno a los cuatro años) ya empiezan a hacer énfasis en los atributos eróticos, fundamentalmente de las niñas, y del rendimiento personal que se le puede sacar al atractivo sexual.

La sexualidad acaba por excluir a otros aspectos de la personalidad y se convierte en el único parámetro válido para juzgar la valía de un individuo. Las televisiones europeas están cuajadas de certámenes musicales en los que los críos bailan, cantan y se expresan como si fueran estrellas en miniatura.

La tendencia de inculcar a las niñas poses, actitudes y modos de comportarse propios de una mujer acarrea peligros. La edad de la adolescencia se está adelantando artificialmente cada vez más. Ahora prácticamente no hay niñez. La maduración física, psicológica y social deben ir de la mano, pero solo se está anticipando la primera, de forma que ahora estamos viendo las consecuencias de este desajuste.

Las niñas asumen desde que apenas levantan un palmo del suelo que la mujer es un objeto sexual y que será valiosa en la medida que sea atractiva para el varón. Éste a su vez, es empujado a reafirmarse en su rol machista.

En los últimos 20 años las inquietudes de las chicas giran en torno a su aspecto físico, que se convierte en el eje de su autoestima y superación personal. No alcanzar objetivos que se proponen provoca insatisfacción, ansiedad y depresión o actitudes depresivas a unas edades cada vez más tempranas.

Desde los medios de comunicación se propone un canon de belleza irreal caracterizado por una delgadez extrema y unas medidas imposibles. Si trasladásemos las medidas de muñecas como la Barbie a mujeres de carne y hueso, éstas no podrían caminar porque, simplemente, su columna vertebral no las sostendría de pie.

No es lógico que una niña como la que representan las muñecas Bratz –el más vivo ejemplo de la erotización progresiva de los juguetes y accesorios de las niñas– vaya maquillada, se tiña el pelo de colores estridentes, vista minifalda o pantalones ajustados, botas de plataforma y, además, lleve su cuerpo tatuado y anillado, incluso en lugares con un claro objetivo sexual (pezones, lengua...).

Los patrones han cambiado a una velocidad vertiginosa: Los denodados intentos por conseguir estos ideales han arrastrado a muchas adolescentes a la anorexia y la bulimia clásicas.

La edad media de inicio de los trastornos alimentarios ha bajado (ahora se sitúa en torno a los nueve años) y se dan muchos casos de niñas con trastornos intermedios: no encajan en ningún problema concreto a la perfección, pero tienen rasgos de varios de ellos.

En realidad, estas chicas son víctimas de la cultura de la rapidez. «Lo quieren todo ya; adelgazar también y para ello no restringen lo que comen, si no que recurren a los laxantes, a los diuréticos y a otros métodos purgativos». Y a la cirugía estética: implantes mamarios, rinoplastias y liposucciones, que se piden como regalo de la graduación.

Los expertos han dado la voz de alarma ante lo que llaman sexualización precoz de la infancia, concretamente de las niñas. Esta tendencia les está robando una etapa necesaria, como es la niñez.

Los trastornos de la conducta alimentaria y los complejos estéticos debutan antes. Enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados están repuntando a causa de conductas inmaduras.

En resumen, las chicas lo tienen difícil: ansiedad, depresión, anorexia, bulimia... es el precio que pueden pagar las menores por «jugar» a potenciar su atractivo sexual, una tendencia sexualizadora que capta a población cada vez más joven.

jueves, 20 de marzo de 2008

¿Practicar el ocultismo puede causar posesiones diabólicas?

Entre las posibles causas de posesión diabólica se encuentran la asunción de actitudes supersticiosas, practicar el ocultismo e involucrarse en la corriente neopagana del New Age, así como recurrir a la difundida práctica de la lectura de las cartas y el tarot.

Sin duda las supersticiones y el New Age, se han convertido en un modo “ligth” y “aparentemente inofensivo” de aproximarse a lo oculto. Estos modos conducen de lo menos comprometido a lo más denso, de lo visiblemente lúdico y curioso a lo misterioso, peligroso y oscuro.

Prácticas como la cartomancia, el esoterismo, el tarot, los talismanes y el maleficio, son algunos de los puntos conductores por dónde se podría producir una posesión demoníaca.

La acción extraordinaria del demonio tiene tres posibles causas, la primera tiene que ver con la propia culpa, cuando se asumen actitudes supersticiosas, además de ejercer prácticas de ocultismo, pertenecer a sectas satánicas o esotéricas, involucrarse en la corriente del New Age o creer en el poder de los talismanes, de las pirámides de energía, la cartomancia o el tarot. La segunda puede ser causa de un maleficio elaborado o mandado a realizar por una tercera persona, mientras que la tercera puede ser un llamado especial de Dios para que la persona ofrezca su sufrimiento en las garras del demonio por la salvación de otras almas.

Como muchos de los signos de la posesión, pueden confundirse con enfermedades mentales, siendo necesario una evaluación de cada caso con la mayor prudencia posible.

Pero, ¿cuáles son los signos o síntomas comunes de un verdadero cuadro de posesión?: Entre los signos de una real posesión diabólica se encuentran el hablar, comprender, escribir y leer idiomas desconocidos por la persona; conocer circunstancias que le son imposibles de saber al poseso, como pecados del exorcista u otra persona; tener una fuerza desmedida pero sobre todo la aversión por lo sagrado: a Dios, a la Iglesia, etc.

La superstición ofende a Jesucristo porque significa que no se confía suficientemente en Él. El espiritismo y la fe católica son irreconciliables.

Las prácticas de espiritismo son una vía equivocada de buscar la verdad. Esperan recibir informaciones auténticas sobre Dios, el hombre, el más allá, el pasado, el presente y el futuro de lo que creen que son almas de difuntos. En realidad, generalmente no son más que trucos que en algunas ocasiones hacen entrar en contacto con el propio inconsciente.

En otros casos, sin embargo, sí se entra en contacto con espíritus demoníacos que fingen ser almas de difuntos. Porque los fenómenos y las manifestaciones de espiritismo no son siempre trucos, ficción, sugestión, mecanismo psicológico, manifestación del inconsciente o creación de la psique con la que algunos querrían explicar algo fuera de la normal, incluido aquello demoníaco o sobrenatural.

Los casos de infestación y de posesión diabólica, en los cuales los sacerdotes exorcistas han tenido que intervenir después de una sesión de espiritismo demuestran claramente cómo esta práctica es una vía privilegiada para una acción destructiva del demonio sobre personas.

El espiritismo es la evocación de los difuntos, es decir, una práctica con la que, a través de técnicas y medios humanos, con o sin un médium, se intenta llamar a un difunto para hacerle preguntas.

No es espiritismo cuando rezamos a Dios por nuestros difuntos sin recurrir a una práctica oscura pues pedimos a los difuntos así como a los santos que oren a Dios con nosotros y por nosotros. Esta es la invocación de los difuntos, pero no la evocación, de los mismos que hace el espiritismo.

Los difuntos sólo se nos pueden manifestar por iniciativa libre de Dios, directamente y nunca mediante técnicas o medios como las sesiones de espiritismo. Con fines serios Dios puede permitir a una persona difunta que se nos presente, por ejemplo para darnos un consejo o aunque sea para darnos una presencia de consuelo, para pedir sufragios o para agradecer sufragios recibidos.

Si por el contrario, somos nosotros quienes queremos provocar un encuentro con los difuntos mediante «evocación» con las técnicas espiritistas, ya desde el Antiguo Testamento Dios ha hablado claro al respecto y nos ha dicho que quien haga estas cosas lo abomina. Basta leer Deuteronomio 18, 10-12 o Levítico 19, 31.

Los daños espirituales son muchos, desde molestias físicas como dolores fuertes de barriga, en la frente, huesos, vómitos, ataques epilépticos, hormigueo en las piernas, sensación de angustia creciente, depresiones, continuos tics nerviosos, la imposibilidad de ingerir comida, dormir o trabajar y hasta miedo a lugares oscuros o experimentar bofetadas invisibles o mordeduras que no se ven, así como golpes en el cuerpo.

Entre los daños psicológicos, figuran fenómenos de contexto social y cotidiano, estados de dependencia, pérdida de la racionalidad y de la libertad, disociación de la personalidad con fuertes alucinaciones.

En relación a los daños sobre los lugares puede, sin causa aparente, sonar timbres de puertas o instrumentos musicales, se sienten golpes en el tejado, en las paredes o en el suelo, así como gritos y voces en el aire, ruido de pasos, visiones de sombras o presencias monstruosas.

La superstición es un pecado contra el primer mandamiento. Fe cristiana y superstición están en abierta contradicción, sin embargo, no pocos cristianos tienen miedo del gato negro que cruza la calle, del aceite que se derrama, del número 13 o del 7, y llevan encima amuletos, etc. También hay muchos cristianos que en la puerta de la casa tienen una herradura de caballo o una rama de sábila. Es también grave, sobre todo si se es cristiano, creer en horóscopos, consultar a los magos, dejarse leer la mano o practicar el espiritismo.

La superstición ofende a Cristo porque revela una falta de abandono y de confianza en Él. Es necesario anunciar que el cristiano se fía sin limites de Cristo, que libera y salva al hombre de las fuerzas del mal que lo amenazan. Por el contrario, la superstición no sólo no lo libera ni lo protege de las fuerzas del mal sino que es una vía que le esclaviza para siempre.

domingo, 16 de marzo de 2008

La ideología homosexualista y la redefinición del matrimonio

Al preparar nuestras respuestas, es necesario distinguir entre los argumentos que utilizan las personas con atracción hacia el mismo sexo y las razones por las que la gente corriente apoya la redefinición del matrimonio. No vamos a cambiar las mentes de los activistas gays; nuestra meta es tratar a los que simpatizan con las demandas de los activistas haciéndoles ver que redefinir el matrimonio:

1.- va a causar un daño real a las familias y a los niños,
2.- no va a resolver los problemas de las personas con atracción hacia el mismo sexo.

Una forma de hacerlo es poner al descubierto las motivaciones de los que piden la redefinición del matrimonio. Son gentes profundamente heridas que tratan de cambiar la sociedad porque tienen miedo a ocuparse de sus propios problemas.

En la mayoría de los casos, se puede hallar el origen de las personas con atracción hacia el mismo sexo de un adulto en el hecho de haberse sentido "diferente" de su progenitor o de sus compañeros del mismo sexo, desde su primera infancia. Cuando eran niños, se sintieron rechazados, pero ocultaron su enfado. Continúan airados -especialmente con las imágenes de padre-y reclaman la aceptación que se les denegó, pero la exigen en sus propios términos. No quieren perdonar. Proyectan su propia rabia en nosotros.

Las personas con atracción hacia el mismo sexo tienen mucha más probabilidad de sufrir alteraciones psíquicas, abuso de drogas, y adicción sexual que la población corriente. Sus amigos no dejan de ver sus problemas. El reconocer la vulnerabilidad de las personas con atracción hacia el mismo sexo puede ser una de las razones de que haya tanta gente que simpatiza con la demanda de redefinición del matrimonio. Hemos de reconducir esa simpatía, hacia la prevención y el tratamiento. La redefinición del matrimonio no resolverá los problemas internos de las personas con atracción hacia el mismo sexo, sino que los bloqueará en actitudes rígidas y negará a los niños con riesgo de ser personas con atracción hacia el mismo sexo la ayuda que necesitan.

Los medios de comunicación han ocultado constantemente la verdad de las personas con atracción hacia el mismo sexo. La mayor parte de la gente, incluyendo a muchos que se oponen a la redefinición del matrimonio, se creen al menos algunas de las mentiras acerca de las personas con atracción hacia el mismo sexo y ello influye en el debate. Necesitamos presentar continuamente la verdad acerca de las personas con atracción hacia el mismo sexo:

1.- No existe un gen gay
2.- Las personas con atracción hacia el mismo sexo tienen una alteración del desarrollo psicológico que se origina en las experiencias de la primera infancia. El síntoma más temprano y común es el sentirse "diferente" del progenitor y de los compañeros del mismo sexo.
3.- Los niños con alteración de la identidad de sexo están en situación de alto riesgo de ser personas con atracción hacia el mismo sexo en la posterior infancia y en la adolescencia.
4.- El ser personas con atracción hacia el mismo sexo no es algo que elige una persona.
5.- Las personas con atracción hacia el mismo sexo pueden prevenirse y tratarse.
6.- Los niños que "se sienten diferentes" o cuya necesidad de aceptación no se ha atendido son más proclives a convertirse en víctimas del abuso sexual.
7.- Las personas con atracción hacia el mismo sexo, especialmente los varones, van acompañados frecuentemente por la adicción sexual.
8.- Las personas con atracción hacia el mismo sexo están más expuestas que las demás a sufrir otras alteraciones psíquicas, el abuso de drogas y la idea de suicidio.

Nuestra defensa del matrimonio debe ir acompañada por esfuerzos sinceros para que se pueda disponer de una prevención y un tratamiento para las personas con atracción hacia el mismo sexo. Ésta es la verdadera respuesta a la demanda de una redefinición del matrimonio. Los que claman que la compasión requiere eliminar la "discriminación" no están ofreciendo libertad sino una esclavitud más confortable.

Hemos de admitir los modos en que se ha producido el fallo de la sociedad en su respuesta al problema de los niños con alteración de la identidad de sexo y a las personas con atracción hacia el mismo sexo. En los comienzos de la década de los 1960, la comunidad psiquiátrica había revelado muchos de los factores que conducen a ser personas con atracción hacia el mismo sexo y elaboraron protocolos de tratamiento. Pidieron que esta información se transmitiera a padres, profesores, pediatras y pastores de almas, de forma que los niños con alteración de la identidad de sexo pudieran recibir la ayuda que necesitaban y se evitara que sean personas con atracción hacia el mismo sexo. No se hizo lo suficiente. Los muchachos que no recibieron tratamiento en los años 60 se encontraban entre los de la primera oleada de los destruidos por la epidemia de SIDA de la década de los 1980.

Si te encuentras con un hombre encadenado a un árbol -hambriento, desnudo, sediento--, ¿le proporcionas alimento, vestido y bebida, o te haces con la herramienta cortante adecuada y le liberas de la cadena? Lo que debemos hacer es lo segundo.

La verdadera compasión

Con frecuencia, el más duro criticismo de este enfoque proviene de los que comparten nuestra visión del problema: "Pero bueno -preguntan-¿es que las personas con atracción hacia el mismo sexo no pueden sencillamente corregirse? ¿Por qué tenemos que compadecerlas? Fue su elección."
Necesitamos comprender, y ayudar a los demás a que comprendan por qué es tan difícil para las personas con atracción hacia el mismo sexo el resistir a la tentación de actuar según sus atracciones.

Elisabeth Moberly, en su folleto "Homosexualidad: una nueva Ética cristiana” (Homosexuality: A New Christian Ethic), explica que todo ser humano nace con una necesidad de ser amado y aceptado por el progenitor del mismo sexo. La atracción de ser personas con atracción hacia el mismo sexo "es esencialmente un estado de desarrollo incompleto". Es esa ausencia de acabamiento lo que se opone al desarrollo armónico de la personalidad de los afectados: "la expresión sexual no es la adecuada en las relaciones previas a la edad adulta con lo que el impulso amatorio hacia el mismo sexo no es otra cosa que el intento de hacer buenos los deficits de identidad sexual."

La respuesta no es suprimir la sana necesidad de sentirse amado por los del mismo sexo, sino satisfacer esa necesidad sin que medie la relación sexual.

¿Por qué es eso tan difícil? Porque el niño que no experimenta el amor y la aceptación paternos, probablemente se enfadará pero temerá expresar abiertamente su enfado. El enfado no expresado se convierte en resentimiento y encono. Esto lleva a envidiar las características de otros del mismo sexo que el niño piensa que no tiene. Lo cual abre la puerta a la autocompasión y luego a conductas de autosatisfacción, y finalmente al orgullo. Resentimiento, envidia, autocompasión, conductas de autocomplacencia y orgullo, son hábitos que si no se corrigen en un niño son difíciles de vencer en un adulto. Y esto es doblemente duro para la persona que mantiene una relación negativa con su padre, porque el padre es el modelo de la disciplina necesaria para adquirir la virtud. Todo ello se complica aún más por el hecho de que los hombres con atracción por el mismo sexo frecuentemente han tenido madres que protegían excesivamente a sus hijos y, de modo inconsciente, animaban al resentimiento, la autocompasión y el orgullo. Si, además, una personas con atracción hacia el mismo sexo ha sido víctima de abuso sexual en su infancia y sufre adicción sexual, entonces la recuperación resulta más complicada.

Los activistas gays puede que respondan a la clasificación de las personas con atracción hacia el mismo sexo como alteración psicológica haciendo ver que la homosexualidad ya no se considera un desorden por las organizaciones de salud mental. Lamentablemente, la homosexualidad se suprimió como patología en respuesta a las presiones políticas, y no porque hubiese pruebas de que no es una alteración patológica.

Una de las razones por las que algunos no reconocen que las personas con atracción hacia el mismo sexo tengan una alteración psíquica es que tienen una idea equivocada de lo que constituye un desorden psíquico. Una persona puede funcionar en sociedad, tener un empleo, llevar una vida de relaciones sociales, y aun así carecer de la libertad que se asocia a la salud psíquica, en otras áreas de su vida. Por ejemplo, una persona que sufra el síndrome compulsivo de "adquisición de bienes materiales", no es capaz de renunciar al exceso de posesiones. Los objetos materiales se acumulan hasta el punto de que algunas partes de su casa quedan inservibles para su uso normal, y sin embargo esa misma persona puede que realice bien su trabajo. Los amigos que no visitan su casa pueden no tener ni idea de que existe un problema. Este síndrome es extremadamente difícil de tratar. Los que lo padecen insisten en que no necesitan ayuda alguna y luchan contra los intentos de eliminar los excesos por parte de otros.

Las personas con atracción hacia el mismo sexo tienen una alteración del desarrollo psicológico porque, al no atenderse adecuadamente durante la primera infancia la necesidad de aceptación por los del mismo sexo ni la de seguridad en sí mismo, la persona queda atascada en ese aspecto de su desarrollo, pero continúa madurando en otros aspectos. La necesidad es tan intensa en la adolescencia que se interpreta como ansiedad sexual. Las autobiografías de personas con atracción hacia el mismo sexo revelan la naturaleza esencialmente no sexual de la necesidad en cuestión -la de sentirse aceptado por sus iguales en sexo--, y cómo se sexualizó, con frecuencia a través del abuso sexual.

La liberación de la conducta homosexual no es fácil. Las legítimas necesidades deben satisfacerse sin recurso al sexo, los traumas han de sanarse, y hay que vencer los hábitos negativos, y todo ello debe acompañarse con la recuperación de cualquier tipo de adicciones. Un breve folleto titulado "Homosexualidad: un hachazo a las raíces" (Homosexuality: Laying the Axe to the Roots), escrito por Ed Hurst (Outpost, 1980), explica que la recuperación de las personas con atracción hacia el mismo sexo requiere el tratamiento del rechazo, la rebelión, el miedo, el compadecerse de sí mismo, la envidia, y la amargura.

Dado su historial, se comprende que las personas con atracción hacia el mismo sexo piensen que la redefinición del matrimonio les proporcionará la aceptación que se les denegó. Comprendiendo su historial, debemos explicar por qué eso no va a funcionar así.